Capítulo único

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He muerto.

Quién iba a pensar que a mí me tocaría tan pronto. Mi cuerpo yace allí, en esa cama, hinchado, pálido. Bernarda, mi esposa, en actitud incólume, comienza a hacer algunas llamadas telefónicas para dar la terrible noticia. No recuerdo cómo es que morí, hago un esfuerzo por traer las imágenes, pero no lo logro. Creo que debo comenzar desde el principio. Bueno, hice tantas cosas, que creo que me he ganado el cielo.

Me gradué con honores en la escuela de Derecho y recibí la responsabilidad de continuar la labor de mi padre, como decano de los jueces de casación agraria de este país. Pero yo quería más. Después de ejercer un par de años como juez tercero de control de la ciudad capital, me volví diputado... Mi padre se molestó, afirmaba que los halcones del Partido Laborista me destruirían, y a él junto conmigo; y que si no nos destruían ellos, lo harían los del Frente Nacionalista... Entonces descubrí que mi padre era un cobarde, mediocre, miope y sin ambiciones, que sólo le importaba conservar ese puesto de juez que había recibido de su padre, que a su vez lo había recibido del suyo, y así hasta que se pierde la cuenta. Fundé un partido, destinado a romper el eterno bipartidismo de este país y duré quince años como diputado, allí me enfrenté a un montón de monstruos, y los fui derribando uno por uno, promoví una reforma tributaria, una nueva legislación de menores y una ley de servicios públicos... Fue en ese tiempo cuando conocí a Bernarda, ella recién se había graduado de abogada y trabajaba como asistente del secretario del Parlamento...

Años después, cuando la crisis económica se volvió lo bastante fuerte, se formó la masa crítica para que mi organización se ganara al electorado, monté un programa de televisión y desde allí comencé a explotar la frustración de la gente por la crisis... Llegaron las elecciones, los dos partidos tradicionales y el mío, obtuvieron cada uno, un tercio de los diputados, los números eran casi iguales... Los laboristas, como siempre de arrastrados, llegaron primero a proponerme que formáramos Gobierno, y yo los rechacé de la manera más tosca que me fue posible, «malditos comunistas», les dije; después llegaron los nacionalistas, con ellos fui menos grosero, siempre me han caído mejor que esos estúpidos marxistas disfrazados de centro-izquierda, pero los rechacé también; tenía muy claro cuál era mi ruta... Entonces ocurrió lo impensable: laboristas y nacionalistas formaron una coalición, mientras yo me frotaba las manos viendo que todo salía tal y como esperaba...

Con el nuevo Hobierno mixto, la situación económica empeoró mucho más, y las perspectivas para las próximas elecciones se me volvían cada vez más favorables... Pero sucedió algo terrible; mi padre se alió con mis enemigos para destruirme y se postuló para presidente; de esa forma, durante los siete años que durara él en el cargo yo no podría ser primer ministro, por ser su hijo. Los diputados laboristas y nacionalistas juntos no reunían los dos tercios requeridos para nombrar al nuevo presidente, tan sólo les faltaban cinco votos; por lo que tuve que enfrentar un asedio constante a mis diputados, sobornos, chantajes... Hasta que consiguieron arrebatarme los cinco diputados que necesitaban, y mi padre fue investido como presidente. Cuando supe la noticia, empecé a arrojar al piso la vajilla y todo lo que se me atravesase; hasta que fue mi esposa quien me tranquilizó y me sugirió lo que tenía que hacer. Ella era tan vehemente en aquel tiempo, ahora la veo diferente.

Comienzan a llegar personas a la habitación... Ramírez, mi jefe de bancada, llega, abraza a mi esposa y comienza a llorar de una forma ridícula, es tan evidente que está fingiendo. Mi esposa hace una mueca de fastidio... qué extraño... hasta ahora no la he visto llorar. Siempre ha querido aparentarle al mundo que es una mujer fuerte y sólida, pero yo sé muy bien lo vulnerable que puede llegar a ser. Llegan funcionarios de la Policía. Bernarda recibe una llamada de Batista, mi secretario ejecutivo, condoliéndose... Pero ella sigue incólume. La llama su madre, esa vieja intrigante, con ella si se va a permitir deshacerse en llanto... hablan un rato... se despiden y... ¡ella sigue incólume!

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2018 ⏰

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