Capítulo 1: El joven que soñaba con ser espadachín

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En el norte del imperio de Norlangarth, existía el pueblito de Rulid, ese pueblo era el más pequeño de todos los pueblos del imperio y estaba alejando de la capital, casi colindando con el territorio oscuro, solamente separado de este por la sierra montañosa de la frontera. En él habitaban personas humildes, solo la familia del alcalde gobernante era la única que poseía apellido. Tan humilde como era, con su población reducida, todas las personas se conocían unas a otras; por ello mismo, cualquier rumor o noticia era bien conocido por cada uno de sus habitantes y, tan tranquilo como era ─ pocas cosas sucedían en ese pueblo ─ no era fácil que se olvidara cualquier hecho que sucediera y se continuaba rumoreando sobre ello, a falta de una nueva noticia, por días, semanas, meses e incluso años. Una prueba de esto era el rumor más famoso dentro del pueblo, conocido y comentado durante ocho años; sobre la chica que debió de entregar su vida a la diosa y en cambio ella había manchado su nombre.

El pilar central del pueblo era su espaciosa y hermosa iglesia, iglesia que estaba construida en nombre de la gobernante del imperio humano; Stacia-sama, diosa de la creación, la vida y la misericordia. Es tradición del pueblo que una moja sea la encarga de dirigir la iglesia. Para las niñas del pueblo era un honor que las escogieran como aprendices de la moja en turno, todas ellas se ofrecían para el puesto cuando cumplían sus ocho años de edad, la mayoría soñaba con ser la escogida por ella y poder dedicarle su vida a su benevolente diosa. Diecisiete años atrás, la moja en turno del pueblo decidió que era momento de escoger una pupila para que la pudiera suceder y, como se esperaba, todas las niñas se amontonaron y hasta discutieron por ello; al final una pequeña niña de cabellos negros y constitución débil fue la seleccionada por la monja, al ver la pureza de su mirada creyó que sería una devota seguidora.

Después de ocho años de enseñanzas, la monja notó con horror que había cometido un terrible error al escoger.

Al cumplir la mayoría de edad ─ los dieciséis años ─ la niña se había quedado embarazada y al cuestionarle por el nombre del padre, ella guardaba un silencio sepulcral.

Fue una calamidad y una vergüenza para todos los habitantes del pueblo que la aprendiz de monja, quien se supone que había jurado dar su vida y cuerpo a la diosa de la creación quedase en tal estado. Ese hecho coincidió con una longeva sequía que azotó al pueblo, haciendo difícil la cosecha, lo que todas las personas creyeron que era un castigo por parte de la diosa, por manchar su sagrado nombre con el pecado cometido. Cuando la jovencita dio a luz; no hizo más que aterrar a todo el pueblo con la apariencia de su infante. El niño que nació poseía un espeso cabello negro, unos ojos de obsidiana profundos y una piel tan blanca como la leche, para la mayoría de las personas ese niño era terrorífico, comenzaron a llamarlo el hijo del demonio. Además la joven madre murió el día del parto fortalecieron la idea de que el infante era hijo del pecado.

Antes de alguien pudiese hacerle daño, el niño fue adoptado por la hermana mayor de la chica, quien ya se encontraba casada con el alcalde del pueblo. Dándole el privilegio de tener apellido, llamaron al niño Kazuto Kirigaya, pero eso no impidió que los habitantes del pueblito lo juzgaran desde que era un bebe.

El hijo del demonio: eso era lo que él era, lo que Kazuto Kirigaya era.

Los adultos suelen susurrar cosas crueles frente a los niños, creen erróneamente que los niños son incapaces de entender, que en su inocencia ellos son incapaces de darse cuenta de los chismorreos y la malicia, pero esto era totalmente erróneo; los niños suelen entender a la perfección lo que escuchan e, incluso, en su inocencia son más receptivos a los malos comentarios, afectando su psique enormemente y marcándola eternamente.

Eso le sucedía a ese niño, que a pesar de sus ocho años era capaz de entender lo que todos los adultos decían, y no solo él lo hacía sino, que también todos los demás niños lo hacían y le fastidiaban, lo llamaban demonio y lo excluían, aunque ninguno entendía bien porque lo hacían. Así había sido toda su vida desde que tenía memoria. Siendo llamado demonio por sus características físicas, todos los adultos diciendo que había sido sustraído del territorio oscuro, diciendo cosas crueles de su madre, madre a la cual no había conocido, pero al parecer había muerto al verle.

La apología de la diosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora