Lyubov

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Frente a la playa del Natural Sanctuary Komarovskiy Bereg, en San Petersburgo, Viktor Nikiforov, el antiguo pentacampeón del patinaje, se encontrada contemplando como se ponía el atardecer, no era la primera vez que lo hacía, es más, lo hacía desde hace más de 50 años, en el mismo lugar de siempre, todos los días lo esperaba pero quizás, aquel atardecer fuese el último que vieran sus ojos

-¿Quiere qué le ponga una manta?- preguntó amablemente una enfermera detrás de él, la cual, había rodado con mucha dificultad la silla de ruedas donde Viktor estaba sentado

-si me abrazas, será mucho mejor y más efectivo preciosa- le sonreí como siempre lo hacía, con esa sonrisa y picara que tanto me caracterizaba a pesar de los años.

-usted y sus bromas- sonrió la joven con un notable sonrojo, colocándole la manta que le había ofrecido para luego sentarse a su lado, en una silla que había traído para la ocasión -¿esa es la caja qué quemará?-
-si- sonreí nostálgico –son algunos recuerdos-

-¿por qué no se la da a alguien de su confianza?- cuestionó, ya que según le había contado, eran cosas muy valiosas para él

-porque sería como si le diera mi carga a otra persona, una carga que solo es mía, además, hoy he decidido dejarla-

-¿hoy es un día especial?- cuestionó con curiosidad la joven enfermera

-si- contestó con simpleza –hoy es un buen día para morir- sonrío con soltura, aunque terminó ahogándose en el proceso

-no debería de decir esas cosas- le daba unas palmaditas suavemente en su espalda para que se recuperara

-vamos, soy heredero del dios Veles o del mismo Chernobog, te lo he dicho muchas veces- respiró hondo, sintiéndose mucho mejor –aquellos nacidos bajo la protección de esos dioses, siempre andamos de la mano con la muerte, es como un pacto "Yo no huyo de la muerte y ella no me busca, pero ambos sabemos que algún día nos encontraremos"- recité como un juramento solemne
-usted habla mucho de la muerte, y de aquellas creencias antiguas de Rusia, aquellos días sombríos pasaron hace mucho, ahora estamos en tiempos de paz, debería disfrutarlo- miró hacia el horizonte también

-dime preciosa ¿qué te transmite el atardecer?- pregunté de pronto, sin quitar la mirada del frente

-calidez, tranquilidad y....nostalgia- miro al hombre a su lado -¿y a usted?

-solo nostalgia- sonreí un poco, para luego posar mi mirada, en la caja sobre mis piernas

-¿por qué no buscó hacer una familia? Aunque no es de mi incumbencia, pero, ¿no se siente triste estando solo?-

-al principio, luego me acostumbré, no busqué hacerme con una familia, porque estaba esperando a una persona especial- en mi rostro, una suave sonrisa se dibujó

-¿y qué paso con ella?- preguntó con cierta tímidez

-con él- le corregí, y noté como la joven de pronto solo abrió los ojos en grande, mostrando un gran sonrojo, no pude evitar reír, lo cual provocó que su expresión cambiara a una de enfado

-me está mintiendo, que malo es- hizó un pichero, aunque no estaba enojada realmente

-no te miento, puedo correr y esconderme pero nunca mentir- fijé mi mirada, en los violetas de la joven a mi lado

Y ella pudo ver en los ojos celestes que decía la verdad, además, no era la primera vez que lo escuchaba decir aquellas palabras, era como su otro juramento

-bueno, antes podía correr- la saqué de su sus pensamientos, mientras miraba mis piernas paralizadas –y esconderme- me miré a mí mismo –creo que tendré que cambiar esas palabras, lo que nunca cambiaré es el hecho de que nunca miento-

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⏰ Last updated: Oct 31, 2017 ⏰

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