Tres

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Tsukki

—Hoy darán el maratón del que te hablé, podemos pasar a comprar helado y si quieres...

— ¡Tadashi! —gritó Makoto llegando hasta ellos y fundiendo en un abrazo al de pecas e interrumpiendo a Tsukishima, que tuvo que hacerse a un lado para que no lo chocara.

Caminar juntos a la escuela había vuelto a ser costumbre, sin embargo no es algo que Yamaguchi hubiese planeado y mucho menos estado de acuerdo. Cuando después de vacaciones volvieron a asistir a la escuela, Yamaguchi se dijo a sí mismo que no quería volver a esperar al rubio, porque aún en la situación en la que estaban (la situación donde al parecer volverían a retomar su amistad) él ya se había prometido el dejar los sentimientos por el rubio cuando sufrió aquel doloroso martirio que no quería volver a cruzar.

Sin embargo, ahora era el rubio quien lo esperaba, para su suerte, aún cuando saliese más temprano de lo normal o más tarde a propósito, el rubio ya lo esperaba, y no le reprendía nunca por llegar de manera precipitada o atrasada. Cuando Tsukishima lo veía llegar le sonreía levemente y comenzaba a conversar con él, Yamaguchi tenía que reprimir el querer echarse a llorar hasta que por el camino se cruzasen con Makoto o Yukio, o Kageyama, o Hinata o quién fuese. No quería estar mucho tiempo a solas con Tsukki.

Y ahora Makoto lo había salvado.

— ¡Haces las galletas más deliciosas de la faz de la tierra! —dijo Makoto sin dejar de abrazarlo, e ignorando a Tsukishima de manera obvia—. Te juro que nos han encantado, la próxima vez regálame algunas con chispas de chocolate, sólo digo.

Yamaguchi sonrió divertido. Olvidándose por unos segundos del rubio, sólo unos segundos, pues cuando empezaron a caminar, esta vez Makoto y Yamaguchi juntos y un Tsukishima detrás de ambos, el rubio jaló del suéter al peliverde antes de que avanzaran más.

Tsukki no dijo nada, sólo se aferró del suéter de Yamaguchi.

Makoto frunció los labios.

—Me adelantaré con Yukio, ¿bien, Tadashi?

Yamaguchi asintió levemente. A veces Makoto y Yukio actuaban como si fuesen unos padres protectores, y aunque sabía que a ninguno le agradaba la idea de que volviera con Tsukishima a esa amistad que tenían, no se interponían tanto como para ser fastidiosos, o al menos para él, porque cuando Makoto se fue, Tsukishima bufó.

—Se toma muchas libertades contigo —se quejó el rubio cuando volvieron a retomar el paso—. Te llama por tu nombre como si nada y te abraza muy abiertamente.

Yamaguchi le dio esa sonrisa que le daba cuando no tenía mucho que decir. Tsukishima arrugó el ceño.

— ¿Tú también le llamas por su nombre?

Yamaguchi creyó haber escuchado un toque de molestia en el tono, pero se repitió a sí mismo que estaba siendo estúpido.

—A veces, cuando voy a su casa.

Tsukishima lo miró sorprendido.

—Jamás me dices por mí nombre cuando estamos juntos, pero a él, un chico que apenas conoces, ¿ya le llamas así?

Yamaguchi se preguntó por qué esa sensación de dolor era ahora muy habitual cuando charlaba con el rubio.

—Tsukki, aquella vez..., bueno, me dijiste que sólo tu novia podía llamarte de esa forma así que yo...

— ¡Pero ya no estoy con ella!

A veces, Yamaguchi lo pensaba mucho. El qué hubiese pasado si Tsukki no hubiese terminado con aquella chica. Definitivamente ahora mismo él no le estaría levantando la voz por algo que de por sí a Yamaguchi le había dolido demasiado en su momento. A veces lo pedía silenciosamente. Pedía que no hubiesen terminado. De esa manera Tsukishima no se vería tan infeliz y aunque Yamaguchi sufriese no se compararía a tener que juntar fuerzas tan sólo para hablarle.

—Llámame Kei cuando estemos solos de ahora en adelante —le dijo serio, pero el de pecas negó inmediatamente.

Quizá aquello era lo que más había deseado de pequeño, quizá, hace algunos meses, hubiese vendido su alma para que dijese eso, pero ahora, ahora sólo lo invadía un terror.

El recuerdo de aquella chica advirtiéndole de no llamar a Tsukki con su nombre seguía fresco en su memoria. El momento en dónde Tsukishima le dijo que no se molestara en llamarle por su nombre seguía fresco en su corazón.

—Prefiero Tsukki —murmuró débilmente.

Tsukishima le había arrebatado todo lo que amaba de él, si al menos podía conservar el nombre, aquel sobrenombre que era sólo suyo, entonces estaría bien.

Antes de que Tsukki le reclamara, Yamaguchi comenzó a dirigirse a Makoto y Yukio, a paso rápido.


Ahí, entre esos dos chicos, ahí su corazón podía descansar de esos sentimientos que apenas y lo dejaban respirar con lo relacionado al rubio.



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editado y resubido el  viernes 27 de diciembre, gracias por votar y comentar! 

Me rindo, TsukkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora