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Narra Law:

Por fin se ha dormido. Ahora que lo pienso, habría sido más rápido darle un botellazo en la cabeza y dejarlo seco; por lo menos no habría hecho el ridículo. Tengo que salir de aquí. Busqué a tientas mi ropa, y como pude, me vestí. En el pasillo no había nadie, supuse que el bar aún estaría abarrotado de gente. Aprovechando la situación, me colé en la habitación de la vieja. No variaba mucho de la que acababa de dejar con el "bello durmiente". Las llaves de las esposas estaban en la mesilla de noche pero tenía que abrir la cerradura, hacía bastante que no tenía que forzar una. Al final de dos minutos eternos en los que temía que me pillase, conseguí las llaves y me quité esas malditas cosas de inmediato. Esa sensación desagradable del contacto con el kairoseki desaparecía y me sentía libre de lo que pasé en aquel infierno. Guardé las otras dos llaves en mi bolsillo y salí corriendo por la escalera trasera, fui directo tras el escenario, donde escondía mi espada y allí estaba una de las chicas. Al verme aparecer así de sofocado, me dio las esposas falsas que habíamos preparado, eran solo unas pulseras, pero daban el pego. Le quité las suyas y en ese momento se asomó la vieja.

– ¡Eh! Mocoso, ¿qué haces aquí abajo? Deberías estar con ese chico. – Dijo con voz carrasposa.

– Venía a por otra botella. No quería pasar por la barra y todos los marines. – Ya tenía la escusa preparada por si pasaba esto. – No la encontraba y he venido a preguntarle a Lina.

– Y a qué esperas, chica. Vamos, no te pago para que estés sin hacer nada.

– No me pagas.

– Pero tampoco dejo que te mueras de hambre, ¿no? – Volvió a desaparecer y nos quedamos en silencio mirando por si volvía.

– Vamos. – Dije tendiéndole la mano.

Los dos listos, solo quedaba su hermana. Cómo sacarla delante de todos era el truco final del espectáculo, y debíamos ingeniárnoslas para hacerlo sin levantar sospechas. Y por otro lado, estaba Roronoa... ¿Qué debía hacer con él?

– Lina, tienes que hacer una cosa por mí. – Puso toda su atención. – Sube a la primera habitación, hay un tío. Sácalo de aquí, y luego, tú sola, ve a la costa norte. Nos encontraremos allí. ¿De acuerdo? Corre, date prisa.

Esperé diez minutos y, espada en mano, fui a por su hermana. Corté los cables de los focos y todo se fundió en negro. Salté al escenario y le quité las esposas. La cargué a los hombros y salimos de allí haciendo un enorme agujero en la pared. El edificio empezó a caerse, y corrí lo más rápido que me daban las piernas. Dando un rodeo por las callejuelas para evitar que nadie nos siguiera.

– ¡Trafalgar! Qu- ¡¿Dónde está mi hermana?!

– Tranquila. Está a salvo.

– ¡Dónde me llevas!

– A la parte norte de la isla. Nos encontraremos allí con tu hermana.

Tenía un plan de antemano, sabía muchas cosas de esa isla y qué había en el norte como para poder sacar a esas mujeres de la isla sin dejar rastro.

Estaba empezando a amanecer cuando llegamos al lugar acordado, era una zona boscosa que daba a una playa de difícil acceso para las personas normales. Vi a lo lejos la silueta de la chica y acudimos a ella.

– Hola. – Dije acalorado por la carrera. Me miró seria y su expresión se alegró en cuanto vio a su hermana

– Lo has conseguido. – Dijo entusiasmada.

– Pensabas que no ser-

– Y Law también... – ¿Se lo decía a su hermana? Ja... Ja...

– A ver, ¿y plan del que tanto presumías?

Una sola nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora