Parte 1.

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A veces las personas son tan inocentes que no saben lo que es la cruda realidad hasta que la viven. Así era yo, una niña de 12 años tan inocente que creía que la vida era de color rosa, que los príncipes azules existen, que todo es amor y felicidad. Lástima que para darme cuenta que era todo lo contrario, tuve que pasar por situaciones muy difíciles, pero si no fuera por eso, nunca me hubiera dado cuenta que las personas pueden llegar ser tan desgraciadas por la envidia.

Y, que decir, confíe ciegamente en las personas más crueles que pudieron haber existido. Mis amistades, mis relaciones amorosas... Esas cosas que todo joven pasa, me hicieron ver que la humanidad es una porquería, una blasfemia.

Pero bueno, les contaré lo que pasó con mi primer noviazgo (si, tuve varios).

Aquella persona la conocí cuando iba en sexto año, no era guapo exactamente, pero al principio, yo lo veía como el chico más hermoso que haya existido.

Al principio eramos grandes amigos, era tanta nuestra amistad que siempre nos confundían con novios, yo me enteré por terceras personas que yo le gustaba, pero yo no creía en todo lo que me decían, así que se lo pregunté directamente. Me llevé la sorpresa de era verdad, me pidió que le diera una oportunidad, yo como toda niña inocente se la dí. Al comienzo era como en las películas, me daba mucho afecto, todos los días decía que me quería, que para el era la niña más hermosa que el haya conocido. No lo negare, se sentía bien el que me dijera eso; al cabo de un tiempo, la atracción entre nosotros se hizo más fuerte, o eso era lo que yo pensaba.

A mi mamá nunca le agrado él, así que me dijo que no confiara, que lo mejor era alejarme, cortar esa tóxica relación. Yo no hice caso, pero, empecé a dudar, pensaba ¿Y si mamá tiene razón?, así que empecé a ser más observadora. Recuerdo que siempre a su alrededor tenía a muchas chicas, yo nunca fui de las personas celosas, pero había una chica en específico que siempre estaba con él, yo tan inocente pensé que era su mejor amiga. Que equivocada estuve, me lleve la no tan grata sorpresa de que a ella le gustaba mi novio, aun así al saber esto, no le tome importancia, yo confiaba tanto en él, que nunca me llegue a imaginar que el me sería infiel.












































Los encontré besándose detrás de los salones de la escuela, y con todo el descaro que tuvo, me negó lo que había sucedido...

Fue entonces que me di cuenta que los príncipes azules no existen.

Sólo existe la traición, decepción, tristeza y el dolor.

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