Capítulo 1.

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«Si necesitas a alguien de modelo para tu cuadro, lo haré yo. Posaré desnudo para ti.»

KyungSoo se sentía angustiado al recordar esas palabras, aún no podía creer que por su estúpida timidez en la clase del profesor Wu hace dos días, ahora tenía asignado un nuevo proyecto que presentar dentro de tres semanas. ¿Por qué demonios no había podido dibujar a esa mujer?.

Su timidez y decoro habían hecho imposible poder clavar sus ojos en el cuerpo desnudo de esa chica y plasmar eso en su lienzo. Era muy difícil para él poder hacer eso, ni siquiera había visto a su novia así de descubierta. Sí, había tenido sexo con Irene, pero él prefería la privacidad de la oscuridad de la noche. Sin ningún tipo de luz. Se sentía incómodo con la desnudez.

Se rascó la cabeza, frustrado, eso de haber estudiado en una Escuela Católica y haber tenido unos padres moralistas lo habían arruinado en cuestiones de sexo y esas cosas.

Y ahora su proyecto era realizar una pintura de un desnudo para fin de mes.

«Si necesitas a alguien de modelo para tu cuadro, lo haré yo. Posaré desnudo para ti.»

Subió las escaleras a su departamento.

No sabía cómo diablos su conversación con JongIn en el desayuno terminó en esa promesa. ¿Qué rayos había poseído a ese tipo para decir algo así?.

Aunque tenía que agradecerle el gesto, y más ahora que no tenía a nadie más para pedirle el favor. No tenía dinero para pagarle a un modelo, y mucho menos se sentía confiado con tener a un extraño desnudo en su estudio. Si Irene no hubiera terminado con él la noche anterior, tal vez ella podría haberle hecho ese favor.

Soltó un resoplido de fastidio por ese pensamiento, incluso si Irene hubiera aceptado, habría sido muy difícil para él poder pintarla desnuda.

Llegó frente a la puerta del departamento, y pensó en cómo serían las sesiones de pintura con JongIn; esperaba no arruinar su cuadro y reprobar el curso.

Lanzó un suspiro de cansancio cuando entró al departamento que compartía con JongIn, miró alrededor y encontró el mismo desastre que dejó en la mañana al salir a clases. Suspiró cansado, puso su mochila sobre el sofá y se metió a la cocina, estaba sediento, husmeó en el refrigerador en busca de algo de beber y lo encontró vacío. Sacudió la cabeza.

Como siempre, JongIn había olvidado hacer las compras. Sólo había una zanahoria arrugada, dos limones y una lechuga que parecía un monstruo verdoso de algún planeta alienígena. Arrugó la nariz de disgusto y cerró la puerta del refrigerador.

Se sirvió agua en un vaso, y bebió todo el líquido en sólo dos tragos. Al menos no iba a morir de sed, escuchó el fuerte gruñido de su estómago. Frotó su vientre, quizás tenía algún T-Rex en su estómago y él no lo sabía. Sonrió divertido por ese pensamiento, según su reloj de pulsera, faltaban dos horas para que JongIn volviera de sus clases. Esperaba que trajera algo de comer, estaba famélico. Dejó el vaso sobre el fregadero y regresó a la sala en busca de su mochila, tenía que planear cómo iban a ser las sesiones de pintura. Volvió a echarle un vistazo a la sala, y sacudió la cabeza, no entendía cómo es que JongIn podía ocasionar un caos así en tan sólo una noche. Su ropa estaba esparcida por el suelo en dirección a su cuarto, botellas vacías de cerveza estaban sobre la mesita de centro y el suelo, una caja de pizza descansaba sobre el sillón, y lo que parecía ser un pedazo restante de esa misma pizza estaba pegado en uno de los cojines del sofá.

¿Cómo rayos hacía JongIn para dejar así las cosas?.

Ayer, cuando regresó de la desastrosa cita con Irene, en dónde ella lo botó sin señales de alguna futura reconciliación, ni siquiera había encendido las luces al entrar al departamento, así que no había visto el desorden. Pero al despertar, había lanzado un gruñido de fastidio. Era lo único que podía hacer. Ese rasgo caótico en la personalidad de JongIn, no se podía quitar ni aunque su amigo volviera a nacer.

Su compañero, Kim Jong In o 'Kai' como le gustaba que lo llamaran, era un mujeriego increíble. El hombre era un adicto al sexo, nunca se acostaba dos veces con la misma mujer. KyungSoo aún no podía comprender cómo conseguía que las mujeres se tiraran a sus pies. Bueno, el tipo era apuesto y más aún con ese aire sensual que tenía. También podría ser por ese cuerpo que se cargaba, delgado pero con músculos definidos y ese abdomen con un buen paquete de seis.

O quizás esos ojos color chocolate envueltos en rizadas pestañas que con sólo una mirada hacía que las mujeres mojaran sus bragas. O tal vez, esa boca de labios llenos y sensuales que nunca dejaba de sonreír.

¿Qué tan suaves y perfectos podrían sentirse esos labios en un beso?.

Frunció el ceño con el último pensamiento. ¿Por qué demonios estaba pensando así de su amigo?. Alguna neurona debía de estar defectuosa, o se cruzaron algunos cables en su cabeza para que haya tenido esa clase de pensamientos. En fin, mejor olvidar toda esa tontería.

Kai y él se habían conocido hace dos años.

Habían sido compañeros de habitación en el Campus, no se habían llevado bien de inmediato, pero su amistad había crecido con el tiempo, así que decidieron rentar un departamento juntos en el segundo semestre. Ambos consiguieron empleos de medio tiempo para ayudar con el pago del alquiler. Y desde entonces se habían vuelto los mejores amigos. Muchos de sus compañeros no entendían cómo teniendo ambos diferentes personalidades, se llevaran tan bien. Ni siquiera él lo entendía. Sólo se sentían como dos mitades de un todo. Volvió a sacudir la cabeza, sus pensamientos hoy estaban siendo muy extraños.

El hambre lo estaba afectando más de lo que creía.

KyungSoo observó el pedazo de pizza aún pegado al cojín, ¡joder!, no podía creer que estuviera babeando por probar esa cosa. Su estómago volvió a gruñir, y esta vez parecía el gruñido de un lobo hambriento acechando a su presa. Soltó un resoplido y decidió limpiar ese desastre y así olvidar un poco su hambre.

Cuando tuvo la sala de estar limpia y ordenada, decidió ir a su estudio y ordenar sus tubos de pintura, limpiar las brochas a usar y poner un nuevo lienzo sobre su caballete. Aún no sabía con claridad cómo empezar, primero haría unos cuantos bosquejos en su cuaderno de dibujo. No tenía mucho tiempo, tal vez mañana empezaría recién con el cuadro.

El ruido de una llave abriendo la puerta principal lo hizo suspirar de alivio, al fin había vuelto JongIn, y esperaba que hubiera traído con él algo de comida.

— ¡KyungSoo, ven aquí!. ¡Traje la cena!

KyungSoo no perdió tiempo y se apresuró a entrar a la cocina. JongIn estaba sacando unos contenedores de comida de unas bolsas mientras tatareaba 'A-Yo' de SHINee.

Cuando KyungSoo se acercó a mirar lo que había traído, el olor exquisito le hizo agua la boca. ¡Dios!. Estaba tan hambriento que se comería una vaca entera. Cada vez que JongIn abría una tapa de un contenedor, KyungSoo limpiaba la baba que caía sobre su barbilla.

Los colores y los olores combinaban muy bien, se veía muy delicioso pero al inspeccionar bien la comida se dio con la sorpresa que JongIn había vuelto a traer comida extranjera. No sabía cómo lo hacía, pero siempre encontraba los restaurantes más variados de la ciudad. Cada semana traía comida de lugares del que ni siquiera sabía su idioma, desde comida japonesa, china, tailandesa, italiana, francesa, española, hasta mexicana, y también de unos cuántos países sudamericanos.

Su lema cada vez que aparecía con un plato nuevo era que ya que no podía visitar esos lugares, al menos podía probar su comida.

— Se ve riquísimo, ¿qué clase de comida es? — preguntó mientras tomaba una cuchara.

— Es comida peruana. No podrás creerlo, pero ese pequeño restaurante sólo está a unas siete cuadras de aquí. Es acogedor, aunque un poco pequeño, pero una de las chicas con la que salí el fin de semana me lo recomendó mucho.

KyungSoo no había despegado su mirada de lo que parecía ser puré de papa relleno de algo, giró su mirada hacia el otro plato, había trozos de pescado en lo que parecía ser jugo de limón, miró el siguiente plato y suspiró aliviado, era ¿pato?, sí pato y arroz.

Grrrr.

JongIn lo miró a los ojos, levantó una ceja y sonrió.

— Lo siento. Pero tengo hambre — susurró KyungSoo algo avergonzado.

— Come lo que quieras. Aquí tienes Causa, Cebiche, y Arroz con Pato. Y de postre — sacó dos potecitos y abrió uno — Suspiro Limeño.

KyungSoo apenas dio un vistazo al postre, con cuchara en mano empezó a probar todos los platos con un apetito considerablemente grande. Con cada cucharada, gemía de placer. Estaba muy bueno.

Cuando el hambre fue aplacada, ambos suspiraron satisfechos acariciando sus vientres un poco hinchados.

— Estuvo increíble — murmuró JongIn suspirando —. La próxima semana traeré comida hindú. Me han dicho que es exótica.

— Si está tan bueno como la comida que siempre traes, moriré feliz y con el estómago lleno.

Ambos rieron con esa afirmación.

JongIn se levantó y miró hacia la puerta de la tercera habitación del departamento, que era el estudio de pintura de KyungSoo. — Iré a darme una ducha para que puedas trabajar en tu cuadro. No tardo — murmuró nervioso mientras se dirigía a su habitación.

De pronto, KyungSoo sintió un nudo en su garganta, y no tenía nada que ver con lo que había comido. Estaba nervioso, no sabía cómo actuar cuando viera desnudo a su amigo. Era algo extraño sentirse así de nervioso. A pesar de que había visto a JongIn caminar por el departamento sólo en ropa interior, ahora lo vería tal como vino al mundo, y ese hecho lo tenía ansioso y confundido a la vez.

Vio cuando JongIn salió de su habitación y entró al baño a ducharse, y sus nervios aumentaron. ¿Qué rayos le estaba pasando?. Sentía su corazón palpitar frenético en su pecho con la expectación de ver la piel tersa y dorada de su mejor amigo expuesta para que él pudiera admirarla a su gusto.

Se limpió en sus pantalones las palmas sudorosas de sus manos. ¿Qué demonios...?, ¿por qué se sentía así de ansioso?. Era JongIn, su amigo. ¡Dios!. Algo estaba mal con su cabeza. Tal vez el romper con Irene lo estaba afectando de una manera extraña.
Tenía que ser eso, no había otra explicación para su extraño comportamiento. Tragando el nudo en su garganta se dirigió a su estudio.

JongIn terminó de secarse el cabello y se miró en el espejo. Desde que le prometiera en la mañana a KyungSoo posar para su cuadro, había estado un poco nervioso, y no entendía por qué. No le molestaba en lo absoluto mostrarse desnudo a otra persona, pero ¡demonios!, nunca se había desnudado para un tipo.

Sólo las chicas con las que había tenido sexo lo habían visto en ese estado. Se acercó a mirarse la piel recién rasurada de su barbilla. Estaba actuando como lo hacía cuando iba a tener sexo, al prepararse y acicalarse de ese modo. Bajó su mirada y se sorprendió con la tienda de campaña que hacía su erección en la tolla alrededor de sus caderas. «¿Qué rayos...?» Estaba excitado con sólo pensar tener la atención de KyungSoo en su cuerpo desnudo, y eso era muy perturbador.

A él le gustaban las mujeres, y mucho. Tener un buen coño húmedo y apretado succionando su polla era como estar en la gloria y más cuando podía chupar unos lindos pezones de unos grandes y bien formados pechos. Nunca había cuestionado su sexualidad, así que mirar su dura polla sobresalir bajo la toalla era bastante perturbador. Y más aún porque se estaba poniendo duro pensando en los ojos de su amigo recorriendo su cuerpo mientras plasmaba su imagen en su lienzo.

«Si necesitas a alguien de modelo para tu cuadro, lo haré yo. Posaré desnudo para ti.»

Quizás había cometido un error al prometer eso.

¿Qué lo había poseído para prometer algo así?.

Ayudar a su amigo al verlo preocupado y un poco triste lo había impulsado a intentar cambiar el estado de ánimo de KyungSoo. Pero este extraño nerviosismo que sentía lo estaba desconcertando, y mucho.

Eran amigos, casi como hermanos. Entonces, ¿por qué se había puesto duro?.

Cuando recién conoció a KyungSoo le había parecido un chico algo flacucho y sin gracia, tenía unos lentes de montura algo pasados de moda. Había sido al mudarse al departamento cuando JongIn decidió ayudar a su amigo a cambiar su imagen, y ahora el resultado era increíble. KyungSoo tenía un corte de pelo a la moda, sus mechones castallos cubrían un poco el profundo color obscuro de sus ojos, usaba anteojos de montura al aire y hasta su ropa había dado un cambio radical. En conclusión, se había convertido en un tipo algo atractivo.

Lo que no había cambiado nada era su personalidad, y eso le agradaba. Era tímido y de pocas palabras, cuando lo conoció creyó que KyungSoo era un perdedor, pero al ir con el tiempo conociéndolo de verdad, había descubierto a un artista maravilloso.

Cada vez que veía una de sus pinturas terminadas, lo dejaba sin habla. Era un genio y quizás por eso quería que KyungSoo lo pintara a él en su lienzo. Quería ser el tema principal de uno de sus cuadros.

Respiró profundamente, y aliviado vio que su erección había bajado, se puso el albornoz y abrió la puerta del baño.

Era hora de cumplir su promesa.

Espero disfruten la lectura.

Lienzo al desnudo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora