Cada día es bueno, bueno como un whisky, bueno como un beso... bueno si es contigo.
He entendido que la vida es aquello que pasa frente a tus ojos y no te das cuenta, pero estar vivo no es precisamente igual a vivir.
Vivir es ser completamente feliz o miserable. No, para vivir no pueden existir los puntos medios.
La única forma adecuada de vivir es extasiarte de felicidad o quebrarte de tanto dolor.
De ambas formas vas a llorar, limpiar el alma y sacar aquello que eres de verdad. No hay forma más honesta de mostrarte al mundo que llorando.
Llora por lo que obtuviste o llora por lo que perdiste, pero llora.
Si yo no te hubiera llorado a mis 12 años, nunca te hubieras convertido en mi primer amor. Si, ese primer amor.
Ese primer amor que temes tomar su mano, que no puedes mirar a los ojos. Ese amor que queda grabado en tu corazón y no en tu memoria.
¿Por qué en la memoria no?
Porque la memoria está llena de olvido, llena de recuerdos, esta atascada de conocimiento e información inútil que utilizas cuando la necesitas.
Pero ella, ella se quedó en el corazón. En ese lugar donde permanece lo que de verdad vale la vida, lo que le da sentido a la misma y te hace caminar en un rumbo especifico hasta llegar a los sueños que el corazón te proyecta cada noche mientras duermes.
Ella está ahí, con lo que vale la vida.
El destino es una magia muy estrambotica. Te hace llegar a lugares una y mil veces para mostrarte que puedes tener miles de sentimientos en ese mismo lugar y con esa misma persona. Porque en ese mismo lugar donde te fuiste durante 13 años, volviste a besarme a la luz de la luna.
Si, esa luna que saltaba cada noche desde que me diste ese primer beso. Ese beso tan inocente que apenas logró rozar nuestros labios, pero que para mí fue entregar un pedazo de mi alma en él.
Es curioso escuchar cuando dicen "tu alma se va al cielo". Yo he sentido que he dejado pedazos de mi alma en cada momento que logra darme suficiente felicidad.
Ella, por ejemplo, en cada beso me ha robado más de la mitad de mi alma... y creo que ya se dio cuenta, porque cada que me besa huye, sabiendo que iré detrás de ella para volver a besarla.
Ahora que el destino decidió volver a ponerla en mi camino, siento la felicidad que aquel niño de 12 años.
"Si el León pudiera pasar una noche en el bosque y el Lobo una noche en la Sabana, estoy seguro de que ambos encontrarían el camino a casa, no sin antes encontrarse y decirse al oído... saltemos la luna, que somos los reyes del mundo.