El señor disfrazado

26 1 0
                                    

Estaba muy emocionado, nunca me habían dejado salir a pedir dulces, pero mi tía insistió en cuidarme, en llevarme, y mi mami no se opuso más, nos dio permiso de salir, me fuí con mi pijama de superman que era lo más cercano que llegaría a tener a un disfraz, tocamos casa por casa y nos daban dulces, chocolates, en otras casas no nos abrían o simplemente no tenían ni idea de que tenían que darnos dulces, en una casa nos abrieron para intentar asustarnos, las luces apagadas y nadie en la puerta, entonces unos muchachos saltaron por todo el pasillo gritando vestidos de forma muy rara, me reí mucho, nada nos dieron, nos fuimos acercando a mi casa, vimos una casa donde alguien daba vueltas en la sala y todos estaban de pie alrededor de él, mi tía me dijo que de seguro era otra fiesta de disfraces y nos dirigimos a tocar la puerta, abrió un hombre parecido a esos detectives de televisión, parecía ir todo de negro, parecía ser de ese color, sin zapatos, no se miraba donde terminaba su ropa, su pecho era blanco como una camisa y en lugar de cara llevaba una máscara sin rostro, cuando lo vimos no atinamos a decir nada, no parecía poder mirarnos, sostenía la puerta con su alargada mano, mi tía y yo comenzamos a llorar, ella nunca se asustaba de nada y eso me asusto a mi,

-pero pasen no se queden ahí parados no los dejaremos ahí en la puerta- puso su mano sobre mi tía y se tranquilizó al instante, sorbi para aclarar mi nariz, no me iba a calmar así de fácil, dentro de la casa varias personas estaban de pie, uno iba vestido de cartero, una joven iba vestida de blancanieves, una señora vestía una bata de baño, un perro estaba ahí quieto junto a los demás, ahí se quedó mi tía y parecía un maniquí.
-tranquilo-

-quiero a mi mami-

-Claro tu mami, yo te llevare con tu mami, pero antes necesitamos un favor de ti, tu puedes responderme, me ayudas y al final te llevaré a donde tu me digas-

-con mi mami-

-vamos a dar un paseo por la ciudad-

Seque mis lagrimas

-y mi tía viene con nosotros-

-tu tía va a estar esperando aquí, somo amigos verdad-

-si amigos-

Creo que se estaba quedando dormida

-¿a dónde quiere ir a pasear?-

-dime ¿dónde tienen a sus muertos?-.

Salimos caminando hacia allá, no se cansaba de caminar, una máquina del uno dos, uno dos, entramos por un lado de la entrada, habían levantado la malla de alambre, y ya caminábamos por la oscuridad, iba aferrando mi mano, se paró sobre varias de las lápidas dando pasos suaves en el aire

-No esos cuerpos no nos sirven, no me sirven, no, necesito cuerpos sueltos, que podamos usar a nuestro antojo-

-Es el lugar con más muertos-

-Muchos ya ni siquiera están ahí, tiene que seguir algo del vivo en ellos-

-Pues es donde yo sé que traen a los muertos y tu querias ver uno, mira ahí están por enterrar uno-

Los ojos del hombre surgieron estrechos, rendijas por donde cabrían monedas, siguió con la cabeza muy a lo lejos a un grupo de personas que venían a enterrar a alguien, tal vez a su abuelito

-podemos meternos entre ellos quiero observar el cuerpo-

-es lo que yo decía-

Me tomó con firmeza de la mano, no como lo hace mi mami, cuando comenzó a caminar apareció con toda su ropa negra, con un abrigo que le cubría la cara, mucho pelo, hacia como si mirara al piso, ahí no estaban sus ojos, sus ojos paseaban entre su pelo, se metió entre la gente, evitando a los que se le quedaban mirando, se fue acercando al ataúd que cargaban entre seis hombres, muy naturalmente se agachó para meter su hombro debajo haciendo como los deudos que cargan al antes conocido, ahora fallecido, su mano libre se volvió una especie de raíz nudosa y delgada que comenzó a trepar por la caja, metiéndose por la rendija,

El señor disfrazadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora