La mal-bañada.

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Luego de la reunión con la gente del centro de estudiantes, las cosas pintaban bien, me sentía bastante satisfecho con lo que habíamos logrado, sobre todo por la parte de convencer a los que aún tenían dudas.

Fui directo al autobús, porque el hambre me estaba matando y necesitaba salir de la facultad para comer algo decente, la comida del comedor de la universidad es un ASCO, sí así en mayúsculas y todo.

No crean que soy repipi, ni nada por el estilo, solo me gusta comer bien, por eso prefiero los restaurantes caros y las mujeres hermosas... si saben a lo que me refiero.

Me monto en la unidad automotora cuando ya está a punto de arrancar, saludo al chofer y me quedo parado en el pasillo, porque no hay puestos desocupados.

Aaaah, ahí está esa chica, la que casi me echa a perder los planes con el centro de estudiantes por sus estúpidas protestas los días pasados...

Me la quedo mirando, estudiándola, porque presiento que me dará más de un dolor de cabeza.

Una sonrisa de medio lado se instala en mi cara, solo para darle efecto a la mirada.

Se que mi mirada es insistente, quiero que ella se de cuenta de que la estoy mirando, lo que no se es por qué quiero que lo sepa. Ella va con lentes oscuros y audífonos, aislada del mundo que la rodea, con la cabeza inclinada, como si quisiera que el sol la bañara. Pienso que está un poco loca, con esa piel que tiene el sol debe hacerle daño, sin embargo y a pesar de mis pensamientos ella sonríe. Luego mira alrededor, o eso parece pues su cabeza comienza a hacer un recorrido por todo el autobús, parece un ventilador en la velocidad mínima. Su gesto es burlón, como si le diera risa las caras a su alrededor. Ahora su cabeza está en mi dirección, intento sonreírle, pero ni siquiera se si ella me mira. Pasado un momento ella parece evaluar nuevamente la gente que la rodea, yo también miro... Ahí están esas chicas con las he "salido", por decirlo de un modo caballeroso, aunque ellas no sean unas damas y eso lo puedes saber por la forma descarada en que me miran.

No soy un creído, pero tampoco soy ciego.

Ella, la chica que miraba antes frunce el ceño cuando saludo a algunas de esas chicas y luego su cara compone un gesto aún más burlón que el anterior, casi podría decir que no aguanta la risa, sin embargo tampoco le da rienda suelta a su diversión personal.

Vuelvo a estudiarla.

Va vestida, si a eso se le puede llamar vestirse, con unas ropas que casi son dignas de un recogelatas. Es linda, pero harapienta y parece un poco mal-bañada, su cabello se ve grasoso dentro de la coleta mal amarrada, algunos cabellos rebeldes se salen de su prisión, es pecosa y va un poco sudada. Insisito, parece que no se bañara bien.

Ella se baja del autobús, en la parada cerca del centro comercial. Por allí además hay varios restaurantes y zonas residenciales, decido seguirla y ella ni cuenta se da.

Comienzo a llamarla de cualquier forma.

-¡Hey!... ¡Chica!... ¡¡¡Mal bañada!!!

Qué horror, voy pegando gritos por toda la calle.

Mientras tanto, ella camina ajena a todo y a todos, va buscando algo en su bolso y la veo sacar una cajetilla de cigarros y un encendedor. Busco en mi bolsillo y consigo mis propios cigarrillos, ya estoy cerca de ella, así que la agarro por el brazo y la giro... para pedirle el encendedor.

¡Qué ingenioso soy!

Ahora veo por qué no me escuchaba, lleva los endemoniados audífonos puestos.

Enciendo mi cigarrillo, le devuelvo el encendedor, dándole las gracias a ver si así puedo comenzar con ella una conversación, necesito averiguar quién es, pero ella no me responde, se da la vuelta, lanza su cigarrillo al piso, lo pisa y entra en un restaurant acristalado.

Yo me quedo allí, en medio de la acera mirándola, confuso.

Alguien me da una palmada en el hombro, un tipo que conozco, aunque no recuerdo su nombre, me saluda y comienza a bromear.

-Oye... ¿De dónde la conoces? No parece tu estilo.

-Y no lo es, tampoco la conozco, solo le pedí prestado el encendedor.

-Hmmm... Ya. Igual pensé que te gustaban más bonitas...

-¿Qué? Ella no es fea, solo hay que meterla bajo una ducha, peinarla y vestirla decentemente...

El tipo que no se como se llama se ríe de lo que acabo de decir, pero yo hablo en serio.

-Mucho trabajo, ¿no te parece?

-A veces vale la pena tomarse un poco de trabajo... -Le digo crípticamente.

Le doy la última calada a mi cigarrillo, intento divisar dónde se ha sentado y la veo con un tipo musculoso que parece algo amenazante de cuerpo, pero no de cara...

Que hombre más raro.

Sin embargo, de alguna forma, parece pegar con ella, ¿será su novio?

Pensar eso me molesta y no me pregunten por qué.

-Oye, ¿almorzamos? -Pregunta el-sin-nombre

Yo solo asiento hacia él, boto la colilla del cigarro ya apagada en una papelera y lo sigo, aún molesto por mis pensamientos...

No entramos en el restaurant donde ella entró, es un restaurant italiano y la comida italiana es comida de gordos.

Nos fuimos a uno de sushi que quedaba a unas calles de allí.

Extrañamente comienzo a torturarme con teorías acerca de la mal-bañada y el tonel-de-músculos, también se repite constantemente la observación del sin-nombre "...ella no es tu tipo"

¿Cuál es mi tipo de chica entonces? Es raro, pero nunca había pensado en eso.

DesigualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora