Su boca estaba sobre la mía entonces, y yo no podía luchar contra él. No porque fuera mil veces más fuerte que yo, sino porque mi voluntad se hizo polvo el segundo en que nuestros labios se encontraron. -Bella
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Su boca estaba sobre la mía entonces, y yo no podía luchar contra él. No porque fuera mil veces más fuerte que yo, sino porque mi voluntad se hizo polvo el segundo en que nuestros labios se encontraron. -Bella