Ese día me senté junto a el y me dedique a recordarle todas esas tardes que pasábamos juntos, me dedique a decirle lo dolida que me encontraba por su desaparición repentina, por no haberme avisado de alguna forma que se iba ir, le conté cuanto lo odiaba... pero aun así el nunca me respondió. Ese día me senté junto a el y le grite como nunca le había gritado a nadie, luego me di cuenta que no estaba sola, que también había personas a mi alrededor, personas que me miraban con pena pero ¿como no iban a hacerlo? Si me encontraba gritándole a un muerto.
ESTÁS LEYENDO
Microcuentos
Short StoryPelotudeces que salen de la cabeza de una pelotuda. Disculpenme, no puedo escribir nada que tenga que ver con la felicidad