Tergiversación

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A pesar de su propio pronóstico, Rhodey y su amigo, llegaron temprano a la reunión con Fury. Así que María los pasó a la sala de juntas, dónde tomaron asiento mientras esperaban al resto de los asistentes.

Tony llevaba en las manos el casco del Capitán América, tal como lo había planeado, lo utilizaría de pretexto para hablar con Steve sobre lo que había pasado la noche anterior. No podía negar que la sola idea le causaba una terrible ansiedad, pero, también, una gran expectativa, y era eso último, lo que lo hacía apretar el casco contra su pecho.

—Si lo sigues apretando así, te va a romper una costilla—le dijo Rhodey.

Sólo entonces, Tony reparó en lo que hacía, soltó el casco y lo dejó sobre la mesa, al tiempo que lanzaba un largo suspiro.

—¿Qué hago si me dice que no?—soltó de pronto y Rhodey, tomado por sorpresa, no supo que contestar—¿Qué debo hacer? —Tony lo miró a los ojos, los cuales reflejaban que su interrogante era genuina.

—Ya te lo dije: olvidarlo.

—¿Cómo?—Rhodey, de nuevo, se quedó sin palabras, hasta dónde sabía no había una fórmula para olvidar a alguien—. Creo que me será muy difícil... Rhodey, mi maldita cama huele a él, temo que su esencia se haya impregnado hasta en el colchón. ¿Dime como carajos le haré para dormir ahí esta noche? Creo que no dormiré...

—Tony...

—Diablos, lo odio. Odio tanto ese idiota.

Ninguno lo supo, pero justo cuando Tony decía: "mi maldita cama..." Steve había llegado a la sala de juntas, pero no traspasó la puerta al escuchar aquello. Por alguna razón, decidió retroceder y permanecer oculto de la vista de los otros dos tras la pared, pero, ya que la puerta estaba abierta, había podido escuchar todo lo demás.

Como es de suponer, fuera de contexto, las palabras de Tony sonaron despectivas y hasta cierto punto, de arrepentimiento; y todas las ganas que tenía Steve, de hablar con el sobre sus sentimientos, se vinieron abajo en un segundo. Para él, aquello era la confirmación de que lo que pasó la noche pasada, no debió haber pasado.

—Capitán—Fury le tocó el hombro—, ¿qué hace aquí? ¿Me esperaba?

Steve asintió brevemente, a falta de otra excusa. Fury le hizo un gesto para que lo siguiera y entró, después de él, a la sala.

Tony se tensó nada más verlo entrar, quitó el casco tan rápido como pudo y lo dejó debajo de la mesa.

—Caballeros—Fury tomó asiento.

Steve prefirió permanecer de pie, un poco apartado. Tony le miró de reojo y trató de componerse así mismo, para parecer despreocupado.

—Necesitó su ayuda. Es, más bien, su consejo—Fury fue al grano—. Tenemos una operación importante, ¿no es así, Rhodes?

Rhodey asintió.

—No necesitamos que intervengan físicamente, pero sus consejos técnicos y tácticos son los mejores que existen.

Después de eso, Fury le mostró a Tony una serie artefactos para que los revisara, aprobara e, incluso, mejorara. Casi al mismo tiempo, y dejando a Tony trabajar, se enfrascó con Steve y Rhodey en los detalles de planeación de dicha operación.

Un par de veces, inevitablemente, tanto Tony como Steve, se buscaron con la mirada. Y en ocasiones, llegaron a coincidir, a encontrarse, y siempre que pasó, ambos desviaron la vista. Pero mientras uno sonreía por ello, el otro se sentía un poco más abatido.

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