Ella

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Era una tarde de otoño, las hojas teñidas de un color naranja, tal cual el cielo en ese momento, caían y formaban camas, lo suficientemente anchas como para que alguien descubra el porqué de su existencia.

Se escuchaban pasos, uno detrás de otro, esos pies, de un cuerpo casi tambaleante, pero no perdiendo el control de sí mismos. Esa blusa ligeramente rosada, arrugada por la agitación del día, aunque el mayor esfuerzo haya sido caminar con un pequeño montón de papeles. Ahí estaba ella con el mismo cabello rojizo de la mañana, pero esta vez, enredado, sujetado hacia atrás con una pequeña cola, la que permitía ver el pequeño lunar que tenía en la nuca. En el bolsillo izquierdo del pantalón se encontraban las monedas suficientes para llegar a su casa,aunque ahora solo hay un pequeño boleto rectangular; en el derecho, su celular el cual no era moderno, pero tampoco muy antiguo; en la mano derecha sus llaves, y en la izquierda una maleta negra llena de papeles del trabajo. Se situó frente a su puerta, una puerta de las muchas en el distrito de Pueblo Libre. Su llavero era más pobre que ella, solo tenía una llave y un aro plateado, procedió a abrir la puerta de su casa, dentro podías observar como estaban la cocina y la sala a dos pasos de distancia una de la otra, al fondo solo se encontraban dos puertas. Su sala consistía en una pequeña televisión, y un mueble personal, en el fondo había una ventana, tapada con un pedazo de tela que se hacía pasar por cortina. Ella puso su maleta en el suelo, su celular en la mesa y se sentó en el mueble, prendió la televisión y sintonizó el canal de noticias.

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