Te estaré esperando. - os ls.

Parte Única

Despertó como un día cualquiera. Era la misma rutina de siempre desde un año atrás; se levantaba, hacía sus necesidades básicas y se dirigía a trabajar. Ocho horas diarias, en un cubículo que al final del día era un fastidio. Regresaba a casa, cenaba algo al azar y dormía, entonces el ciclo comenzaba de nuevo.

Se había vuelto tan espantosamente monótono y él estaba tan ido para siquiera percatarse de lo patético que se había vuelto. De cualquier manera, era día festivo, así que tenía el día libre y sabía cómo debía usarlo.

Jamás había sido una persona de seguir tradiciones, Harry era el que lo hacía; horneaba el pan, hacía los caldos y todas esas comidas tradicionales a la fecha, él solo solía sentarse y admirar el ánimo con el que decoraba el altar, listo para recibir a las almas de las personas que solían amar.

Ese era uno de esos días en donde se supone que debería estar admirándolo, pero quizá ya no tiene a quién admirar.

Compró todo lo que un altar suele llevar; flores de cuatrocientos pétalos y de terciopelo, dulces de temporada, frutas, también el papel china de colores, que él probablemente sabría hacer si no hubiera rechazado esas veces en las que Harry quiso enseñarle los cortes más perfectos sobre aquel papel, sólo quizá sería de ayuda ahora y no pagar diez pesos por pliego, que para su bolsillo y la humanidad, eran bastante caros.

Llegó a casa y comenzó; utilizó carrizo, creando la forma de un cubo, amarrando los vértices con rafia y amarró la palma al carrizo, acomodó intercaladamente las flores de los cuatrocientos pétalos con las de terciopelo por toda su estructura, consiguió una mesa de algún lugar y la colocó dentro. Se sentía miserable haciendo todo eso, no era lo suyo definitivamente, sin embargo, se rehusó a parar, así que siguió y siguió, porque sería incluso más terrible saber que su alma gemela habría llegado para no encontrar nada en casa, sólo a un tipo solo y triste.

Él realmente se tomó su tiempo y pasado el mediodía terminó. El altar tenía tres niveles –porque no tenía para más-. El primer nivel estaba entre el piso y la mesa, sostenido por dos cajones y representa el inframundo, ahí depositó flores para darles forma de cruz, representando a la tumba y a su alrededor había velas, terminó el primer nivel adornándolo con papel china blanco y morado.

¿Qué significa el papel china, Harry?

Representa la pureza y el luto, Lou.

El segundo nivel estaba en la mesa, y representa nuestro mundo, ahí fue quizá la peor parte. Él no solía hacer los platillos fuertes, él no era el chef en la relación, él solo era la cuchara grande y daba amor. De cualquier manera, la vecina de enfrente se apiadó de él y su pobre alma, así que contribuyó con la comida, puso algunas piezas de pan, sirvió un poco de vino blanco y agua, algo de cacao y algunas frutas.

Al final se pone un plato con sal Lou, es para purificar el alma y evita que se corrompan.

El tercer y último nivel con dos cajones más, -que representa el cielo-. estaba sobre la mesa, ahí puso más veladoras y su foto. Era su foto favorita, de todas las que tenía de él, esa era definitivamente su preferida. El mismo la tomó y había sido un día muy esplendido.

Se habían terminado mudando a un pequeño pueblo, en donde el clima era muy tropical, mucho sol y calor. Su casa era algo modesta, sin patio, con dos pisos, garaje y un lindo techo en v invertida. Eran como dos casas en una misma, la planta baja estaba separada de la de arriba y subían por unas escaleras en caracol. La planta alta tenía ventanas enormes y desde lejos eran muy vistosas. Estaban en una buena posición en todo el sentido de la palabra.

Aquellos días eran solo un recuerdo de lo que se llevó el viento, las risas y los abrazos se habían convertido en lágrimas y noches de ansiedad. Cada día que pasaba se sentía desvanecer un poco más.