Capitulo 3

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________'s pov.

Menos de dos semanas antes...

Miedo. Lo que residía en mi interior era algo que estaba vivo, que respiraba. A veces podía sentir que merodeaba, que luchaba por liberarse. Y en ese instante viajaba conmigo, mientras Lindsey y yo acechábamos entre los densos matorrales del parque nacional, al filo de la medianoche. Pero yo me había convertido en una experta en enmascarar el miedo. No quería que Lindsey pensara que había cometido un error al convencerme para trabajar con ella como guía del parque natural durante el verano. Me figuraba que podía aprender de ella unos cuantos trucos sobre cómo combatir a los demonios interiores. Ella le daba un sentido nuevo a la palabra «aventura». Pero aun así, ir las dos solas a un lugar en el que había seres salvajes buscando aperitivos sabrosos era una locura. Y peor locura aún no decírselo a nadie. Habíamos guardado silencio porque el mero hecho de abandonar los barracones una vez se apagaban las luces era motivo suficiente de despido. Y después de haber conseguido sobrevivir a una semana de entrenamiento intensivo, yo no estaba dispuesta a que me echaran la noche antes de mi primera misión. Apreté con fuerza mi arma: una Maglite. Mi padre adoptivo es poli, y me ha enseñado unas cien formas de matar a un hombre con una linterna. Vale, tengo tendencia a exagerar, pero aun así, me ha enseñado unos cuantos movimientos defensivos.

A un lado, donde estaba la mayor espesura de árboles y de arbustos, oí un crujido.

—¡Chss! ¡Espera! ¿Qué ha sido eso? —susurré con voz áspera. Lindsey exploró los matorrales con la linterna y escrutó la oscuridad de las copas de los árboles. Aquella noche había luna creciente, pero su luz no podía penetrar la espesura de los árboles en el lugar preciso en el que estábamos. —¿Qué ha sido qué?

Al girar yo mi linterna, el rayo de luz la deslumbró. Ella dio un paso atrás y alzó una mano para protegerse los ojos de tanta luz directa. Su sedoso cabello rubio reflejó la luz y por un momento pareció mágico. Me recordó a una caprichosa hada. Sin embargo, yo sabía que sus delicados rasgos ocultaban una gran fuerza interior. Lindsey había salido en la primera plana de los periódicos locales al salvar a un niño del ataque de un puma. Se había interpuesto entre él y el animal, y había gritado hasta que logró que la bestia se alejara.

—Me ha parecido oír algo —dije yo.

—¿Algo como qué?

—No lo sé.

Miré a mi alrededor. El corazón me latía fuertemente. Me encantaba estar al aire libre, pero esa noche me daba miedo. No podía quitarme de la cabeza la idea de que alguien me observaba o de que estaba viviendo mi propio momento de El proyecto de la bruja de Blair.

—¿Algo así como pisadas, quizá? —preguntó Lindsey.

—No, en realidad no. No era el ruido de unas pisadas humanas. Era más bien como si alguien caminara lentamente, solo con calcetines... o como el ruido de patas, quizá.

Inmediatamente Lindsey colocó un brazo por encima de mis estrechos hombros. Ella era un poco más alta que yo, y además tenía los músculos muy duros de tanto montar en bicicleta y escalar rocas. Nos habíamos conocido el verano anterior cuando vine de acampada con mis padres. Lindsey había sido una de nuestras guías o serpas, como solía llamarlas el personal del parque. Enseguida habíamos conectado y nos habíamos hecho amigas, y durante el curso escolar nos habíamos mantenido en contacto.

—No nos sigue nadie —aseguró Lindsey—. Todo el mundo estaba durmiendo cuando nos marchamos de la cabaña.

—¿Y si es algún tipo de depredador?

El miedo que experimentaba no tenía ningún sentido. Pero yo sabía que había oído algo, e intuía que no se trataba de nada bueno. No podía explicar por qué lo sabía: era como un sexto sentido. La risa de Lindsay resonó por entre los árboles.

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2018 ⏰

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