Capitulo IV

2.4K 199 39
                                    


La enfermera le estaba cosiendo la herida, ya había sacado la bala. Era una profesional y tuvo que aprender mucho sobre sanar una herida y de bala más ya que su trabajo consistía mucho en eso debido a que sus patrones y empleados de ellos recibían muchas en tiroteos. El trabajo de sus patrones era muy activo las 24 horas del día.

Lo malo de trabajar para gente como sus patrones era que, aunque pagaban muy bien también ella corría peligro. Había riesgos grandes, podía incluso hasta perder la vida, pero con el dinero baila el perro ¿no? Y la ambición de ella por el dinero era grande razón por la cual había estado trabajando para el Cartel de las Sombras durante dos años.

Su nombre era Barbara Sánchez y tenía 20 años. Muy joven para ser enfermera, pero al fin y al cabo todos ahí lo eran incluso uno de sus jefes, Thiago, tenía apenas 16 años. Todos ahí eran jóvenes, algunos más grandes que otros. Pero lo que Barbara tenía bien claro era que todos sin importar la edad eran muy peligrosos y agresivos razón por la cual hacia su trabajo bien. Bajó a la sala para ver a su jefe y él le habló primero.

—Barbara ¿Cómo esta ella? —le preguntó Ezra sin voltear a verla.

Estaba sentado delante de la chimenea fumando un puro y una copa de vino. Ya era de noche y no había querido salir hasta no tener noticias.

—Fue un trabajo muy duro y...

—¿Cómo está? —le interrumpió Ezra con voz firme y dura.

—Fuera de peligro —respondió ella bajando la mirada—, ahora está descansando, despertará por la mañana y deberá comer bien porque perdió mucha sangre.

—Puedes irte —le ordenó y ella algo sentida se retiró a su cuarto a cambiarse.

Ezra se levantó, se tomó el líquido restante de su copa y dejó el puro en el cenicero. Subió las escaleras hasta el tercer piso donde estaba su habitación y donde Arlene estaba. Abrió la puerta con cuidado y asomó la cabeza. Ella tenía los ojos cerrados, su pecho subía y bajaba a un ritmo normal y se veía tan hermosa, como un ángel. Se acercó y se sentó en la cama mientras lleva su mano a la herida de la muchacha donde ya tenía una venda.

—Hoy me has sorprendido Arlene Guerra —susurró él tan lejano a sus palabras. No sabía ni lo que decía, las palabras salían de su boca sin que se diese cuenta. Ella le recordaba mucho alguien.

—Edu... —susurró Arlene soñando.

Ezra se quedó callado y acercó su oído a la boca de la chica para escuchar mejor sus palabras.

—Eduardo... —volvió a susurrar y esta vez Ezra la escuchó perfectamente.

Se levantó de golpe con algo de coraje y salió de la habitación. Se preguntaba él mismo mientras bajaba las escaleras quién era ese chico. Buscó con la mirada a sus hermanos, pero no los vio. Fue al salón y ahí estaban todos. Daniel y Thiago jugaban billar, Esteban observaba por la ventana y Gerardo golpeaba el costal enigmáticamente.

—Hola, Ezra...

—¿Quién es Eduardo? —interrumpió Ezra a Daniel.

—¿Eduardo? —preguntó Thiago y volteó hacia los demás.

—Creo que es el novio de la chamaca —respondió Esteban serio recargado ahora en la pared con la mirada fuerte.

—¿Por qué? —preguntó Gerardo acercándose y quitándose los guantes de boxeo.

—Por nada —contestó Ezra bajando la mirada y luego volviendo a su personalidad dura— ¿Ya está el pájaro en el aire?

—Sí —se acercó Thiago y le entregó unos papeles—, la avioneta salió a las tres de la tarde hacia Colombia ahora debería de estar ya de regreso con toda esa mercancía.

Asesinos De La Noche - El Cartel De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora