CAPÍTULO FINAL

1.8K 215 73
                                    


Hogar de Pony.

(Dos años después)

«Lo hice porque te amo y deseo que seas feliz... aún no es tarde para que lo seas, tía Candy... Terry es tu felicidad, por favor, no tengas miedo de ir con él...»

Aquellas palabras, que Rosie me dedicó, llegaron al fondo de mi alma y me despertaron de un mediocre y triste sueño en el que estuve sumergida. Nunca nadie, me habló con tanta claridad. La determinación de esa chica es extraordinaria. Supongo que es porque lo lleva en las venas, ella es igualita a su papá.

Respiro hondo y luego dejo salir el aire contenido, apenas puedo creer que dos años hayan pasado desde entonces.

Tomo asiento cuidadosamente sobre el césped de la colina y  vuelvo a respirar profundo. Adoro el aroma que proviene de la tierra, la hierba y las flores... estar aquí, me llena de tranquilidad, venimos muy seguido para ver a mis madres, pero aún así, siento algo muy especial cada vez que estoy aquí, sobre mi Colina de Pony.

—¿Podrías dejar de hacerme esto? —pregunta la imponente voz de Terry, mientras yo salgo de mis recuerdos y volteo para mirarlo—. Santo Dios, Candy... me dijiste que me esperarías —reclama con ese berrinchudo gesto que tanto amo.

Terry se arrodilla y enseguida se acerca a mí... me mira, y luego me inspecciona. Una vez que se asegura de que estoy perfectamente bien, sonríe aliviado.

—Tú y este pequeño pecoso, van a matarme de un susto...

Nuestro bebé Aidan llega hasta mí para enredarme en un abrazo, juguetea con mi cabello y después de darme un beso, se aleja. Tiene un año, con menos de un mes de haberlo cumplido, ha comenzado a caminar y todo el tiempo tiene a su padre con el alma en un hilo.

Yo me río mientras veo a Terry recostarse sobre el césped y resoplar con dramatismo ¡Es tan exagerado! Sin embargo su exageración me encanta.

—Terry, tengo cuatro meses de embarazo, no es como si ya fuera a dar a luz, no te esperé porque te vi muy entretenido con los chicos... —anuncio, acariciando su rostro para tranquilizarlo—. He subido a la colina con especial cuidado. No debes temer. —Terry no dice nada, solo se reincorpora y me observa con sus penetrantes ojos azules.

—Estoy paranoico, lo sé... —me dice con honestidad—. Pero no puedo evitarlo.

Yo lo tomo de la mano y para hacerlo olvidar sus preocupaciones, le pregunto:

—¿Recuerdas el día que viniste por mí?

Terry me observa y de inmediato entrelaza los dedos de su mano con los míos.

—Por supuesto que lo recuerdo... —Él acerca mi mano a sus labios y luego posa un beso—. Es de ese tipo de cosas, que jamás voy a olvidar...

—Rosie, me empujaba para subir hasta aquí y yo me negaba hacerlo... —rio al recordar aquella escena.

—Te vi perder el color en tus mejillas y me acerqué tan rápido como pude, porque creí que te ibas a desmayar...

Terry no está tan equivocado, en realidad, yo misma me sentí rara en ese momento. Cuando él se acercó a mí y me abrazó, me aferré a él, obligándome a permanecer serena y olvidar mi debilidad. No deseaba desmayarme, no en ese momento, el momento que esperé por tantos años.

Ese día Terry me abrazó muy fuerte e inmediatamente me ahogó con un beso... «No quiero que pase un segundo más, sin decirte que te amo... Te amo con toda mi alma, Candy...», dijo mientras yo lloraba y lo abrazaba más fuerte.

—¿Sabes? A veces todavía, me pregunto... ¿Qué sería de nosotros, si Rosie no me hubiera mandado esa carta? —me cuestiona Terry, devolviéndome a nuestro presente.

Aún no es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora