Dream; Reality 《ym》

t a z a d e c a f é

《The glass filled with memories is more bitter as I drink it 

But I think I know why I keep drinking it 

Why am I getting so sad that everyone lives this way? 》

  —Coffee.

-¡No puedo creer que me estás cancelando luego de que te esperé como 40 minutos, Kim Taehyung!

Un rubio chico que a pesar de sus palabras iban llenas de reproche sonreía tal cual pequeño angelito, demonios si hasta las personas que lo rodeaban se preguntaban si las mariposas en su estómago se debían a aquella brillante sonrisa o al café que consumían.

-¡Lo lamento mucho, Jimin!- Se logró escuchar del otro lado de la línea -No contaba con que hoy el pesado de mi primo vendría a casa.

-Yah, está bien pequeño rufián- Dijo mientras revolvía el cremoso líquido de aquella taza con decoraciones al estilo vintage y deshacía el tierno diseño de osito hecho en la espuma de la bebida- Mandale saludos Kookie.

Cortó.

Y su sonrisa se desvaneció en un suspiro. 

Aquel día había despertado con una sensación demasiado extraña como para ser considerada normal.

Con una tensión no agobiante pero constantemente inestable fue transcurriendo su día hasta que se topó con aquella cafetería.

Su celular vibró haciendo que saliese de su mar de pensamientos.

Reaccionando tomó el aparato algo abrumado, un nuevo mensaje resaltaba en su barra de notificaciones.

"R0M306 te ha enviado un mensaje"

Extrañado desbloqueó el celular.

Definitivamente nunca había agendado a alguien de esa manera.

Al abrir la ventana del chat se encontró con una serie de números a los cuales no podría darle sentido alguno.

R0M306: 1001

Y otro.

R0M306: 37°31'04.5"N 127°01'35.1"E

No entendía nada, no conocía a aquel desconocido ni tampoco reconocía los números que enviaban.

R0M306: 145nh-ro-gil

¿Disculpa?
¿Quién eres?
Visto a las 16:36.

Y ya pasados los minutos no volvió a recibir más mensajes de aquella persona.

Okay, eso lo asustaba un montón.

Pero definitivamente lo que hizo que sintiera los pelos de punta era que al buscar aquel nombre en sus contactos, no había rastro alguno de él o ella.

Era simplemente.

Escalofriante.

De pronto unas ganas inmensas de volver a casa y esconderse bajo sus cobijas lo embargaron.