Sexta Parte [Final]

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Thor caminó y caminó siempre con rumbo al norte, y a cada paso que daba, el descenso era inminente

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Thor caminó y caminó siempre con rumbo al norte, y a cada paso que daba, el descenso era inminente. No podía detenerse ni bajar el ritmo de su andar, ya que el camino hasta el Helheim era muy largo. Luego de nueve días con sus respectivas noches, el Dios llegó ante las murallas de la morada de Hela. El acceso al Hel era horrible, los ríos sombríos nacían en la entrada y corrían a través de valles venenosos y cubiertos de barro y espadas. Thor se detuvo frente a las puertas del Hel y no se tomó la molestia de llamar, pues con su fuerza colosal las empujó y entró en el lugar. Garm, el fiel perro de Hela lo vio llegar y le ladró terriblemente, mostrando su hocico cubierto de sangre y con los pelos del lomo muy erizados. Thor lo miró con odio y continuó su camino, pero Garm corrió veloz, para dar aviso a su señora de la llegada de Thor.

Hela escuchó los terribles ladridos de su perro y se levantó de su trono; se arregló el pelo y las ropas, ocultando sus piernas putrefactas y pestilentes; alistándose para recibir a tan distinguido visitante. Thor caminó guiado por las enormes torres del palacio de Hela hasta detenerse frente a la gran puerta, la cual estaba abierta de par en par y de pie, en el umbral, Hela le sonreía con los brazos abiertos.

-Helheim se regocija al tener en sus terrenos al poderoso Thor, Dios y guardián del trueno – Exclamó la Diosa - ¿A qué debo tu gloriosa visita?

-Ahórrate tus frases de zalamería, Hela – Murmuró Thor – No tengo tiempo para asuntos protocolarios, ¡vengo a hablar contigo!

Hela levantó las cejas ante tal respuesta, de sobra sabía a lo que había ido Thor. De nuevo sonrió y se hizo a un lado para que el Dios entrara en su palacio: - Entonces acompáñame – Dijo Hela – Hablemos en el salón del trono.

Thor esperó a que ella se echara a andar y la siguió a través de los lúgubres pasillos del palacio. La luz mortecina penas le dejaba ver la sombra de la Diosa y se dio cuenta de que Garm lo seguía cerrándole el paso. Quizá no debió ser tan cortante con la diosa que le ofrecía su hospitalidad, pero realmente estaba desesperado. Hacía diez días que Oriana había muerto y necesitaba recuperarla, la amaba demasiado como para resignarse a su pérdida.

Hela subió hasta su trono y, Thor posó su rodilla en el piso y colocó a Mjölnir delante de él en señal de paz y respeto para la reina de los muertos. Hela sonrió al verlo tan humilde, ¡Thor había cambiado de opinión! La Diosa sabía porque estaba frente a ella, conocía lo sucedido y...

-Conozco tus intenciones, Thor – Dijo Hela posando las manos en su regazo – Venciste a mi padre y lo condenaste al exilio, junto con esa hechicera.

-Se lo merecía – murmuró Thor – Por su traición y por sus negras intenciones.

-Pero hay algo más – Añadió Hela – Mi padre asesinó a una Midgardiana... ¡Nadie había hecho tanto alboroto por una simple mujer de Midgard! – Se carcajeó Hela – Y por ese motivo es que tú estás aquí.

-¡He venido por su alma! – Le dijo el Dios poniéndose de pie - ¡Devuélveme a Oriana!

-¡Necio! – Rugió Hela - ¿Acaso no lo comprendes? Nadie regresa de Helheim, ni dios, ni mortal. Todos me pertenecen, toda alma que llegue aquí es mía y tu Oriana me pertenece desde hace diez días. No la esperaba aquí, pero llegó sorpresivamente.

EL PRÍNCIPE ASGARDIANO [THOR MINI FIC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora