Una fracción del escritorio de Lucas Saavedra parecía una fotografía. La cartuchera, la carpeta, los lápices y la calculadora estaban ordenados a la perfección, ocupando no más de la mitad del pupitre que compartía con su compañero y mejor amigo Marcos.
Sin embargo, la parte derecha del banco no era lo único prolijo; el uniforme azul de Lucas estaba impecable, bien limpio y planchado, el pelo marrón oscuro bien cepillado y con gel para evitar que se desordenara con el viento, postura recta y mirada hacia al frente. Y para culminar, tomaba notas de lo que la profesora de matemáticas hablaba y participaba con lo que la docente solicitaba.
Todo lo contrario a Marcos. El chico de los rizos dorados, además de tener los útiles desparramados y la mochila a unos metros en el suelo, estaba semi acostado en la silla, con las manos en los bolsillos y bostezando a la espera a que la clase terminara.
Una vez que el timbre hubo sonado, los alumnos de tercer año de secundaria armaron sus mochilas a velocidad luz y se apuraron en salir del aula para sentir la cálida sensación de libertad que era salir de la escuela. Como siempre, Marcos y Lucas eran los que se quedaban atrás ya que este último se encargaba de que no le faltara nada y su mochila quedara bien ordenada.
Fuera de la institución, un chofer esperaba en un auto negro bien pulcro. Ni bien Lucas asomó la cabeza por la puerta, le hizo señas para que se apurara.
—Dale Lucas, no seas así —reclamó el chico a su lado mientras el viento le soplaba los bucles. El aludido se giró para escuchar mejor lo que le pedía.
—¿Qué pasa Marcos?
—Vamos al cyber, siempre que te invito no querés —reprochó el rubio mientras se cruzaba de brazos—. Te prometo que te va a gustar, después no vas a querer salir más de ahí.
—Ya te dije que a mi mamá no le gusta que vaya a esos lugares —comentó Lucas mientras cambiaba la mochila de hombro—. Además, yo nunca jugué a un videojuego, voy a quedar re mal entre esos desconocidos.
—Ya empezaste con la perfección vos —dijo Marcos mientras giraba los ojos—. Allá son re piolas, si no sabés jugar te van a enseñar. Obviamente que se van a reír, eso es algo propio de la competencia.
Después de pensarlo unos segundos y que el chico le rogara y le jurara cosas que sabía que no haría, Lucas accedió e invitó a su amigo a subir al auto para luego indicarle al chofer la dirección del lugar al que iban a ir. Mientras los chicos se ubicaban en los asientos traseros, el conductor llamó a la madre de Lucas para asegurarse de que no habría problemas si llevaba a los jóvenes hasta el lugar, pero como esta estaba ocupada le respondió con un rápido «sí, sí».
Durante el trayecto, Marcos le comentaba qué tipo de juegos probarían y la compañía que tendrían si es que estaban sus amigos de partida. También le decía que debían jugar en equipo para que aprendiera más rápido observando sus técnicas para ganar.
Casi llegando a destino, Lucas se distrajo al mirar por la ventana con curiosidad, estaban pasando por La Cañada y como era la primera vez que recorría esa parte de Córdoba, quedó asombrado con lo extenso y atractivo que era el canal. El coche frenó a media cuadra y él volteó para ver el edificio frente a ellos.
Entre un bar y un hotel, se hallaba un kiosquito y la entrada al cyber. La puerta del local era amplia y de vidrio, las ventanas eran grandes vidrios que desde el suelo hasta la mitad estaban cubiertas por un plástico bordó que tenía grabado en color amarillo «Cybernet». Los jóvenes se apresuraron en salir del auto para adentrarse en aquel lugar lleno de tecnologías y diversión virtual.
Lucas se plantó en la puerta con determinación, debía dar una buena impresión en aquel lugar donde nadie le conocía, entonces abrió la puerta y miró con orgullo hacia su alrededor. Pero la decepción llegó a su rostro en cuanto se dio cuenta de que nadie había notado su llegada; los usuarios estaban preocupados en sus cosas y con sus auriculares. Hizo una mueca de desagrado y dio un paso hacia adentro, esperando que su amigo lo guiara.
—¡Hey Fran! —saludó Marcos a un chico más chico que él, de unos once o doce años, con un choque de puños—. Te presento a mi amigo Lucas, vamos a enseñarle a jugar.
El presentado asintió con la cabeza y extendió la mano para saludar pero el niño frente a él lo miró con extrañez y en lugar de aceptar el saludo, chocó su mano contra la de él.
«Ay, los nenes de hoy en día no entienden lo que es un saludo» pensó con disgusto mientras esbozaba una sonrisa falsa.
—¿Qué hacemos? —habló Lucas en la espera de que su amigo le indicara qué computadora debería usar y qué hacer.
—Vos sentate allá en esa que dice 8, yo me voy a sentar en la 7 —informó el rubio mientras se acercaba al mostrador para informar del uso de las pc y pagar.
Antes de sentarse en la cómoda silla frente a la pc, Lucas siguió con la mirada a su amigo para encontrarse con la persona que atendía. Su sorpresa fue muy grande al ver que era una chica y no un hombre, pero más grande fue cuando vio que ella se acercaba hacia él con seriedad.
«Encima de machona, desvergonzada» pensó haciendo alusión a que la chica era gordita pero lucía sin problemas una remera que dejaba al descubierto una parte de su torso.
—¿Me podés dar lugar? Tengo que prender la pc —dijo ella mientras se colaba por su lado y encendía la pc. Ambos se deleitaron por el perfume del otro; la chica porque adoraba que los hombres usaran colonias, y él porque era amante de la menta y ella usaba un perfume con olor a menta.
«Perfume de menta y el pelo verde menta. A esta le gusta ir a juego».
—Es muy grande para vos. — Su amigo lo codeó y lanzó una risa discreta al percatarse de que él estaba mirándola.
—Dejá de inventar cosas, por favor —respondió Lucas mientras ponía los ojos en blanco y se sentaba frente a la pc—. ¿Dónde están los juegos?
Marcos le explicó con detalles cómo acceder a la carpeta de juegos y de qué trataban cada uno.
—Mirá, en esta carpeta tenés todos los shooters. Los shooters son los juegos de armas y tiros, los mejores. En la otra carpeta, tenés los de construir cosas, así como tener una base, soldaditos y tenés que atacar a tu enemigo. En esta tenés los juegos de autos y motos. Y en esta tenés los que son Online, podés jugar con cualquier persona del mundo.
Lucas solo asentía ya que no había entendido casi nada de lo que su amigo había dicho.
—¿Y cuál vamos a jugar primero?
—Vamos a jugar con el Fran al Counter, entrá donde están los shooters y buscá el que diga Counter Strike. Lo primero que tenés que hacer es ponerte un nick que vos quieras.
—¿Qué es un nick? —preguntó Lucas mientras se le hacía una nube en la cabeza.
—El nick es el nombre, o sea el apodo con el que vas a salir en juego. El mío es Mac.
—Bueno —contestó el castaño y empezó a pensar un nombre para usar en el juego. Los segundos pasaban pero él no encontraba un nombre para usar ya que pensó que aquello era de suma importancia.
—¿Estás fabricando un nombre o qué onda? — Se burló Fran mientras se acercaba hasta él—. Ponete Lucas y listo.
El aludido hizo una mueca de molestia y le hizo caso.
«A ver de qué va esto» pensó para luego dar comienzo a lo que sería su pasatiempo favorito en el futuro.
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Jugador trascendental
Science-FictionPara muchos jugadores, los videojuegos son salidas a distintos mundos mágicos. Lucas es invitado por su mejor amigo a un lugar muy conocido por varios adolescentes que desean pasar el rato y divertirse: un cyber. La curiosidad de probar los distinto...