Él tiene 31 años y ella 18.
Él es un criminal y ella una chica buena.
Se conocían de chicos, después él se mudó y no se volvieron a ver.
Él regresó para sacarla de su vida monótona y ahora son perseguidos por la ley.
Estaba sentada en una silla alta del boliche al que había venido a acompañar a unas amigas. La verdad no soy de salir, no me gusta. Estaba tomando un poco de cerveza, solo un poco porque tampoco acostumbro a tomar alcohol. El lugar no me disgustaba, la cosa es que mis amigas se fueron a bailar y me dejaron sola.
Estaba distraída cuando un chico se sienta a mi lado. Se me queda mirando un rato y después sonríe. Oh, yo a esa sonrisa la conozco de algún lado, pero a él no lo conozco, o eso creo.
Tiene pelo largo atado en una colita, una ceja cortada y tiene delineado los ojos. Viste todo de negro. Aspecto de chico malo, o mejor dicho, hombre malo. Parece bastante más grande que yo.
Lo miro detenidamente, él también me escanea con sus preciosos ojos marrones, que también se me hacen conocidos, como si ya los hubiera visto antes. Manteníamos contacto visual hasta que él habló:
-Estás enorme, Zoe -abrí muy grande los ojos, ¿de dónde me conocía?- Hey, ¿ya no te acordás de mí? -preguntó sonriendo-.
-Disculpame, pero no. La verdad te me hacías conocido pero no sé quién sos.
-Éramos vecinos -ahí me cayó la ficha, él era mi vecino , éramos grandes amigos a pesar de la diferencia de edad. Él tocaba la guitarra y a veces me enseñaba un poco. Un día se fue y no lo vi más. Él era Patricio Máximo Sardelli-.
-¡PATO! -me bajé de la silla y lo abracé. Él me abrazó con fuerza mientras reía despacito. Nos separamos-. ¿Qué te pasó, Patricio? Te borraste del mapa de un día para el otro.
-Tuve algunos inconvenientes y quería alejarme un poco, quería soledad. Anduve viajando y haciendo otras cosas... Pero mejor hablemos de vos. ¿Qué onda tu vida? -toma un trago de ¿vodka? Sí, eso creo-.
-Nada... Estudio, estudio y estudio -levanta las cejas y sonríe de costado-.
-¿Cómo va la familia?
-Más o menos. Peleo mucho con mis viejos -tomo un trajo de cerveza-.Me hacen estudiar una carrera que no me gusta . Me siento sofocada, me siento una gobernada. Apenas me dejan salir con mis amigas. Sola, ni a la esquina.
-¿Están tus amigas acá? -me mira atento-.
-Sí, bailando ahí - señalo al par de locas moviéndose y se ríe-.
-¿Vos no serás la santita de tu grupo?
-Puede ser... ¿Por?
-Zoe, ¿te gustan los riesgos? -me quedé pensando-.
-No sé... No soy de hacer locuras.
-¿Cuantos años tenés?
-Dieciocho -sonrió mirando al piso y después me miró-.
-Sos joven , todavía. Tenes que disfrutar tu vida al máximo. Desobedecé , enfrentá , soltate.
-Wow, qué buenos consejos -dije con ironía-. Si mis viejos te escucharan, te alejarían de mi y te podrían una orden de restricción -tomé otro trago de cerveza. Él se acercó un poco e hicimos contacto visual-.
-¿Querés probar un poco de libertad? -sus ojos brillaban de una forma extraña. No podía pensar , sólo quería decir una cosa:
-Sí.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.