Por Nuestro Hogar

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     No puedo creer que en estos meses no haya pasado nada "sobre natural" o "mítico". No me malentiendan, adoro este tiempo libre de parte de los dioses, monstruos, titanes, o de quién sea la idea. ¡Lo amo!
     He podido ser un chico normal... bueno casi normal... con lo de la dislexia y el TDAH, es difícil encajar en la escuela... 

     Por suerte alguien, (que NO fui yo, por cierto), hizo explotar el laboratorio de química de la escuela y terminó siendo el brabucón de siempre. Skin. No, Sky. ¿O Skai? Como sea que se escriba.

     En fin. Estoy de vuelta en el campamento; mamá y Paul tenían planeado un viaje de "entretención" y yo he tenido bastante para el resto de mi vida... así que me quedé en el campamento... lo no tan genial es que Grover, con quien he hablado por nuestra conexión, no está. Continúa recorriendo el mundo difundiendo el mensaje de fallecido dios Pan. Mi hermano Tyson, con quien hablé anoche por mensaje Iris, ésta en el palacio de papá o mejor dicho en las fraguas con los otros cíclopes y Annabeth... ella... Con ella no he hablado mucho, entre su escuela en San Francisco y lo de seguir reconstruyendo el Olimpo.... es poco lo que hemos hablado.

     Si bien es cierto que puedo ingresar como miembro honorífico al Campamento Júpiter.... prefiero quedarme aquí.

     Al llegar saludé a Quirón y al simpático del Sr. D y me fui a mi cabaña; estaba tal cual la dejé después de la batalla contra la cara de tierra... Gea. Me dio nostalgia, muchas cosas pasaron en aquella misión. Ahora recorriendo los campos me doy cuenta que hay muy pocos campistas. Sí, no es verano, aún estamos a mitad de año, pero esperaba ver, aunque sea a algún chico del Argos ll. 

     Sin mucho ánimo, comencé a pasear por mi ya segundo hogar, saludé a algunos campistas veteranos que practicaban en el ruedo y a los nuevos que me saludaban como si fuese un dios o algo similar. Francamente siempre lo he dicho, no soy la gran cosa... nunca pedí ser un semidiós. En fin, para cuando me di cuenta ya estaba frente al gran lago; algunas de la náyades y ninfas de las aguas me saludaron, yo sólo seguí caminando mojándome los pies.

     Ni siquiera fui consciente de que me había quitado las zapatillas.
     Me senté a orillas de las aguas y aunque el agua me llegaba hasta la cintura, sólo decidí que ésta mojase mis pies y me quedé contemplando el horizonte pensando en Annabeth, recordando aquel beso que nos dimos bajo el agua, nuestra travesía por el tártaro y pensando en lo mucho que la amo.

     No supe en qué momento me quedé dormido, sólo fui consciente al despertar por un chapoteo del agua que se acrecentaba. El cielo ya había oscurecido y era poco lo que podía ver a mi alrededor. Todo parecía indicar que la hora de volver a las cabañas ya había pasado y que debía rogar que las arpías que hacen la guardia no me encontrase, pero el chapoteo estaba cada vez más cerca. Al fijar mi vista en el agua noté que algo grande se acercaba y cuando la figura estuvo algo más cerca, distinguí la imagen de un caballo de mar o hipocampos como diría Annabeth. Al estar la criatura más cerca, me percaté de que había algo en su lomo o mejor dicho alguien.

     No.

     Mis ojos me engañaban o mis fuertes deseos por ver a mi novia me estaban haciendo una mala jugada. Annabeth era quién montaba el lomo del hipocampo que se acercaba la costa... Sin más entré al lago y me sumergí, impulsado por la corriente a mi orden llegué al lado del mítico animal. Annabeth me sonreía radiante.

     - ¡Percy!

     - ¡Annabeth! Pero, ¿qué...?

     -Su padre me envió a que la fuera a buscar y la trajera hasta aquí, Señor - dijo la voz de la hembra hipocampo en mi cabeza. - Es todo un honor. Soy Kynda, para servirle.

     - Gracias Kynda... un momento, ¿mi padre?

     - Tyson me contacto esta mañana por mensaje Iris. Me dijo que estarías a aquí unos días y que, si quería verte, fuera a la Bahía. Al llegar esta chica me estaba esperando y a señas me hizo subir a su lomo y heme aquí. Dejé todo arreglado para pasar estos días contigo, sesos de alga, asique no hagas arrepentirme. -sonrió. 

     - Jamás haría eso, listilla.

     Pero claro, no todo podía ser así de fácil en la vida de un semidiós.

     El cielo, que, poco a poco se había vestido de noche, se tornó rojo fuego y toda la tierra comenzó a temblar... como si Gea volviese a despertar... pero eso no era posible o ¿sí? Annabeth saltó del lomo de Kynda y está, asustada, se sumergió para volver al palacio de mi padre.

     Escuchaba los gritos de los campista y ninfas. Asustados todos se congregaban cerca de la Casa Grande, donde un preocupado Quirón y.... ¿un Sr. D en camisón? (Ojalá nunca hubiera visto eso, es asqueroso y traumático) salían a ver qué pasaba. El ahora terremoto no cesaba. Nos dirigimos a unirnos con el resto.

     - ¿Qué pasa?

     - ¿Qué sucede?

     - No puede ser Gea o ¿sí?

     Todos se preguntaban asustados y nerviosos. Tenía que ser, ya debía de haber sabido que tanto silencio "divino" era mal presagio.

     En eso, en el centro del campo en donde se encuentran las cabañas, la tierra comenzó a levantarse como si algo o más bien dicho alguien quisiera surgir desde el fondo mismo de la tierra.

     Desearía haberme equivocado.

     Destapé a Anaklusmos y me puse en guardia delante de Annabeth para protegerla. Todos los campistas a mi alrededor hicieron lo propio con sus armas y se prepararon para la batalla, hasta Quirón. Todos esperaban una señal para atacar: mí señal. (El muy "valiente" del Sr. D no se veía por ninguna parte y algo me dice que no fue a cambiarse el pijama.)

     De pronto, en un visto y no visto, Nico Di Ángelo, hijo de Hades, apareció a mi lado.

     - ¿Percy?

     - Nico, ¿qué...?

     - No hay tiempo los monstruos están por salir.

     - ¿Monstruos?

     - Los de...

     No hubo tiempo para más, con el sonido de una fuerte explosión la tierra se abrió y cientos de monstruos comenzaron a salir en tropel. Eran monstruos con los que ya habíamos luchado y derrotado: dracaeneas, cíclopes del lado de Gea, Kelly y sus empusas y muchos más.

     Tardé unos segundos en reponerme y grité con todas mis fuerzas para comenzar el contraataque. Todos a una voz y siendo uno, me siguieron. Entramos en combate para defender nuestro campamento, nuestro hogar.

Espero les haya gustado.

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