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Narra Law:


Fue una noche, ¡una sola y larga noche! Más parecido a una broma de mal gusto. ¿Que qué pasó? Ah, nada importante: solo Roronoa-ya, yo y un puticlub de una isla dejada de la mano de Dios.

Todo empezó en el instante en el que puse el pie en tierra. Fue una parada de emergencia: uno de los conductos de refrigeración, y algunas otras cosas estaban dañadas, tras sufrir un ataque de la Marina. Además de que hacían falta algunos recursos de otro tipo.

Estábamos en el South Blue, para mí es una temperatura demasiado alta. Prefiero el frío. Me quejo de que hace frío, pero el calor no lo soporto. Ese día debían haber cerca de cuarenta grados... (pues como Dressrosa en verano...). Lo primero que hice fue organizar a mi tripulación, quiénes se quedaban en casa, los que se encargarían de buscar piezas, o cualquier cosa para reparar los desperfectos; otros que fueran a comprar un poco de todo... Yo me fui por libre. Compré unas cuantas medicinas que necesitaba, y paseé por el centro de la ciudad. Había un gran mercado con distintos productos: alimentos, especias, productos exóticos, libros, herramientas... Aunque era una isla pequeña era un núcleo comercial. Encontré un libro de medicina que me llamó mucho la atención y lo compré al instante. Como ya se hizo mediodía, regresé al barco. Poco más tarde escondimos el submarino en la costa este de la isla; era una zona de muchos acantilados y sería fácil ocultar una nave tan grande. Y después... nos fuimos a comer.

El grupo de los mecánicos encontró a un grupo de carpinteros navales que se prestaron a echar un vistazo al casco y a dejar las herramientas necesarias. Por lo visto era unos especialistas en desmantelar naves que viajaron desde Water 7, una isla de Paraíso. Conocieron a Luffy y su tripulación, y Franky, el carpintero de los Mugiwara, era su... ¿Aniki? Bueno, el caso es que nos ayudaron y era lo único que nos interesaba en ese momento. Eso suponía zarpar más tarde. Preferiría no gastar innecesariamente el tiempo en cualquier sitio que no me dé algún beneficio.

Tras la revisión integral del submarino, aparecieron otros pequeños problemas para reparar que no podíamos dejar pasar. El día que llegamos, ya tuvimos follón. Una banda de "intento de piratas" se metió con nosotros mientras cenábamos. Duraron unos segundos bajo mi espada... Ellos y todo lo que estaba a mi alrededor. El edificio quedó hecho un asco, la gente que seguía entera salió corriendo despavorida, mis chicos se vieron obligados a echar a esos piratas de pacotilla a patadas de allí. Por suerte, no tuvimos más problemas.

Dos días después, hubo un gran revuelo en el puerto principal de la isla. No me molesté en echar un vistazo. Podían ser marines, y es mejor que no nos vieran a ninguno. Así que extremamos precauciones, todos. Incluso, permití que fuesen con ropa de calle; el mono, es demasiado llamativo, además de que lleva el jolly roger de la banda. Sería un descuido que se podría evitar.

Pasé el resto el día solo. Los chicos no aparecieron ni para comer conmigo, después regresé a la biblioteca donde devoré varios libros. Estaba completamente solo así que estuve cómodo y ya había recorrido todos los sitios interesantes. La isla fue, anteriormente, una base de la Marina, tras llegar Barbablanca los marines salieron por piernas de allí; el viejo los acogió bajo su dominio y protección. Al morir, entraron en crisis por temor a que les atacasen otros piratas, pero consiguieron estabilizar su economía y gobierno, protegiéndose de los maleantes que pasaban llegando, incluso, a hacer acuerdos como los que habíamos hecho con los carpinteros. Prometí que hasta que nuestra nave no estuviera en perfectas condiciones para navegar, mi tripulación se comprometía a no armar jaleo. Debería habérmelo pensado mejor...

Cuando me echaron, ya por la hora de cierre, fui refunfuñando entre dientes hasta volver a la plaza principal.

Era casi medianoche y todo estaba cerrado. Aun por la noche, hacía calor. Oí unos golpes en uno de los callejones. Por un segundo me preocupé de que fuera alguno de los míos y corrí en esa dirección. Encontré a un hombre fornido discutiendo con una chica que debía ser de mi edad. No sé por qué, salté sobre él y lo inmovilicé como pude.

Una sola nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora