02. Última Cena.

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☆♡♤◇♧

Suelen ser millones de acciones,
las que crea tu destino.

No confíes ni siquiera en lo que te prometes
a ti mismo, nosotros mismos nos lastimamos.
¿Por qué esperar que alguien más nos ame?

☆♡♤◇♧

Seúl, Corea del Sur.
04 de Diciembre del 2017.
7:00 p.m.


Había conseguido una cita con el padre de TaeHyung que probablemente se hacía cargo del caso del que yo formará parte, o al menos esas eran mis expectativas.
Tenía que prepárame para la cena amistosa que tendría. Advertencias, ser extremadamente educado, eso era fácil para mí.

[Llamada entrante]

— ¿Bueno? —respondí entre bostezos.

— ¿Sabes qué hora es? —gritó TaeHyung desde la otra línea.

— ¡Por supuesto! —sonreí levantándome de la cama con dificultad—, son como las cuatro de la tarde.

— Te veo aquí en el Palace en media hora —me recordó con voz baja—, y más te vale ser puntual.

Colgué el teléfono y lo lance a mi cama, pero este rebotó y cayó directo al piso, pero esto era mi menor preocupación— ¡Mierda! —. Tenía veinte minutos para arreglarme, y ni siquiera me había bañado.

Saque la ropa del cajón. Un pantalón de vestir, una camisa de vestir, del closet una corbata color marrón, sin olvidar un abrigo largo que me llegaba abajo de las rodillas. Algún día Jin estaría orgulloso de mí si me viera vestido de esta manera.

Tomé un frasco de loción y lo esparcí en porciones pequeñas por las mangas de mi camiseta. Caminé hacia el lavabo de mi baño, para tratar de levantar mi cabello, que el día de hoy estaba demasiado liso. Tuve que ponerme un spray para poder fijarlo hacia arriba.

Quince minutos, y me veía fenomenal... además ¿quién se iba a enterar que no me había bañado?

Salí de la casa y el taxi me estaba esperando afuera, tal como me había dicho Tae. Me subí sin dudar, todo el camino hacia el elegante restaurante de cinco estrellas, The Palace, venia enseñando palabras clichés y frases con las que podía agradar a cualquier persona. Sí algo sabe hacer un estudiante de leyes, es convencer y una lengua bastante fluida.

No solía ser arrogante, pero me consideraba una persona muy versátil, podía encarar cualquier papel, así le llamaba yo, un abogado de casos penales, no debía tener corazón, no debía tener la moral a flote, tenía que encarar un papel constante de conveniencia para el cliente.

Al cabo de diez minutos exactamente como habíamos planeado, el automóvil se aparcó en el apeadero para que me pudiese bajar. Caminé hacia el ingreso justo al momento dos hombres con un rostro tan insípido como el que suelen tener los jueces, me abrieron la puerta de dos hojas. Caminé exactos dos pasos hasta llegar con el hostess.

— Kim TaeHyung.

— Muy bien —reviso en su libreta la reservación a tal nombre—, el joven le acompañará a su mesa. Bienvenido.

PANDA | KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora