La luz amarilla de la pequeña habitación ya lo estaba molestando. Se sacó los anteojos y refregó sus ojos un poco. Ya llevaba más de 5 horas de estudio y todavía no terminaba la mitad del contenido para el cuatrimestre.
Suspiró frustrado.
—Supongo que tendré que llevarla al final. —La idea de perder la promoción no le hacía ni una pizca de gracia. Pero no había nada que hacer. Admitía que la asignatura resultó ser más difícil de lo que esperaba.
Decidió tomar un pequeño descanso. Miró su taza de café sin tomar, completamente fría. Suspiró de nuevo acompañándolo con un ceño fruncido. Estaba tan concentrado analizando cada párrafo de la bibliografía, que siquiera recordó algo tan sencillo como tomar su café.
Se levantó pesadamente y llevó la taza para lavar, prendiendo la cafetera de camino. Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo. Marcando en su rostro una mueca de profundo hastío al ver el nombre de la persona que hacía entrar la llamada. Por lo que se lo pensó no solo una, ni dos, ni tres; lo medito por lo menos 10 veces antes de contestar. Incluso se tardó tanto que la llamada se terminó cortando.
Miro su celular un tanto incrédulo y a los segundos comenzó a sonar de nuevo. Esta vez sí contestó. Podría, incluso si se trata de él, ser importante.
Tercer suspiro del dia antes de contestar.
—¿Hola?
—Tsuuuukkiiiiiiii —Tan pronto escuchó el grito agudo pero varonil proveniente del otro lado, se vio obligado a alejar el celular de la oreja. Su ceño se frunció aún más. No le apetecia quedar sordo ese dia.
—¿Qué quieres? —Preguntó con desgano, ya con el sentimiento de arrepentimiento a flor de piel.
—¡Tsukki! Necesito que vengas a mi departamento. ¡Lo más rápido que puedas! —Exclamó el mayor con un tono de extrema urgencia.
—¿Qué? Espera ¿Por qué debería?
—Te digo cuando vengas. Anda, rápido, mueve tus piernecitas.
Tsukishima soltó un bufido ante lo dicho por el mayor. Estaba siendo demasiado pesado y dependiente y lo conocía, lo suficiente, para saber que su petición no se detendría hasta que aceptase.
Cuarto suspiro del dia.
—...De acuerdo, Bokuto-san. —Cortó la llamada inmediatamente para que el mayor no salte con sus estupideces de siempre y se fue a cambiar. Ya que, aunque quisiera, no podía ir con la vestimenta hiper cómoda de entrecasa.
Guardó sus cuadernos y lavó las tazas que había usado durante el día y salió finalmente.
El día estaba entrando a su fase nocturna por lo que el tono anaranjado del cielo lo acompañó casi todo el camino. Agradeciendo, también, de que el mayor viviera relativamente cerca; podía ir caminando sin contratiempos.
En cuanto llegó al complejo de departamentos, subió al tercer piso y finalmente se detuvo frente a la puerta del hogar buscado.
Apenas con el golpe suave de un solo toque; el mayor ya estaba abriendo la puerta de par en par dirigiéndose a su persona con suma emoción.
—¡¡Hey Hey Hey!! ¡¡Tsukkiiiiii!! —Vociferó el mayor, haciendo comparecer al rubio por los pobres vecinos que debían vivir en los departamentos contiguos y debían aguantar esos aullidos todos los días. —¡Que bueno que llegaste! ¡Entra! ¡Entra!
El rubio solo murmuro un "con permiso" en cuanto sintió como el mayor prácticamente lo empujaba al interior de la casa.
—¿Y bien? ¿De que se trata todo esto? ¿A qué me hiciste venir y perder mi tiempo de estudio? —Preguntó al fin lo que tanto se había aguantado, con un ceño fruncido bastante pronunciado en su rostro.
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Gracias por estar conmigo esta noche
HumorEspecial Halloween Bokuto es un ferviente creyente de las leyendas de Halloween, temiendo de éstas y sintiéndose plenamente perseguido. Por lo que al final, concluye que necesita compañía para esa noche y no enfrentarse solo a cualquier "monstruo" q...