Capítulo 1

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En la parte más baja y sucia de la ciudad, en el rincón al que todos temen. La calle oscura por donde no te gusta pasar. Ahí, queda una casa. La casa del pecado para unos y el eterno tormento para otros.

Era vieja destartalada, su fachada era asquerosa. Las ventanas cerradas, hoyos en el techo, rodeado por un jardín repleto de plantas muertas y perros callejeros, pero en el interior las cosas no estaban mejor.

Los gritos eran tantos que apenas se podían entender. Todos en ese lugar sabían que les esperaba, nada bueno, la muerte sería la mejor de la suertes. En medio del griterío una voz se alza sobre las demás. Gruesa y con un acento extranjero, era la voz del dueño de este sitio de mala muerte.

-¡Quiero silencio! - todas las voces se apagaron, menos un pequeño lloriqueo. Y, como era de esperarse, el "amo" dio orden de que lo golpearan.

En el rincón más apartado de todos estaba ella. El nuevo tesoro del amo. Era una niña entre seis y ocho años, su cabello era negro y su piel parecia palida por la enfermedad. Su cuerpo era flaco, pero lo más atractivo de ella estaba en su cara. Sus ojos grises y unos hermosos labios.

Todos sabían que le esperaba, sería vendida al mejor postor.

"-Una niña tan linda- solía decir el amo- me dará tanto dinero y en especial su virginidad."

El amo adoraba las vírgenes jóvenes, ellas eran caras y por alguna razón los hombres mayores disfrutaban comprando a estas niñas.

-Quiero a todos los hombres parados contra la pared.

Ante la orden todos los hombres se pusieron en posición, un grupo de mujeres entro y empezó a limpiarlos.

Les cortaron el pelo, quitaron sus barbas, los bañaron en aceite y los dejeraron al desnudo.

-¡Ahora las mujeres! -el amo disfrutaba ver a las mujeres ser arregladas, era un perro enfermo y degenerado, pero quienes visitaban este lugar eran más enfermos y perversos que el.

-Amo, limpiaremos a la niña.

-Ella no irá en este grupo. -la mirada del amo fue lasciva mientras miraba a la pequeña. Todos sabian que la razón por la cual él no la tocaba era por que valía más estando intacta.

-¿Por qué? - Susana, una de las encargadas para el baño, tenía cierto afecto por la pequeña.

-No tengo por que dar explicaciones. Sólo no va y punto.

En eso la puerta se abrió, Herald, la mano derecha del amo, entro por la puerta con cara de pocos amigos.

-Tenemos un problema.

-¿Qué estan grave que no lo puedas solucionar tu mismo?

-Él esta aquí.

Eso fue todo. Eso vasto para que el ambiente se llenara de tensión. Él, uno de los hombres más ricos del lugar, compraba las cosas más raras. Algo que el amo podía ofrecerle y por eso era uno de sus clientes fijos.

-¿Cómo que está aquí? -Herald asintió no muy complacido con la situación. El cliente fijo del amo tenía mucho dinero y por ello la autoridad para tomar todo lo que quisiera. El amo y Herald lo sabían.

-Así es, y desea ver a la pequeña. -Herald señalo a la niña, todo el mundo contuvo el aliento. Hasta que el amo rompió el silencio con una sencilla palabra.

-No. Dile que no será posible. -Herald abrió los ojos como platos, Susana temía que pasara algo así, que a su amo dejara de interesarle lo que valia la niña y decidiera conservarla.

Herald salio mientras el amo lo seguia, debía explicarle a un hombre que tenía todo lo que quería que esta vez sería la excepción.

Susana se acercó a la niña, la pequeña estaba enferma y aunque era hermosa no pasaría una semana antes de que su enfermedad la consumiera por completo.

-Hola, ¿cómo estas pequeña? -las pestañas de la niña revolotearon mientras abría sus ojos. Los hermosos ojos grises de la pequeña estaban llenos de tristeza y dolor. -¿Tienes hambre? -la niña no contesto, pero su estómago gruño ante la mención de comida. - Necesito que vengas conmigo.

Susana se iría, no podía seguir viviendo con su amo. Ya no soportaba las atrocidades que ocurrían en esa casa.

-¿A...a dónde vamos? -Susana se sorprendio al oir aquellas palabras, era la segunda vez que la niña le hablaba, en su voz se notaba lo enferma y cansada que estaba.

-A un lugar mejor.

Susana la ayudo a levantarse y tomo su pequeña manita, estaba fría. Susana tenía que irse y sabia que solo existía una forma.

Saco a la pequeña por la puerta, todos la miraban. Ellos sabian que era lo que pensaba hacer, todos ellos querían a la pequeña y no podían vivir sabiendo que esa pobre criatura sufriera las atrocidades que su amo tenia en mente.

Susan salio al pasillo, al fondo del lado izquierdo se veía una puerta. Era por donde el amo en traba y salía.

Susan corrio en el sentido contrario a esa puerta hasta girar a la derecha, en esa pequeña esquina había una puerta. Al abrirla había una pequeña escalera que iba hasta la primera planta.

-¿Por...por qué...?- Susan arrastro a la pequeña por las escaleras. No había tiempo, más tarde que temprano se darian cuenta de que no estaba y que la niña había desaparecido.

-No te preocupes, estarás a salvo. - al bajar las escaleras no encontraron a nadie. El silencio se mantenía en la primera planta. Hasta que se escucho la risa nerviosa del amo.

-No seas así, sabes que te doy todo lo que pides.

-Y hoy, me niegas mi deseo. -la voz firme y autoritaria le pertenecia al hombre más rico de la comarca. El Gran Conde, rico, misterioso e increíblemente atractivo. Desgraciadamente Susan conocía la verdadera naturaleza del Gran Conde.

Era un narcisista, machista y egocéntrico hombre. Apostaba en las peleas, disfrutaba del dolor ajeno, turturaba, mataba y siempre salia inmune gracias a su dinero.

Y aunque era un despreciable hombre era mejor opción que su amo.

-Estaremos bien.- aunque Susan lo dijo más para convencerse a si misma.

La Esclava del Vampiro© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora