ɴᴏᴛʜɪɴɢ ʟɪᴋᴇ ᴜꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]

CAPITULO TERCERO

Era jodidamente popular.

Demasiado inteligente en los benditos estudios. Todos me admiraban y eso jamás me hizo perder la humildad. Por eso llamaba más la atención de todas las chicas y chicos de la universidad. 

Ya no dolía tanto como antes. Tal vez me había acostumbrado a sus idas y venidas. Sabía que él regresaría y eso en vez de alegrarme, me hacía sentir náuseas.

Aquel día había un evento en nuestra universidad. Iban a estar todos los alumnos sin excepción. Era una enorme fiesta y ahí estaba yo. Bailando bajo la lluvia con las demás personas, amigos, compañeros, desconocidos. No era tonto, sabía que varios querían estar conmigo, varios querían saber que se sentía estar con Park JiMin. Pero nadie lo lograba. Siempre me daba a respetar y eso era lo que les llamaba más la atención. Que no era un simple puto.

Puede que en mi interior quería encontrarlo a él en esa fiesta, pero sabía que no le gustaba ese tipo de cosas y la probabilidad de que estuviera ahí era solo un uno por ciento, pues Jeon JungKook jamás se juntaba con los demás. 

La fiesta acabó demasiado temprano y con mi grupo de amigos quisimos ir a otro lugar. Eran las dos y media de la mañana, en aquel paradero cuando mi celular sonó y ese jodido uno por ciento me dio la contra nuevamente.

—¿Hola? —pregunté, pues era un número desconocido.

—Hola —dijo con voz nerviosa.

—¿Quién habla? —pregunté nuevamente tratando de reconocer la voz de quién me hablaba.

—¿Ya no te acuerdas quién soy Park? —respondió con seguridad dejándome incierto.

Entonces lo reconocí. Reconocí su voz y una corriente eléctrica recorrió mi espalda.

—Ah... tú ¿Qué quieres? —dije tratando de sonar tranquilo.

—A ti... ¿Dónde estás? —su voz sonó rara.

—Afuera de la universidad —respondí seco y cortante.

—Así que viniste —dijo muy fuerte, estaba borracho—, quiero verte, ahora.

—No —musité.

—¿Te divertiste bailando con tanto tipo? Querían comer con la mirada y yo quería matarlos —advirtió.

—Déjame en paz JungKook —le respondí fríamente.

—Por cierto, te queda hermoso el color blanco —suspiró

Él había ido a la fiesta también y me había visto. Estaba seguro de eso.

—No tengo nada que hablar contigo, adiós —corté.

Ese día lo llamé borracho y le dije que lo odiaba. A los días siguientes, estaba otra vez en su cama junto a él. Puede que sea inteligente y muy fuerte ante el mundo entero, pero con él era jodidamente débil.

—Seamos amigos que solo follan —me dijo una tarde. Me quedé mirándolo pensando que no quería perderlo.

—Está bien —acepté sin saber dónde me metía.

Habían pasado dos meses desde que estábamos juntos. Éramos una relación. Hacíamos todo lo que hacía una pareja de novios. Hablábamos de un futuro, de vivir juntos, de tener hijos juntos. Me presentó a sus amigos, le presenté a los míos. Sus celos, sus jodidos celos y sobreprotección me asustaba, su infinita delicadeza conmigo me tenía mal. Cierto día enfermé justo después de una pelea con él y desaparecí casi una semana. Cuando me conecté nuevamente al recuperarme tenía miles de mensajes de él diciéndome que no podía vivir sin mí.