Octubre 24

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Tocaba su rostro con detenimiento, las puntas de sus dedos, sus yemas, memorizaban cada centímetro de la piel que tocaban, como si le asustara quedar ciego un día y no poder verle, y sólo tuviera el recuerdo que guardaron sus dedos.

O el que captaba su nariz.

O su boca.

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