CAPÍTULO 6
Oía voces lejanas llamándola. Danny pensó que era un sueño. Tenía que serlo, porque escuchaba con total claridad la voz de su padre. Su voz grave y cálida pronunciando su nombre. “No puede ser”, se dijo así misma. Entonces, abrió los ojos. No era su padre. La vista aún le fallaba, pero distinguió el rostro de Sherlock, mirándola. Al cabo de unos segundos, lo reconoció perfectamente. No sabría decir cuánto tiempo llevaba inconsciente. En su parte izquierda, John evaluaba sus daños físicos. Se incorporó como pudo y entre ambos la ayudaron a ponerse en pie.
–Mi cabeza. –Se quejó Danny ya en pie. No se esperaba a Mark allí. Había perdido el tono oscuro de su piel y estaba pálido. Su rostro serio pretendía ocultar la tristeza y la preocupación de sus ojos. “Ha llorado”, afirmó mentalmente. Se sintió disgustada consigo misma. Que ella se preocupase por él era normal, pero no podía consentir ser la preocupación de Mark. –Estoy bien, Mark. Tranquilo. –Dijo fingiendo una sonrisa.
–¿Qué ha pasado? –Preguntó John sentándola en el taburete de la cocina. Sherlock la había soltado para inspeccionar la escena en busca de pruebas. –¿Dónde está el botiquín? Tienes un corte en el labio y no paras de sangrar –Le dijo mientras buscaba con la mirada algo en la cocina. Cogió una servilleta de tela de la encimera y se la pasó a Sherlock –Toma, presiónale el labio.
–En el baño. –El doctor fue en busca del botiquín. Sherlock se quedó un poco confuso. Odiaba que John le tratara como a un enfermero. A Danny, aún dolorida, le costaba respirar como consecuencia al tremendo golpe en la boca del estómago. –Mark, en el congelador del garaje hay hielo. Traéme una bolsa. –El chico obedeció. Danny miró a Sherlock. Tenía la servilleta en la mano como si no supiera qué hacer. Entonces, el detective avanzó hacia a ella poco decidido, algo temeroso. Las heridas no eran lo suyo, al menos no las heridas en cuerpos vivos. Ya delante de la joven, le levantó suavemente el rostro con la punta de sus dedos, casi sin rozarla. No sabía por qué pero sus dedos se resistían a tocarla. Con la mano libre, Sherlock presionó lo más suave que pudo sobre el labio de Danny. Ésta intentaba centrarse en el techo del apartamento, pero evitar una rápida mirada a los ojos de Sherlock, concentrados en sus labios, era casi imposible.
–¿Lo viste? –Preguntó Sherlock mientras se separaba de la subinspectora y doblaba la servilleta. Volvió a hacer contacto sobre la hemorragia del labio de Danny. Se refería, por supuesto, al atacante. Aunque ya sabía la respuesta. Como siempre.
–No. –Respondió con una profunda decepción Danny. Le seguía costando respirar, pero esta vez no supo identificar por qué. “¿El golpe o Sherlock?”, pensó. Intentó recordar los momentos de la pelea, pero sintió un dolor agudo en la cabeza. El encapuchado había sido muy listo golpeándola en la sien. Por más vueltas que le daba, no conseguía reconocer al atacante. Ni siquiera tenía una visión clara de la ropa que éste llevaba.
–Daniela, –Comenzó Sherlock. El labio había dejado de sangrar, así que dejó de presionar con la servilleta. Seguidamente, continuó –El que te atacó…
–Lo sé. –Le cortó Danny. “Fue el mismo que manipuló a Rick para que secuestrase a Mark”, terminó mentalmente la frase. No era de las que solían tener miedo. Normalmente, los niños sentían pánico al ver películas de terror por la noche, o cuando sus habitaciones se quedaban a oscuras. Danny no era así, ni siquiera siendo una cría había tenido miedo a nada. Quizás, por eso, se veía sorprendida en ocasiones por su madre mientras trepaba por algún árbol hasta la copa o haciendo equilibrismo sobre la baranda del puente cercano a la casa de campo familiar. “Siempre al filo del abismo”, recordó mentalmente la voz de su madre. Era lo que le solía decir. Sin embargo, ahora había cambiado. No sentía miedo por su propia integridad. Eso era algo secundario para ella. Estaba aterrada por su hermano. –Necesito que averigües quién es, Sherlock. Tengo miedo por Mark.
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Sherlock Holmes y el caso de los Sheridan
FanfictionPara la mente brillante y cuadriculada de Sherlock Holmes, el secuestro de un niño no tiene demasiados cabos sueltos. O al menos eso cree él. La aparición de la hermana del chico (con habilidades tan poco comunes como las del detective) harán de est...