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Un día cualquiera, un hombre iba caminando por la acera, rumbo a un restorant para celebrar los cinco años que llevaba con su esposa, ella iba a su lado tomándole la mano, ambos con una sonrisa en el rostro.

Se habían conocido hacía nueve años en un trabajo de limpieza de esos que te salvan cuando estas estudiando y no tienes una moneda para pagar la renta.

Ella es arquitecta, él un gran abogado, jóvenes apasionados y felices, con lo que parecía un futuro ideal.

¿Quién hubiera dicho que en ese preciso momento serían víctimas de aquel conductor al teléfono? En ese preciso instante, un hombre apurado, un semáforo en rojo, el chirrido de las ruedas y la bocina de la ambulancia.

Los médicos hicieron todo lo posible por ayudarla, pero sus piernas no funcionaban. Habian sido aplastadas y los nervios no la dejarían volver a caminar.

Su vida, por mucho que intentara evitarlo, había cambiado para siempre, en un abrir y cerrar de ojos.

Una lagrima rodó por su mejilla, y sintió la mano de su esposo apretando la suya.

-Aquí estoy- dijo con una sonrisa.

Huellas en la arenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora