Mi Otro Yo y una Nueva Esperanza

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Ethan

Alguien decía mi nombre. ¡Ethan, Ethan, hijo mío, perdóname¡

Fueron las últimas palabras de mi madre, antes de morir.

Hacía mucho tiempo que mi padre, venía lastimandola, esto empezó a suceder, cuando él se dio cuenta, que mis abuelos darían una propiedad a mí madre, para que pudiera darnos a nosotros, una vida más cómoda. La condición era que el dinero, sería administrado por mi abuelo, a quien mi padre odiaba mucho y en un futuro esa propiedad sería de mi hermano William y mía.

Mi padre era un borracho sin remedio, apostador y mujeriego. Mis abuelos siempre estuvieron en contra de esta relación. Mi madre, aún sabiendo lo que hacía, lo amaba, pero sobre todas las cosas ella quería protegernos, por eso escondía de él este secreto de la propiedad.

El día que mi padre lo supo -no entendimos cómo- llegó a la casa gritando. Mi madre muy asustada, me escondió en un mueble grande donde estaba el televisor, yo entré y cabía muy bien, pues en ese entonces yo tenía 7 años. -Mi hermano William tenía 14, por tal razón en ese momento no estaba en la casa, pues mi madre lo mandó a un internado para recibir la mejor educación- .

El mueble estaba diseñado de madera y tenía un compartimento con rejas, donde se podía observar de dentro hacia fuera, pude ver como mi padre entraba por la puerta de la sala, gritándole a mí madre, todo tipo de insultos y palabras soeces, mientras ella, sólo callaba. 

Repentinamente mi padre se abalanzó sobre ella y comenzó a golpearla brutalmente.

Yo estaba paralizado viendo todo, sólo podía sentir una furia dentro de mí, mi corazón se agitaba demasiado, me dolía mucho la cabeza, pero mis manos y pies no respondían.

En un momento mi padre -sin saber de dónde, ni cómo- sacó un puñal. Mi madre al verlo se empezó a defender deteniendo la mano donde estaba el puñal, pudo esquivarlo varias veces, pero debido a que no podía creer lo que estaba pasando -se reflejaba en su rostro-  vacilaba. 

Mi padre era demasiado fuerte y su decisión de matar a mi madre era inquebrantable lo intentaba con todas sus energías, en cambio mi madre incrédula no podía entender cómo su esposo intentaba arrebatarle la vida.

De pronto un grito, seguido de un silencio sepulcral, lo que yo tanto temía había pasado, mi padre clavo su puñal en el corazón de mi madre, ella cayó al piso, el de inmediato hecho una furia, corrió a su despacho, luego sólo escuché un disparo.

Por fin pude moverme, mis ansias por estar al lado de mi madre me regresaron las fuerzas para salir del cajón del televisor y en un momento estuve al lado de ella, sólo para que me mirara y dijera sus ultimas palabras.  ¡Ethan, Ethan, hijo mío, perdóname¡

Tuve un ataque de ansiedad, me costaba respirar, mi pulso se aceleraba, sentía mucho pánico, algo o alguien se adueñaba de mi cuerpo, desde ese día surgió mi otro yo, ese sujeto que robaría parte de mi vida, esa sombra sedienta de venganza  que volvería mi mundo un infierno. Al final me desmayé y no supe más de lo que pasó en esos días.

Desperté muy sudado y asustado, fue un sueño con un claro recuerdo de aquel día.  Era el aniversario de la muerte de mi madre y eso me puso muy nostálgico, pero pensé la vida continúa y un rostro apareció en mi mente, dándome esperanzas, pronuncié su nombre para sentir que era realidad lo que yo tanto anhelaba, mi cura, mi protectora, mi salvadora Eshleyn.

Llegué a la oficina muy temprano y ella ya estaba ahí, elegante, dulce, radiante. No sabía como saludarla me sentía como un joven en su adolescencia enamorado y nervioso, los años alejados de la vida social me habían pasado la cuenta.

No sabía cómo tratarla y sin pensarlo, me acerqué y le dí un beso en la mejilla, sentí que ella tembló y pude ver su expresión asustada y avergonzada por mi inusual saludo. Era adorable y al fin con su dulce y quebrada voz me dijo:

Eshleyn: Buenos días Señor Archer,

Ethan: Buenos días Señorita White.

-Los días siguieron así, intercambiábamos miradas dulces y sonrisas tiernas y tontas, ella era tímida, y yo al no tener el valor de hablarle, la llamaba a veces hasta por cosas que yo mismo podía hacer por verla en mi oficina. Poco a poco se iba formando una relación de cariño, confianza y complicidad.

Intenté por varios días invitarla en una cita, pero no tenía el suficiente valor, hasta que un día llegué a la oficina con mi corbata en la mano -pues no tuve tiempo de ponerla- Ella me vio con gesto de desaprobación y con una risita en sus labios y dijo:

Eshleyn: Señor Archer la presentación es lo más importante.

Se acercó a mí, tomó la corbata, la pasó sobre mi cuello y cuando estaba haciendo el nudo tuve un impulso y le dije:

Ethan: ¿Quieres salir conmigo?

-Me vio con una mirada de satisfacción y asombro y dijo:

Eshleyn: Ya era hora Señor Archer, acepto su invitación.

 Lo que ella no sabía era que esa invitación no era a comer solamente, sino a entrar en mi vida, para devolverme la esperanza de tener un día una vida normal, sin esa sombra al acecho, esperando controlar mi vida y luego destruir lo que con tanto esfuerzo había ganado.

Al final, sabía que mi mundo estaba conmocionado y agitado y los cambios aún inciertos se avizoraban.

Dulces Asesinatos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora