Puede sonar desgarrador, que desde los 10 años haya tenido que sobrevivir solo, a la deriva en el Bosque Siniestro, rodeado de fauna salvaje, sin Mamá y Papá a los cuales recurrir, pues habían sacrificado sus vidas para salvarme, de ellos ya solo poseo recuerdos fugazes, que jamás se apartarán de mí, pues ya no iba a poder verlos, es cierto, suena cruel, pero esto es solo la raíz de lo que me define.
Subsistir en aquella arboleda siniestra fue una experiencia extenuante, aprendí por la mala lo peligroso que puede llegar a ser el bosque, más si se pasea como si fuera un día de campo, a causa de esto me refugiaba en troncos viejos o cuevas pequeñas para pasar la noche, cuando el ambiente se tornaba obscuro prefería dormir en la cima de los árboles ó cavar agujeros lo suficientemente profundos para huir de los depredadores, de los cuales no salía hasta pasado el peligro.
Acostumbraba salir de la guarida por pequeños lapsos de tiempo durante el alba, mediodía, y atardecer, las razones por las que salía eran simples, tenía hambre, vivir de raices y agua fue una experiencia dura para un paladar tan malcriado como el mío.
Llorar noches enteras hasta caer rendido era ya un hábito, era comprensible, pues era tan solo un infante, confinado y sometido en este bosque de mala muerte, sin nadie a quien recurrir, sin ningún contacto con el mundo exterior.
Ya habían pasado 2 meses de lo acontecido, dos meses que resido entre la maleza, llevando una vida nómada, he sabido adaptarme a este ecosistema, que más que peligroso es predecible.
Tenía la mirada fría, el cuerpo rugido, y la autoestima en decadencia, ya nada conseguía levantar mi ánimo por esta vida miserable, tener que sobrevivir a diario, huir, comer, volver a huir, llorar, la monotonía de mi vida diaria era deprimente.Esa noche había regresado de traer un manojo de Hierbas Verdes y una variedad de frutos secos, me dispuse a avivar las brasas soplando suavemente y colocando varitas secas, una vez recuperada la flama coloqué la pequeña olla manchada de tizne sobre el fuego. Mientras la infusión de hierbas y frutos secos hervía, me dispuse a tomar asiento en el suelo helado de la guarida, tenía la vista aglomerada sobre el vivaz fuego, que batallaba contra la fria brisa, que se había colado por los agujeros que recorrían la cueva, daba pequeños soplos a la beside antes de sorber, vacié lo sobrante del té al fuego y barrí las brasas, me recosté con la vista al techo, el sueño había dado el golpe final.
Pudé ver a Mamá, me contemplaba con júbilo mientras Papá aguardaba en la salida, tenía la garganta seca, sentía ansiedad, las paredes de la cueva parecían derrumbarse, mientras el piso temblaba, miraba a todos lados, no podía retener tanto, empezé a tener problemas de respiración, estaba perdiendo el sentido, la presión de sus brazos sobre mis hombros me volvió en sí.
- Duma tu Padre y yo te amamos, se que el tiempo que pasamos a tu lado fue insuficiente, eres muy joven para ir con nosotros, apenas tienes la edad suficiente para valerte por tí mismo, gracias por mucho, perdón por tan poco - Se despidió con una voz dulce.
- ¡Mamá! - desperté del sueño, con los la faz cubierta de lágrimas, la ansiedad se apoderó de mí, volvía de mí sueño a la vida real.
Permanecí llorando en posición fetal por horas, recordaba los momentos que quise olvidar, mi hogar, mis amigos, mi aldea, mis padres, extrañaba a Mamá, extrañaba su afecto, su sentido del humor, que se enfadara conmigo, pasar ratos con Papá enseñandome lo valioso que es la vida y su forma de ser con Mamá, cada vez que recordaba su último mensaje, una fuerte agonía me envolvía .
Todo cambió en un instante
<< Hijo siempre estaremos contigo >>
Una cálida sonrisa se había dibujado en mi cara, percibí el aura de sus almas, estaban ahí.
- Mamá, Papá, no los decepcionaré de nuevo, los amo, saldremos de esto -
tomé un pedazo de tela vieja con el cual froté rudamente mi rostro, me puse de pie, tomé mi bolsa de viaje y la acaparé de herramientas y suministros, Junto con la lanza de hueso improvisada que me había confiado mi Padre antes de despedirse, también el reloj de arena con las iniciales de Mamá al que tanto afecto le guardaba, una vez organizado el equipo esperé al alba, al salir seguí la única vereda que conocía, guardaba cautela ante cualquier signo de movimiento.Ya había avanzado un buen tramo, cuando mi suerte cambió, un par de pequeños wyvern's pájaro pastaban en la zona, me detuve en un árbol a mi costado izquierdo, quise gritar, pensaba que era mi final cuando recordé mis palabras, me apreté el pecho y golpee el el árbol tan fuerte que produjo un pequeño sonido, sabía bien lo que sucedería, así que no lo dudé dos veces, desenfundé la lanza mientras volvía a levantar el equipaje con ímpetu, me dispuse a acelerar el par de piernas débiles.
En esta situación me encontraba, yo, un joven Felyne, con pinta de niño dulce, de tez café clara y ojos color castaño suave, atravesando el peligro con la mirada cerrada, gritando a voces, el momento pudo ser eterno, solo que una fuerte patada derribo mi defensa frontal lanzandome en dirección contraria, sentí el brazo derecho entumecer del dolor, la lanza de hueso había absorbido el mayor impacto después de todo, tuve la oportunidad de retirarme, dejar mis cosas y huir, pero no lo permití, había tomado mi decision y era no rendirme, un wyvern se abalanzó sobre mí, apoyé las rodillas contra el suelo y volvía a desenfundar la lanza, el choque produjo un eco estridente, a la derecha divisaba al segundo maldito pájaro, dí dos pasos atrás para esquivar la embestida, mientras el pajarraco del frente daba picotazos a mi escudo, esquive este último para rodar por debajo de sus patas, ante el estorbo del escudo decidí lanzarlo al suelo para así sujetar con las dos manos el mango del arma, embestí la lanza hasta lo más profundo de sus órganos mientras gritaba de desesperación, la bestia cayó rendida al suelo, el momento duró poco pues recibí el segundo golpe de quién aún seguía vivo, esta vez nada me protegió el escudo estaba muy lejos como para correr por él, y la bestia era más grande que su compañero, me limpié la sangre del ocico y levanté una vez más, el wyvern era rápido y fuerte, esquivaba patada tras patada, mientras daba débiles estoques en la cabeza y piernas, la batalla se tornaba cada vez más lenta e insatisfactoria que el sol ya se encontraba en el cenit, fue entonces que el wyvern fastidiado escapó, se marchó dejándome con heridas internas y una victoria cuestionable.
Esa noche no pude salir del bosque, había terminado con heridas y moretones por la pelea, el dolor era molesto, además tenía un revoltijo en el estómago por el desayuno, pero aún así me sentía bien, estaba sonriendo, y mis padres lo sabían.
Hola de nuevo, me tarde algo pero aquí dejo la actualización, que tengan un buen inicio de semana :3...