Disparo

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Caminabamos por una tranquila calle, charlabamos, a veces sobre detectives, otras sobre cosas graciosas; no sabría decir bien que nos contamos, solo me quedé con el momento feliz entre nosotros dos.

Me paré delante de una tienda, el se paró un poco después. -Quiero mirar algo aquí- le dije. Con una simple sonrisa me contestó diciendo que me esperaba fuera, iban a ser unos pocos minutos, pero hasta el minuto más insignificante puede cambiar una vida entera y a veces, te das cuenta demasiado tarde.

Miraba los objetos de la tienda, parecían interesantes. Algo me saco de mi concentración, era un ruido ensordecedor, un disparo...
Sin casi respirar salí corriendo afuera, en la calle no había casi nadie. Delante mio paso un coche, era negro y no sabría decir con certeza si era un Porsche.

Al girarme encontré a Conan en el suelo. Llegué a él y lo cogí, pronuncie su nombre, dandome cuenta que no despertaba. Sentí algo en mi mano derecha, lo mire y comencé a temblar, a espantarme a sentir mil cosas a la vez. -Sangre...- susurre y acto seguido comencé a gritar. Las pocas personas que estaban por allí en seguida se fijaron en nosotros, en mis gritos de espanto pidiendo que alguien llamara a una ambulancia, yo no, no me iba a separar de él, no lo iba a volver a dejar solo.

En cuestión de segundos llegó una ambulancia, me senté al lado de su camilla. Me es imposible recordar que veían mis ojos, estaba en shock, me fijé en un hombre que había al lado, sus labios se movían, creo que intentaba comunicarse conmigo. En un momento me pareció escuchar la palabra "familiares", cogí mi móvil, marque el número de mi padre y llamé, a los pocos segundos oí una voz al otro lado -¡Hola Ran! ¿Qué pasa?-. Abrí mi boca para explicarlo, pero al poco tiempo me di cuenta que de ella no salía nada, no podía pronunciar ninguna palabra. El médico viendo lo que pasaba cogió mi móvil y contesto por mi. Eso fue lo que hicimos con todos, porque yo era incapaz, de solo pensarlo se me estremecía el corazón y me era imposible decir que acababa de pasar, aunque ni siquiera yo, era capaz de decir con certeza lo que había pasado.

Llegamos al hospital, en la puerta, nos esperaban cuatro médicos que, en seguida que bajaron la camilla se lo llevaron corriendo. Yo seguía a su lado cogiendo la camilla con la mano y corriendo todo lo rápido que podía correr. No le pude seguir mucho tiempo más ya que me prohibieron pasar y entraron por una puerta donde bien claro ponía que solo podía pasar personal. Mire la puerta un buen rato, como si esperara que se abriera, como si esperara que ese cartel desapareciera y así poder volver con él o tal vez la miraba simplemente esperando que el saliera y me regalara una de sus sonrisas que me hace sentir tan segura y tranquila.

Tambaleandome llegué a la sala de espera, al alzar mi cabeza me encontré que estaban todos a los que habían llamado allí: Mi padre, Sonoko, Agasa, Ai y los niños.
Todos me miraban, pero pase de descirles algo, me senté y note como alguien se sentaba detrás mío, -no quiero que me consuelen- pensaba, no quiero que me digan falsas palabras o que me quieran enseñar un mundo de color, no, en aquel instante todo era negro y el único otro color que veía era el azul. El precioso azul que contenían sus ojos, aquellos en los que me podía perder, esos ojos, seguros de si mismos, decisivos, simpáticos, aquellos ojos que solo tenían las dos personas más importantes para mi.

Esperé, no sé bien si fueron segundos, minutos o horas, pero no me levanté para nada de la silla. Me sumergí en mis pensamientos y solo alzaba la cabeza para mirar aquellas enormes puertas.
El sonido flojo de unas ruedas y el golpe seco de las puertas acapararon toda mi atención. Rápidamente los cuatro médicos pasaron por delante mío, me fijé solamente en la camilla,  que sólo pude ver un instante.

En seguida me levanté, quería ir detrás suyo, pero el brazo de un médico me detuvo, se me encogió el corazón, si no hubiera sido porque estaba apunto de llorar, me habría importado lo más mínimo aquella mano, aquella y cualquier otra, y no me habría separado de el.

En un momento Sonoko se me acercó.
- Oye... ¿no deberías ir a limpiarte la mano?-
Su voz, estaba entrecortada y parecía algo asustada.

Mire mi mano, aún tenía restos de la sangre de Conan que ya se había secado.
Mientras la miraba atentamente, mi mano comenzó a temblar haciéndome recordar todo lo que había pasado, aquel eterno instante que me partía el corazón. Apreté mi mano con todas mis fuerzas, después me la pegué al corazón y cerré los ojos susurandome -Conan...-



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¿Qué tal las Navidades? ¿Se la pasan bien?


Aqui el primer capítulo del especial, quedan cinco. Aun tengo que mirar como lo voy a organizar ya que debo acabar el dia 1 o el 31 como muy tarde, lo que si les aseguro es que publicaré minimo un capítulo cada dia sin trampa ni carton, porque ya lo tengo todo listo.

¡Enciendan la cuenta atras! Porque desde la publicación de este capítulo pondré la cuenta atras de 2 horas para publicar el siguiente, que se titula "Delirio" ¡esperadlo con ganas!


La reina del drama se despide hasta dentro de dos horas



                                                                                                                                                  San, Ni, Ichi... Zero!

DespedidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora