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Narra Zoro:

Llegamos hacía unos cuatro o cinco días a la isla, Luffy no se está quieto y se armó un follón cuando desembarcamos; mucha gente fue a recibirnos y tal. Cada uno se fue por su lado. Yo me perd- ¡despisté! un momento, pero nos reencontramos a la hora de cenar. Franky se puso como loco: parte de los que trabajaban con él en Water 7, estaban en aquella isla arreglando barcos y haciendo otras chapuzas para ganarse la vida. Ese día tenían mucho trabajo así que la noche siguiente preparamos un gran banquete todos juntos. Yo volví al barco a dormir pero los demás no sé qué hicieron. Al día siguiente todo estaba muy tranquilo, me pasé el día durmiendo. De madrugada desperté y vi llegar a Sanji, más... contento de lo habitual. Me contó acerca de ese club "tan discreto" en el que había pasado casi toda la noche. Así que decidí pasarme a visitarlo.

Lo que no esperaba era encontrarme con Law, y mucho menos como uno de los anfitriones. Siempre ha sido muy frío y esquivo, además de orgulloso. Esa situación debía de estar afectándole, y parece que me ha subestimado desde que nos conocimos. No soporto a esas personas. Esa sería como mi... venganza, por así llamarlo. Además hace mucho que no... pruebo carne ajena. No me importa quien sea, la verdad.

– Vamos, Torao. ¿No soportas un poco de alcohol? – Apretó la mandíbula, le estaba poniendo histérico. Era divertido ver esa expresión en su cara. Fue a sentarse a mi lado y le detuve.

– Qué... Ahora qué.– Resopló.

– Siéntate encima de mí. – Dije. Hizo un movimiento brusco y miró hacia los marines.

– Está bien. Aunque será un poco raro porque eres más pequeño que yo. – Solté un pequeño bufido animado mientras me reacomodaba en mi asiento. Se puso sobre mis piernas. – ¿Contento?...

– Seh... Aunque tienes la lengua muy suelta. Creo que debería ocuparla con algo, ¿qué me recomiendas? – No levantábamos la voz, hacía gestos de molestia, vigilaba a los militares. Agarré su mentón obligándole a mirarme. – Están demasiado entretenidos babeando. Por qué no me das a mí un poco de diversión también, ¿hm?

– Y qué quieres. Anda... bébete el sake y fuera. – Hizo un amago para levantarse y lo detuve agarrando su culo con ambas manos. – Q-qué estás...

– Shhh. ¿No es curioso? Eres más alto que yo y ocupas la mitad. – Clavé los dientes en su pecho y soltó un ahogado gemido, que nadie más oyó gracias a la máscara. Rodeé su cintura con un brazo y con la otra mano acariciaba su entrepierna sobre el pantalón. – ¿Cómo es que llevas ropa tan ajustada? ¿No te resulta incómodo en casos como estos?

– Eh... Dejame en paz, y deja de hacer eso.

– ¿Ah, no? – Rozaba mi entrepierna con la suya y agachó la cabeza sobre mi hombro. Susurré en su oído: – Ves. "Es normal". ¿No dicen eso los médicos? – Mordisqueé dulcemente su oreja estirando de los pendientes.

Le oía jadeos y ligeros gemidos que no podía esconder. Tuve una sensación extraña cuando le miré a los ojos. Todo ese plan de humillarle, de vengarme porque me infravaloraba, ese plan de devolvérsela con intereses... se esfumaba poco a poco.

La sala entera se fundió en negro, el número de la chica había acabado; pero otro muy diferente estaba por empezar para mí.

Noté como Law se retorcía, y tuve la sensación de que me estuviera sonriendo de oreja a oreja. Me sentí acorralado. Rozó mis labios y se apartó. Busqué su cara con las manos y le besé como si fuera mi primera vez. Dulce, cálido y sentido. Me había obsesionado tanto con vengarme de Trafalgar Law, que caí en sus encantos. Se abrazó a mi cuello y yo a su cintura. Sentía algo que no sabía cómo... nunca lo había notado antes. Ese corto espacio a oscuras se volvió una eternidad. Se iluminó de nuevo toda la sala, pero seguíamos cubiertos por las sombras.

Una sola nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora