Cap. 7 ~ Día lleno de aventuras

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En nuestro camino al "Ohana café" el zumbido de mi móvil me anuncia una llamada entrante.

Miro la pantalla y veo como se refleja de manera intermitente el nombre de Caroline.

Le hago señas a Hugo de que baje un poco la música de la radio, éste entendiendo mis señas estira su brazo y la deja como un leve sonido de fondo.

- ¿Si, Car? -respondo la llamada frente a la atenta mirada de Hugo que se ha detenido por un semáforo en rojo.

- ¿Dónde estás Larita?

- Con Hugo, vamos a desayunar y a conocer la isla, ¿te apuntas?.

- Siii, - me río por su entusiasmo, Car se apunta hasta a un bombardeo y lo bueno es que con ella jamás te aburres, no te da tiempo. Mi loca amiga es un torbellino. Mientras sigo hablando con Car, noto que el coche vuelve a moverse. -¿Puede venir Stefan con nosotros?.

- ¿Estás con él?, -murmuro con picardía.

- Si, y ha estado in-cre-i-ble. -Dice separando las sílabas. Casi puedo escuchar por su voz, la sonrisa de boba enamorada en su cara, mientras me contesta.

- Claro, que venga. -Miro a Hugo y veo que está concentrado en la carretera, pongo de nuevo el teléfono en mi oreja y susurro, - quiero los detalles.

Caroline estalla en sonoras carcajadas.

- Ya me contarás tú también, dónde y cómo has pasado la noche.

Al escuchar eso puedo jurar que mi piel cobra, al menos, dos pares de tonos de más y antes de poder protestar, Car cuelga la llamada.

Meneo la cabeza a la vez que una sonrisa se desliza por mi cara, ¡qué chica!.

Le mando la dirección del café dónde estaremos y un mensaje diciéndole que si no llega en quince minutos desayunaré sin ella. Obvio es mentira pero si no la advirtiera con eso se tardaría horas y horas solo mirando en cómo vestir.

Hugo detiene el coche frente a un pequeño café "típico de Hawaii" según dice él. La verdad no sé si será un típico café de aquí, pero desde dentro del coche, lo que la distancia me deja ver, es maravilloso.

Sobre una pequeña e íntima terraza se encuentra un techado de paja y flores que se enredan por todo el techo hasta caer por una especie de vallas de madera que se encuentran taladradas a la pared a cada extremo del pequeño bar. Unas hermosas palmeras adornan la terraza y le dan una sensación acogedora. Las amplias cristaleras deja ver la larga barra de madera y piedra.

Perdida en mi ensimismamiento, una cálida  mano me trae de vuelta. Miro en dirección al dueño de dicha mano y veo a Hugo con una hermosa sonrisa en su rostro.

Hugo es único. Seguro que su madre después de hacerlo rompió el molde.

- ¿En qué pensabas estabas perdida?.

- Sólo miraba la cafetería es preciosa, -admito tímida.

Su sonrisa se ensancha aún más.

- Sabía que te gustaría, aunque yo tengo frente a mí algo que sin duda es más precioso.

- ¿Si, qué sería eso?, -digo cogiendo mi bolso y cuando lo vuelvo a mirar veo que no ha apartado la vista de mi.

Sin poder evitarlo y por quinta vez desde que desperté con él esta mañana en la playa, vuelvo a ruborizarme. Ahueca su mano en mi mejilla y coloca su cara frente a mí, tanto que parece que me va a besar, pero no lo hace. Acaricia su nariz con la mía antes de decirme que bajemos del coche.

Bajo molesta, qué idiota, pensé que iba a besarme. Al bajar Hugo del coche y llegar hasta mi, intenta tomar mi mano pero se la quito.

Cuando llegamos a la puerta, nos recibe una chica de metro setenta, largo pelo oscuro cómo el onix y de ojos azul como el mar.

Vestía con un biquini y una falda de flores, adornando un larga cabellera, una corona de flores y de su brazo colgaba un par de ellas.

- Buenos días espero disfruten  su visita a nuestra pequeña cafetería. -Dice la chica ofreciéndome una corona de flores y a Hugo un collar.

La chica nos indica dónde podemos sentarnos cuando le decimos que seremos cuatro personas. 
La voz de Car llega a mi desde la puerta una vez que nos sentamos.

Mi amiga se ve preciosa con un par de flores a cada lado de su cabeza, resaltando su cabello rubio.

- Castaña, ¿que tal la noche?.

- Y a ti rubia, ¿cómo te fue?, -evito su pregunta a sabiendas de que insistirá hasta obtener algún detalle. Cosa que no ocurrirá estando Hugo presente.

Car mira pecaminosamente a su acompañante que, hasta ahora había pasado desapercibido, ya que yo prestaba más atención a mi amiga.

Hugo aprovecha que la otra pareja esta perdida en su juego de miradas para sujetar con sus dedos mi mentón y hacer que le mire.

- ¿Sigues molesta?.

- ¿Por qué debería estarlo?.

- ¿Por un beso quizá?, -siento que se burla de mí y lucho contra el impulso de mandarlo bien lejos. No entiendo porqué se comporta así, ayer era diferente. ¿Está jugando?, pues se equivoca de chica.

A veces me pregunto si llevaré un cartel de "busco chicos estúpidos" pegado en la frente, son los únicos que se me acercan.

- No juegues conmigo maldita sea. -Siseo entre dientes cuando noto mi enfado en aumento.

- Te aseguro que no juego contigo, jamás me atrevería a hacerlo. No sé con qué tipos te habrás cruzado, pero te garantizo que no soy como ninguno de ellos.

- ¿Entonces qué quieres?.

- Ya te lo dije anoche, saber más de ti. Anoche fue fantástico y no me arrepiento de nada de lo que ocurrió pero actuamos por puro impulso. Yo quiero que seas más que eso.

- No será posible. -contesto con un agujero en el estómago formándose lentamente, haciéndolo agonizante y llevándose toda la confianza en mí misma, reemplazándola por una ansiedad creciente.

- ¿Por qué estás tan segura?.

- Sólo me quedaré cuatro días

- ¿Y?, -pregunta impasible, un brillo de chulería danza salvajemente por sus ojos verdes.

- ¿Tan seguro estás de ti mismo?. -Le cuestiono. Aunque secretamente ardo en deseos de que tenga razón, pero dudo que la distancia nos permita ser algo más que un mero rollo de verano.

- Ponme a prueba pequeña. -Dice con una sonrisa traviesa.

Ambos quedamos en un cómodo silencio mientras permanecemos mirándonos fijamente el uno al otro.
Un carraspeo nos aleja de nuestro baile de miradas. Miro en dirección a ese molesto sonido y veo que la camarera está a mi lado y comienza a dejar nuestro pedido.

 Miro en dirección a ese molesto sonido y veo que la camarera está a mi lado y comienza a dejar nuestro pedido

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El aroma atrayente del café llega hasta mi olfato y  envuelve mis sentidos en una placentera nube deliciosa.

Cuando el líquido negro toca mi lengua no evito el gemido de placer que sale desde lo más  profundo de mi garganta. Amo el café.

Hugo me regala una pequeña risilla y cuando lo miro, sonríe coqueto. Se acerca a mi oído y susurra una frase un tanto caliente, provocando que me sonroje.

- Me pregunto si conmigo también reaccionarás así. -Antes de separar su boca de mi oído, enreda entre sus dientes el lóbulo de mi oreja derecha y tira suavemente de el.

Amor de verano (Terminada) #DiversityAwards2019  #wattysawards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora