El primero y el último...

2 0 0
                                    

Mientras la miraba no podía evitar pensar en lo hermosa que estaba, era hermosa todo el tiempo, pero cuando usaba la ropa de estar en casa y se sentaba de la manera que fuera que estuviera cómoda me parecía perfecta. Su atuendo era un short negro demasiado corto como para salir a la calle y una remera de tirantes también negra, no podía quejarme de ser el único que viera ese short.
Levantó la vista de su libro y me miró, sonrió al notar que la miraba también.
- Podemos hacer algo juntos, no necesito leer esto ahora.
- Pero te gusta leer y a mí me gusta mirarte, sigue..
Estiró las piernas poniendolas sobre las mías y volvió a su libro, dejándome con un nuevo entretenimiento, acariciar la suave piel en sus piernas.
Cuanto más la miraba más irreal me parecía, su cuerpo gritaba de todo menos "soy una niña inocente" y ella lo era, tenía el cuerpazo de una mujer con cada curva en su lugar y la seguridad al caminar que te decía que sabía que estaba buena, pero la realidad era que tenía diecisiete años, yo le había dado su primer beso hacía dos años y ella no tenía conciencia de lo hermosa que era o lo que causaba en los hombres. Vivía en su mundo propio, uno del que me moría por ser parte y ahora lo era.
Estaba tan concentrado en acariciar su piel que no me había dado cuenta de que me estaba mirando.
- ¿Qué pasa?
- Nada, sólo no puedo concentrarme cuando haces eso - dijo esquivando mi mirada, ví sus mejillas enrojecerse mientras ella se aclaraba la garganta y dejaba el libro a un lado.
- ¿Qué cosa, esto?
Deslicé las manos por sus piernas otra vez, como venía haciendo hace un rato y disfruté de su reacción. Su mirada se clavo en su piel, que se erizaba ante el contacto de mis dedos y luego subió sus inocentes y hermosos ojos miel hacia los míos.
No sabía qué hacer con lo que sentía y yo estaba más que encantado de ayudarla con eso.
- Ahora es cuando te subes sobre mí y me besas.
Sugerí divertido, me tomó por sorpresa cuando lo hizo, sentándose a horcajadas sobre mí pero sin besarme.
- ¿Asi?
Sus voz era apenas un murmullo al preguntar y se veía tan inocente y tímida que contrastaba demasiado con la manera en que estaba sobre mí.
- Sólo si quieres...
- ¿Vas a continuar lo que empezaste o me quedaré aquí sentada esperando?
La ví sonrojarse con sus propias palabras y me hizo sonreír.
- Me vuelves loco - murmuré segundos antes de plantar mis labios sobre los suyos y luego luchar por adueñarme de su labio inferior.
- ¿Podemos dejarlo sólo hasta la parte donde me acaricias?
Su voz era pura miel, tierna e inocente, decir que eso no me ponía aún más sería una mentira pero también me hacía respetarla.
- Todo a tu tiempo, lo sabes, eso no va a cambiar.
Respondí entre besos y ella pareció relajarse, rodeando mi cuello con sus brazos y pegando su torso aún más al mío.
Puse mis manos en sus muslos, masajeando su piel despacio y subiendo lentamente. Me detuve al llegar al borde del diminuto short, sabiendo que ahí comenzaba una de las zonas prohibidas.
Si debía ser sincero me moría por poner ambas manos en su gran atributo pero volvíamos al tema de su inocencia, o eso creía yo.
- A ti no voy a golpearte por tocar... - dijo con una pequeña sonrisita. Me trasladaba a otro mundo cuando estaba con ella, uno en el que todo era perfecto, donde el hecho de tener diez años más que ella no me hacía un pedófilo y donde amarla era lo único que me hacía sentir vivo. Aunque esa parte no se alejaba de la realidad.
- No quiero incomodarte.
- Me gusta como se siente...
Obedecí a su pedido con cautela, preparado para alejarme en cuanto diera la menor señal de incomodidad, pero no hizo nada, se quedó ahí, sólo besándome y por poco muero cuando suelta un suspiro sobre mis labios, justo después de que la empuje más cerca de mí.
- Tenemos que parar ahora, por favor, no quiero pasarme contigo y me lo estás poniendo difícil.
Justo cuando Sara está por levantarse la puerta de entrada se abre y su hermana se queda tan estática como nosotros al vernos. Gemma es mi mejor amiga desde hace años, es la razón por la que conocí y me enamoré de Sara, no le molesta que estemos juntos pero dudo que entre sus momentos favoritos esté ver a su mejor amigo con las manos posadas descaradamente en el culo de su hermanita, quién casualmente está montada sobre su mejor amigo.
- De verdad lo siento, no se suponía que... No estábamos pensando en hacer nada... No se me ocurrió que vendrías...
- Sólo quita las manos, ¿okey? - dijo ella negando con la cabeza y finalmente metiéndose en la casa, cerrando la puerta tras ella. Obedecí a su pedido y Sara se levantó como un rayo de encima de mí, siguiendo a su hermana a la cocina, me levanté también acercándome despacio.
Casi podía sentir la vergüenza de Sara al hablar con Gemma.
- Gemma, lo siento, fue mi culpa.
- Da igual quién comenzó... Si la que entró por esa puerta hubiera sido mamá estarías metida en un gran problema y ni hablar de Klaus, me oíste idiota.
- Lo sé, sabes que lo sé.
- Sara... ¿Puedes dejarme hablar con él un minuto? Y cámbiate, mamá está por llegar.
Ella se mordió el labio, sopesando las palabras de su hermana y me miró a mí. Tiré de su mano, dejando un beso en el dorso de ésta y sonreí.
- Ve, te prometo que no le haré caso si me pide que te deje.
- Ella sabe que no te pediría algo así.
- No volverá a pasar Gemma, no te preocupes... - dijo Sara mirándola con decisión, le dió un apretón a mi mano y se fue. Me quedé mirando el diminuto short hasta que desapareció y Gemma me dió un buen golpe en el hombro.
- Auch.
- Si dices "Auch" por eso no quiero imaginar lo que vas a hacer cuando mamá le prohíba verte.
- ¿Por qué haría eso?
- Porque Sara tiene apenas diecisiete, los cumplió la semana pasada, está terminando la secundaria y conoces a mi madre, si piensa que eres una distracción para su futuro te quitará del medio... No quiero ver que eso suceda.
- Amo a tu hermana más de lo que he amado cualquier cosa en mi vida, ¿Crees que arriesgaría su futuro, que le permitiría  arriesgar algo por mí, lo que sea? No, no lo haría, ella es perfectamente capás de estudiar y pensar en mí al mismo tiempo. No le exijo que vaya a verme, ni que me hable cuando sé que está estudiando...
- Hey, cálmate. Soy completamente conciente de todo eso, no necesitas defender su relación frente a mí, pero quizás sí frente a mi madre si llega a verte con las manos en el trasero de Sara... Escucha, Klaus sé que la amas y sé también que ella te ama a ti porque yo fui quién se sentó a su lado y la abrazó muerta de risa cuando la encontré llorando preocupada de lo que yo iba a pensar al saber que estaba enamorada de ti y se habían besado, pero lo que quiero que entiendas, que ambos entiendan es que mamá no pensará igual. Ya odia el hecho de que seas casi diez años mayor, no le des más razones para expulsarte de la vida de Sara y no me digas que ella no puede hacerlo porque sabes que lo hará.
- Lo sé, sé de lo que es capás... Lo siento, lamento que estés en esta situación, prometo que seré más cuidadoso. Ya no la besaré cuando estemos en tu casa.
Me acerqué a darle un abrazo y revolver su cabello.
- Sara me matará si se lo dices.
- ¿Decirme qué?
- Que las amo a ambas, ¿Qué hay con las mujeres de esta familia? - dije atrayendo a Sara al abrazo cuando apareció junto a nosotros, vestida con una falda que había estirado generosamente hasta diez dedos sobre las rodillas y una camiseta que cubría todo su abdomen.
- Considero los gustos de mis hijas cuestionables si preguntas.
Solté a ambas chicas al oír una voz seria detrás de mí. Me volteé y extendí mi mano hacia la mujer.
- Señora Dalton, que gusto verla.
- Klaus...
Pronunció mi nombre apenas mientras le daba un sacudón a mi mano. Todo quedó en silencio por unos eternos minutos en los que la mujer nos inspeccionó a todos de arriba a abajo y al lugar también.
- Entonces... ¿Te quedarás a cenar?
- Oh, no, muchas gracias por la invitación pero mi madre planeó una cena familiar hoy... de hecho me estaba preguntando si Sara podría venir conmigo.
Por poco me arrepiento de preguntar al ver que el rostro de la mujer se contorsionaba como si hubiera chupado limón.
- Es tu novia, familia para ti ¿Verdad? Por supuesto, en cuanto la traigas antes de las once.
- Si, gracias.
- Entonces nos vamos, adiós mamá, vendre antes de la madrugada.
- De las once.
- De la una, te quiero, Gemma asegúrate de que duerma.
- Como digas, diviértanse.
Sara ya había tomado mi mano y me había arrastrado hasta la puerta para cuando su hermana respondió.
No pude evitar ir callado en el camino, en mi mente giraba la conversación con Gemma y la expresión de su madre al verme y luego cuando le pedí permiso para llevar a Sara a cenar. Esa mujer me odiaba y si no lo hacía estaba muy cerca de hacerlo, no necesitaba decirme que su hija era demasiado para mí, hacía demasiado obvio que eso era lo que pensaba y quizás tuviera razón.
Mierda, Sara era demasiado buena para todo el mundo. Era bonita, inteligente, dulce, paciente, inocente, no podía terminar de nombrar todo lo que me gustaba de ella y aquí estaba yo, un hombre casi diez años mayor que ella, que trabajaba la mitad del día en una empresa constructora y no tenía otra intención que seguir trabajando.
Decir que podía encontrar un mejor partido sería poco decir, pero yo la amaba con cada fibra de mi cuerpo y cada latido de mi corazón, lo que quizás me convertía en un egoísta porque no estaba dispuesto a dejarla ir.
- Sé lo que estás pensando, déjalo ya, no vale la pena.
La voz de Sara me sacó de mis pensamientos y la miré brevemente antes de contestar.
- ¿Qué crees que pienso?
- Las mismas estupideces de siempre... Que no eres bueno para mí y que mi madre te odia.
- No puedes negar lo último - dije divertido.
Su pequeña mano se posó sobre mi pierna, la observé unos segundos antes de poner la mía encima.
- No me interesa lo que ella crea, ¿me escuchas? Yo te amo, no me enamoré de ti porque si, me enamoré de ti porque tú hiciste que me enamorara y eso no va a cambiar. Te mereces que te ame tanto como yo merezco que me ames, así que hazme un favor e ignora a cualquiera que te diga lo contrario.
- Por eso te amo.
- ¿Solo por eso?
- Te amo por muchas razones...
                    ~~~~~~~~~~
La cena fue de lo más normal esa noche, mi familia amaba a Sara y Gemma como si compartieran la misma sangre. Mi madre no se cansaba de decir lo feliz que estaba de saber que Sara me amaba y yo a ella, y de lo feliz que la hacía que el amor de mi vida fuera una joven tan agradable como ella.
La lleve a su casa a las once por más de que me rogó que nos fuéramos más tarde, pero me aseguré de salir una hora antes. Tardabamos solo media hora en llegar a su casa así que me detuve una cuadra antes para hacer tiempo.
- No tienes que cumplir todos sus caprichos... - dijo molesta.
- Sí tengo que hacerlo si quiero seguir viéndote.Y quiero, realmente quiero.
Apoyé una mano bajo su barbilla y alcé su rostro, girandolo hacia mí también antes de besarla.
No estaba muy entusiasmada al principio, señal de su enfado, pero algunos minutos después en los que no la solté más que para cambiar de ángulo comenzó a seguirme con más atención.
Antes de poder detenerla ya se había subido a horcajadas sobre mí y el beso que me dió era de todo menos calmado.
- Sara...
- ¿Quieres seguir las estupideces de mi madre? Bien, entonces ignora las mías ahora, no hay límites.
Su voz era pura seguridad al hablar y su mirada la respaldaba en su empeño por mostrarse decidida, pero me quedé estático donde estaba, no quería hacer algo con lo que ella no se sintiera segura o cómoda.
- No necesito esto...
- No es verdad.
No lo era, pero no estaba por admitirlo, por lo menos no mientras ella no lograra quebrantar mi fuerza de voluntad.
- Sara no quieres hacer eso y lo sabes, no me provoques a hacer algo que ninguno desea.
- Tú lo deseas...
- No si tú no lo haces también. Cálmate, tu madre sólo me pidió una cosa, no me dijo que debía dejarte.
- Sólo prométeme que si te lo dice no vas a hacerle caso, que vendrás a buscarme y nos iremos juntos.
- Sara...
- Deja de llamarme por mi nombre y responde.
- Me gusta tu nombre.
- Estás vacilando.
Suspiré con una mezcla de frustración y tristeza por lo que nos estaba pasando. Cuando cerré los ojos apoyando mi frente en la suya me abrazó con fuerza.
- Lo siento, no es justo que te pida algo así, no quieres problemas y yo sólo quiero meterte en ellos... Es que tengo tanto miedo de perderte que no sé qué hacer.
- Hey, no vas a perderme, jamás. ¿Oíste? Jamás podría dejarte ir.
- Eso quiero creer pero cada vez que creo que estamos avanzando mi madre nos hace retroceder y tengo miedo de que algún día te canses de eso.
- No, no lo haré... ¿Cuánto tiempo nos queda?
Ella tomó su celular y miró la hora.
- Veinte minutos.
- Entonces será mejor que nos pongamos al día, ¿En qué estábamos hoy? Ah, sí...- murmuré mirándola directo a los ojos. Deslicé las manos por sus muslos despacio asegurándome de que no perdiera ni un segundo de sensaciones y de no perderme los cambios en su rostro.
Su respiración se volvió trabajosa en cuanto mis manos llegaron a la falda y comencé a subirla despacio. Sus ojos estaban clavados en mis manos deslizándose por su piel y ahogó un suspiro cuando desaparecieron bajo su falda.
Mi cuerpo era demasiado conciente de tenerla encima y de lo mucho que estaba disfrutando de mis caricias ahora con los ojos cerrados. La besé decidido a lograr que quisiera más para cuando tuviera que bajar del coche, era egoísta pero quería que durmiera pensando en mí.
Cambié el sector de mis besos de sus labios a su cuello, retirando unos cuantos rizos negros en el proceso.
Se inclinó sobre mí, estirando el cuello para darme más acceso y empujando mi rostro contra su piel. Los suaves sonidos que se escapaban de su garganta amenazaban con volverme loco, pero la idea era enloquecerla a ella así que hice todo lo posible por mantenerme cuerdo mientras la tuviera sobre mí.
- Podría tenerte aquí todo el día... Pero probablemente nuestros veinte minutos se acaben princesa, así que quizás quieras bajarte ahora.
- No, sólo sigue... Por favor.
Obedecí a su pedido y continué con los besos por su clavícula mientras presionaba y masajeaba su piel con mis manos.
- ¿Pensaras en mí ésta noche mientras te revuelves en las sábanas?
- Sí, lo haré... - su voz era apenas un susurro y sonaba tan embelesada que me la comería ahí mismo si no supiera que no teníamos tiempo y su madre nos mataría. Aún más ahora que los vecinos se acercaban a ver qué sucedía.
- Bien, ya es hora.
Quité mis manos de su piel y bajé su falda antes de darle un beso en la punta de la nariz. Ella soltó un pequeño quejido antes de cambiarse a su asiento otra vez, justo a tiempo porque enseguida oí los golpes en mi ventanilla, el polarizado nos facilitaba la cuestión.
Le dije al hombre que preguntó que sólo habíamos parado a buscar algo y luego hice la cuadra que me faltaba hasta casa de Sara.
- Buenas noches, Amor.
- Buenas noches... Y Klaus más te vale que tengas un gran sueño conmigo esta noche porque de otra manera voy a matarte, ¿me oíste?
Me hizo reír que pudiera pensar que no iba a tener un detallado sueño erótico con ella luego de lo que acababa de dejar a medias con su cuerpo, aunque quizás un sueño erótico no fuera lo que ella tenía en mente exactamente.
Observé su precioso trasero moverse hasta la entrada de la casa y luego desaparecer tras la puerta antes de abrir la guantera del auto y tomar la pequeña caja dentro, la cual llevaba esperando a que yo decidiera dejar de ser tan cobarde por casi seis meses ya. La abrí y observé el anillo de diamantes por un buen rato antes de volver a guardarlo y alejarme de su casa.
No dudaba amarla o querer atarme a ella, eso estaba fuera de discusión, mis dudas estaban en si ella aceptaría y antes de que fuera mayor dudaba que su madre lo aceptara. No tenía dudas tampoco sobre sus sentimientos por mí, pero era demasiado joven y salir conmigo le había quitado cierta libertad a la hora de experimentar, quizás si le propusiera matrimonio esa idea la golpearía como un cachetazo y me dejaría, ahí era cuando mi cobardía entraba en acción y me impedía actuar. A esta altura de mi vida perderla me iba a dejar sólo para siempre porque sabía perfectamente que no iba a recuperarme rápido de eso.
Quería dejarla saborear la libertad cuando empezara la universidad pero también tenía miedo de hacerlo.
                  ~~~~~~~~~~~~
El tiempo pasaba demasiado rápido para mí, conocía a Klaus por casi diez años ya y nuestra relación había empezado en mi penúltimo año de secundaria, lo que en mi segundo año de universidad nos daba cuatro años de relación.
Nunca había estado con nadie, un novio era la última de mis preocupaciones y entonces él entró en la habitación equivocada para vestirse mientras yo me vestía y habíamos quedado en la incómoda situación de ver al otro parcialmente desnudo, lo resolvimos volteandonos pero el momento nos marcó para siempre. Comenzamos a hablar más, comenzamos a conocernos y a vernos de manera diferente al amigo de mi hermana y la hermanita de mi amiga.
Y entonces sucedió, me enamoré de él. Recordaba la primera vez que nos habíamos besado con total claridad, él estaba esperando a Gemma en casa y yo le había llevado un vaso de agua, pero estaba nerviosa y había terminado colocándolo muy cerca del borde de la mesa, al parecer le di un empujón al irme porque enseguida oí el ruido del vaso rompiéndose en el piso. Me agaché a juntar los pedazos pero Klaus ya lo estaba haciendo y cuando quise ayudar sólo logré que se hiciera un corte.
Estaba limpiandolo cuando él preguntó qué me tenía tan nerviosa, no pude responder, me quedé mirando la curita infantil que acababa de poner en su dedo como si fuera de lo más interesante y entonces él me besó así de la nada, como si no hubiera podido resistir. Se había disculpado tantas veces en el día que Gemma se había desesperado por entender qué me había hecho y en la noche cuando me encontró llorando y le conté lo que sucedía no hizo más que partirse de risa y decir "Finalmente lo hizo, ya era hora".
Me mordí el labio viéndome al espejo mientras esperaba que Klaus llegara a casa. Era su cumpleaños y yo estaba muy segura de lo que quería regalarle, nos habíamos ido a vivir juntos un año atrás cuando mi madre me había exigido que lo dejara y yo me había negado, su respuesta fue que si vivía en su casa era bajo sus órdenes así que me mudé con él.
No sabía por qué no habíamos tenido relaciones aún, pero no había pasado, él respetaba mis tiempos como si se tratara de una ley sagrada y hasta ahora yo no me había sentido completamente segura. Lo más cerca que habíamos estado había sido en nuestro aniversario, el beso se había salido un poco de control y antes de que lo notara estábamos quitándonos la ropa, no quise detenerlo pero Klaus lo hizo, con una expresión de sufrimiento en su rostro se alejó de mí. Quizas no estaba lista para tener relaciones sexuales exactamente pero había algunas cosas a las que no iba a oponerme y se lo hice saber. Fue la primera vez que me enteré de parte de lo que me perdía por no tener sexo, todas las sensaciones que me causaban sus besos y caricias tomaron control de mi cuerpo y me había derretido entre sus brazos murmurando cosas sin sentido.
- ¡Amor, estoy en casa!
Sonreí al oír la voz de Klaus y luego sus pasos acercándose, me recosté en la cama esperando a que llegara a mí. Se frenó en seco al verme, sus ojos subían y bajaban por mi cuerpo una y otra vez, tragó saliva con dificultad y luego se acercó a mí despacio.
- ¿A qué se debe esta hermosa bienvenida?
- Feliz Cumpleaños... Sólo lamento no tener idea de cómo lucir sexi en este momento.
- Lo haces muy bien... ¿Qué es lo que traes puesto?
- Algo un poco más atrevido que mis conjuntos de algodón - dije bajando la vista al conjunto de encaje rojo que cubría apenas mi cuerpo.
- Sara, te queda jodidamente bien.
- Esperaba que lo demostraras quitandomelo.
- ¿Estas segura de que quieres esto? Porque estoy completamente seguro de que una vez que tenga las manos sobre ti no voy a poder parar, no voy a querer hacerlo.
- Enséñame...
- Te amo.
- Y a yo a ti, por siempre...
Me arrodille en la cama y me moví hacia él, que se arrodilló también frente a mí y me besó con deseo desbordando por cada segundo. Poco a poco fui deshaciendome de su ropa mientras él sólo me dejaba hacer, besándome cada vez con más profundidad. Sentí sus manos temblar mientras se deshacía del delicado sostén rojo y ví sus pupilas dilatarse dejando apenas un anillo verdoso en sus ojos. Me atacó a besos por todo el cuerpo antes de siquiera tocar la bombacha de encaje.
Mi cuerpo se fundió en deseo y amor mientras la noche pasaba y finalmente hacíamos el amor, tan lenta y delicadamente como siempre soñé.
                 ~~~~~~~~~~~
Desperté sintiendo suaves besos en mi hombro y caricias en mi cintura, la mezcla causó las famosas mariposas en mi estómago y una gran sonrisa se formó en mi rostro al instante, mientras los recuerdos de anoche llenaban mi memoria.
- Te prometo que hoy compraré un regalo... - murmuré aún adormilada.
- ¿Para quién?
- Para ti, tonto.
- ¿Estas loca o aún no has despertado del todo?
Me volteé entre sus brazos y lo besé.
- Es que no lo había pensado realmente pero no te di nada.
- Claro que sí, me diste algo que nadie puede comprar, me diste una parte de ti y lo amé, te amo.
- Y yo a ti, anoche fue hermoso... De cualquier modo voy a comprarte algo.
- Eres muy necia, ¿Lo sabías?
- Sí, lo dices siempre.
- Igual te amo... ¿Te casarías conmigo?
- ¿Qué? - dije confundida. Mi corazón comenzó a latir desesperado y lo miré fijo en busca de respuestas.
- Soy un imbécil, lo siento.
- No, ¿lo decías en broma?
- No, pero no se suponía que lo dijera así, yo sólo... Olvídalo ¿si?
- Jamás... ¿Tú acabas de proponerme matrimonio y quieres que lo olvide? Lo siento pero tienes que hacerte cargo porque sí quiero casarme contigo.
Me incorporé mirándolo con la sonrisa más enorme que cabía en mi rostro, pero él no reaccionaba, se había quedado mirándome impresionado.
- Klaus, reacciona, ¿Quieres casarte conmigo o no?
- Yo... ¿Tú acabas de aceptar?
- Por supuesto que sí, sí, mil veces sí, te amo.
Él soltó una carcajada mezclada con un suspiro de alivio, tiró de mí encima suyo besándome una y otra vez. Abrió un cajón a su lado y sacó una pequeña cajita que me enseñó abriendola frente a mí y revelando el anillo más hermoso de todos, me daba igual si eran diamantes o no, era precioso. Tomó mi mano y deslizó el anillo suavemente en mi dedo, yo no podía dejar de sonreír y no pude evitar la lágrima que se deslizó por mi mejilla.
- Llevo dos años intentando proponerte matrimonio pero una y otra vez me detuve porque tenía miedo de que huyeras y tú respondes así, como si no pudieras imaginar nada mejor para tu vida... Me haces tan feliz, Sara no tienes idea de cuánto te amo.
Había estado con un sólo hombre toda mi vida, había sido mi primer beso, mi primer novio, mi primera vez y mi marido pero jamás podría arrepentirme porque cada vez que lo miraba a los ojos volvía a enamorarme de él y cada vez que veía a mis hijos recordaba todo el amor que nos había llevado hasta donde estábamos. No creía que hubiera algo que amara más en el mundo que mi pequeña familia.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 10, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mini Historias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora