Una Inesperada Llegada

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─ ¡No lo puedo creer los hermanos Kou y las hermanas Tsukino! Por fin están juntos estas dos parejitas tan especiales, mejor dicho, la pareja más testaruda de la Tierra ─grito de emoción un chico con pantalones plateados y una blusa color rosa con brillos.

Seiya y Serena al escuchar esa voz se sonrojaban.

─ Mariposa Rosa ─musitaron los dos a la vez.

De lo contrario Mina y Yaten se levantaban para saludar a los recién llegados.

─ ¡Hola Mariposa Rosa y Jedite! ─dijo Mina.

─ Vaya que gusto verlos por aquí. ¿Gustan acompañarnos? ─preguntó Yaten

Seiya lo fulminaba con la mirada por esa idea tan tonta.

─ Claro que aceptamos. ¿Mesero dos sillas por favor? ─chillo la Mariposa Rosa.

El mesero llegaba con dos sillas para los recién llegados.

─ Quiero una margarita de fresa con mucho licor por favor, porque más bien parecen margaritas vírgenes las que sirven aquí ─suelta una carcajada ─. ¿Querido tu qué quieres tomar? Sabe a él tráigale una bebida exótica para que al rato me dé duro contra la pared ─mencionó la Mariposa.

Todos se ponían rojos de lo que terminaba de mencionar, pero era Jedite el que no sabía por dónde meterse.

─ Amor te puedes comportar un poco y para que me preguntas si al último decides lo que tomare ─musitó muy apenado el rubio.

─ Cariño así soy y nadie me va a cambiar. Además, tú me conociste de esta manera ─se defendió la Mariposa.

A los Kou y Tsukino les daba risa por lo que decía esa Mariposa Rosa.

Llegaba el mesero con las bebidas de la Mariposa y Jedite. Ya se retiraba cuando le grita de nuevo.

─ Mesero, Mesero venga por favor.

El chico llega ─ ¿Desea algo más?

─ Si traiga dos margaritas con licor para mis amigos ─apunta a Mina y Yaten ─y otras dos más para esos dos vírgenes que están sentados allí enfrente ─se refería a Seiya y Serena.

Se retiraba el mesero con una sonrisa para traer las bebidas que había ordenado.

Seiya y Serena que estaban comiendo su pedazo de pastel empezaban a toser a la misma vez por lo que había comentado esa Mariposa loca.

Darien al ver que tosían los miraba fijamente, miraba esa mirada cómplice entre ellos y esos ojos brillosos de ambos.

─ ¿Acaso será esto posible? ─preguntó la Mariposa.

─ ¿Que? ─preguntan los demás.

─ ¿No lo puedo creer que lo hayan hecho? ─volvió a preguntar.

─ ¿Qué? ─volvieron a preguntar.

La Mariposa tomaba con su mano el rostro de su pareja y lo giraba un poco para que observara a Seiya y Serena.

─ Mi amor, observa bien a ese pelinegro de coleta tiene el mismo brillo cuando tú y yo nos entregamos por primera vez. Y la rubia tiene la misma mirada que yo tenía de haber estado contigo.

Seiya y Serena estaban bastantes rojos por las ocurrencias de esa loca, pero lo que más les sorprendía a ambos que los había descubierto.

─ Par de picarones no se podían esperar a que les diera unas clases. A ti en especial me querido Seiya tenía tantas ganas de perderme en ese abdomen tan bien formado ─comento la Mariposa.

Una Cita a CiegasWhere stories live. Discover now