Prólogo.

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Yoonoh se despierta con un dolor de cabeza bastante duro y se apoya en el respaldo de la cama, sentado sobre el colchón. La sensación de mareo y cansancio es devastadora y las ganas de que el mareo se vaya son grandes, pero permanece ahí. Se encuentra en un estado de lucidez en el que no sabe si está despierto o dormido, pero es consciente de que lo que ve, no es más que una simple fantasía. Su habitación desordenada se alza ante sus ojos, provocando una sensación de familiaridad en el cuerpo del chico. Toma aire, llenándose los pulmones y se da cuenta de que el dolor de cabeza no ha desaparecido, que incluso es más potente. La semana había terminado con una pesadilla de la que por fin había conseguido despertar, pero juraba que, de algún modo, seguía dentro de ella. Rueda los ojos y el martilleo en su cabeza se hace aún más potente. Suelta el aire que había aguantado en el pecho e intenta levantarse, pero no puede. Su cuerpo está pegado al colchón, como si una fuerza invisible le impidiera moverse, como si su cuerpo ya no le respondiera. Toma otro respiro y cierra los ojos, está acostumbrado a ese tipo de sueños, y ya sabe como despertarse de ellos, pero nunca habían venido acompañados con un dolor de cabeza y menos con mareos, cosa que le extraña. La sensación de que la oscuridad se lo come le llena por dentro, pero ya no le asusta, no sabiendo cuántas veces la ha vivido.

Comienza a sentir a alguien que lo observa, pero no siente miedo. Alguien se acerca, pero sabe que es fruto de su imaginación. Ignora todo lo que su cabeza piensa que está pasando a su alrededor y se despierta de golpe, sudando, mareado. El dolor de cabeza tampoco ha desaparecido pero ahora sí que está despierto, no hay nadie en la habitación acompañándole y ya puede moverse. Mira hacia al techo con aire de pesadez y se sienta para retirar las sábanas de su cuerpo sudado. Se levanta pero vuelve a sentarse, el mundo le da vueltas y le es imposible ponerse en pie. Maldice en voz alta y se mantiene mirando a algún punto fijo en la pared. Siente que el cuerpo le quema y quiere ducharse, pero no es capaz de moverse.

El timbre de la puerta le hace salir de su ensimismamiento, se pone de pie como puede y consigue llegar hasta la puerta, se apoya en el marco de madera y mueve el picaporte para encontrarse con un rostro aniñado y una sonrisa alegre con una boina y una caja de bonitos colores. Antes de que el chico pueda hablar, la pequeña se le adelanta.

ㅡ hola hola, ¿le falta un rico desayuno señor? ¿Quiere las galletas de las scouts? Están buenísimas, hay de vainilla, chocolate, fresas, todas hechas a mano. Le juro que tendrá el mejor desayuno de su vida. Y si las moja en café saben mejor, consejo de scout. ㅡ Después de aquel discurso para intentar vender las galletas, la niña levanta un pulgar en señal de aprobación y sonríe lo más ampliamente que puede, casi da miedo.

Yoonoh suspira y deja la puerta entreabierta para buscar su cartera, sin decir nada. Saca un billete y se lo da a la niña, que lo mira entusiasmado. Ella le acerca una caja de cada sabor y el asiente antes de cerrarle la puerta. No ha cruzado palabra con la niña pero se lleva su desayuno a la mesa.

Se hace un café de filtro y empieza a tomarlo sin azúcar, abriendo la caja de galletas de vainilla para llevarse una a los labios y descubrir que realmente están tan buenos como la niña decía. Está concentrado con su desayuno hasta que vuelven a tocar la puerta, suspirando se levanta de nuevo con paso pesado y la abre, encontrándose con otro rostro aniñado, pero masculino. Tiene un billete en la mano y una sonrisa más normal en el rostro. Se lleva un sorbo de café a los labios, esperando que hable, pero simplemente asiente, hasta que se rompe el silencio.

ㅡ Perdona, una de las niñas scouts llegó aquí con una caja de galletas, ¿cierto? ㅡ Yoonoh asiente, consiguiendo que el chico tome su mano libre para dejarle el billete en la mano. El chico se paraliza con su tacto, y no sabe por qué. La mirada del chico se plasma en los ojos del más alto, lo conoce, no sabe el por qué, ni cuándo, ni cómo, pero jura que ese tacto le es familiar. Que esos ojos los ha visto más de una vez. El joven parece tener la misma sensación pero no dice nada sobre el tema, le suelta la mano de golpe, como si una electricidad invisible le hubiera invadido y da un paso hacia atrás. ㅡ Perdón pero le pagó de más, lo siento si Yoori se equivocó. ㅡ Lo dice todo muy deprisa y se da la vuelta para marcharse. Yoonoh consigue diferenciar el tatuaje de un corazón en su mano izquierda, también le es familiar.

Se queda parado en la puerta por más de cinco minutos y termina por cerrar la pesada madera para pegar la espalda a la pared, dejando la taza del café a medio tomar sobre la mesita donde tiene las llaves y el dinero para emergencias. El mareo vuelve al obligar a su cerebro a intentar encontrar al chico en sus recuerdos, cosa que no da resultado. Saldría a buscarlo si no fuera porque no lo conoce y probablemente le tratarían de loco, sobre todo por las enormes ojeras que tiene debido a la pesadilla de la noche anterior.

¿No está soñando aún? La sensación de inseguridad se mantiene ahí, pero sabe que está despierto porque en menos de media hora tiene que estar vestido para una entrevista de trabajo, lo único que permanece en su mente es que tiene que encontrar al chico del corazón. Cómo, no lo sabe, por qué, tampoco. Pero alguna fuerza inhumana lo mueve a querer ñevantarse del sitio para vestirse y salir en busca del autobús que lo lleve hasta su destino.

No sabe dónde va a buscar siquiera, pero por algún lugar tendrá que empezar. 

amnesia ⊹ jaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora