«ETDGOM»

#2 Hora de avanzar. Lyle

Desperté sobre un colchón bastante mullido y perfecto, era casi un manjar de los dioses.
Levanté mi vista y noté que estaba en una habitación espaciosa con muchas cosas, y chucherías.
¿Quién querría todo esto? Era demasiado, hasta para alguien millonario.

Me levanté de allí y abrí la puerta con levedad, pensando en lo que se me había dicho con anterioridad "Ten cuidado y piensa bien, Protector", ¿A qué se referiría? ¿"Protector"? Es algo extraño, tal vez sea parte de algo del "juego" en el que nos tienen a todos atrapados. Bajé las escaleras y vi a los demás intentando charlar entre sí y conocerse, claramente se podía ver la incomodidad y el miedo que invadía a todos allí. Lo que me pareció aún más raro, fue que conocía a cada persona que se encontraba en aquella gran sala, ¿Qué es todo esto? ¿Todos morimos? No creo que sea posible, o jamás encontraré una respuesta coherente.

Entre toda aquella multitud no pude ver a Gabriel, él siempre era muy sensible y sé que esto lo había afectado mucho. Lo busqué por toda la mansión, y de paso aproveché para apreciarla. Era bastante bonita a decir verdad.
Había notado que cada habitación tenía el apellido de cada uno tallado en la carísima madera. Uno por uno fui viendo, hasta encontrar el que decía "Angelblood". Golpeé con sutileza la puerta, esperando que se encontrara allí, y efectivamente lo estaba puesto a que se escuchó un ruido muy bajo.

-Gabriel, soy yo Lyle. ¿Estás bien? ¿No quieres salir? -Me apoyé sobre el marco de la puerta, dejando mi frente recostada en aquella madera. Solté un suspiro pesado esperando a que el pequeño me responda.

– Estoy bien, Lyle... No te preocupes.– Pude oír como se levantaba y sus pisadas resonaban por todo el piso, tal vez allí también era de madera puesto a que crujía un poco.

– ¿Estás seguro? Estoy aquí para ti. –

No esperé su respuesta y simplemente me fui, sabía que no diría nada. Volví a dar otra vuelta por la mansión, parecía bastante antigüa pero aún así era realmente increíble. Tenía un empapelado diferente en cada habitación, piso de mármol blanco y negro brillante y en otros madera clara bien resplandeciente, techo alto y candelabros colgantes. Era una delicia para toda la vista.

Pasé una vez más y ahora me percaté de que había una gran fuente allí, era enorme y aún así había mucho espacio en la sala. Era impresionante, me acerqué a la fuente y en un costado estaba tallado unas palabras que decía “Πηγή αίματος”, no creo estar muy seguro. Pero si no estoy en mi error, eso significaba “Fuente de sangre”.
Intenté no prestarle atención a eso, pero prácticamente sentía que me llamaba a gran voz, y mi cabeza me torturaba para que me vuelva a acercar. Lo hice, volví a acercarme y en aquella agua tan cristalina empezaron a aparecer pequeños dibujos, como si tratara de decirme algo.
Y al fin lo había entendido, cuando uno de nosotros era capturado, el agua transparente de esta fuente, se convertía en sangre.

Me senté y me quedé pensando un rato más, ¿Será significativo? ¿O de verdad pasaría eso?.
Intenté no volver a pensar en eso, así que con sencillez me levanté y comencé a subir las escaleras hasta llegar a la terraza.
Ahí sentí un poco de tranquilidad, pues el viento que cubría mi rostro era muy relajante, me senté como indio sobre el piso y con los ojos cerrados respiré con total paz, quitando todo pensamiento malo de mi mente.
De la nada, un fuerte dolor de cabeza hizo que abra mis ojos pero fue un intento fallido pues mis ojos no eran capaces de captar nada, simplemente veía todo borrozo. Mi vista se oscureció más y más, y mis sentidos ya no estaban tan alerta como antes dejándome totalmente inconsciente.

                       ⭐⭐

Desperté en una habitación totalmente blanquecina, sin ninguna mancha aparente. Pero ers un blanco mucho más limpo que el normal, uno más claro, más resplandeciente, era increíble.
De pronto una mujer de tez también blanquecina, similar a la leche se acercó a mí, llevaba una túnica que hacía juego con todo. Cuando estuvo a unos centímetros míos, unas alas se desplegaron por su espalda, eran muy grandes y hermosas. Hacían que la chica parezca como si desde su interior emanara una hermosa luz e iluminara todo el lugar.
Me extendió su mano y me ayudó a pararme, ella tenía sus ojos cerrados prácticamente levitando justo al frente mío.