The Worst Cook In Essex - Snarry5evr

El Peor Cocinero En Essex

Harry Potter sacó el delicioso asado del horno e inhaló el salado aroma. Levitó la sartén caliente al mostrador antes de sacar las papas hervidas de la estufa. Movió su varita hacia el gabinete y lo vio abrirse. Dos platos aterrizaron en el mostrador, y Harry repartió la comida. En poco tiempo, la mesa tuvo dos servicios con una comida de aspecto increíble junto con dos copas de vino tinto. Si esto no captaba la atención de Severus, Harry no sabía lo que iba a hacer.

Le había tomado a Harry casi tres años después de la guerra reunir el coraje para acercarse a su antiguo profesor, y otros cinco años de citas antes de que el hombre finalmente accediera a mudarse. A Harry le gustaba pensar que era el sexo increíble lo que había finalmente convencido a Severus de mudarse, pero sospechaba que era el gran sótano que había aceptado convertir en un laboratorio para el uso personal del hombre. Eso había sido hace seis meses, y realmente solo parecía haber un pequeño problema en su arreglo.

De acuerdo, sí, eran Potter y Snape, así que seguramente habría fuegos artificiales y posiblemente algunos maleficios semanalmente. Pero el sexo de reconciliación era increíble, y Severus siempre mantenía suaves bálsamos y pastas a la mano para algunos de los maleficios más desagradables y posibles escombros que cayeran. Aunque Harry se había ocupado de la mayor parte de eso con encantamientos adhesivos después de su primera gran pelea, solo dos semanas después de que se había mudado Severus, que había dejado la sala de estar en ruinas.

Ambos sabían algunos maleficios bastante brillantes, y ambos eran bastante ágiles al esquivar dichos maleficios. Esta agilidad de esquivar hechizos fue bastante útil una vez que estuvieron sudorosos y agotados por la pelea, listos para pasar a cosas mejores... Pero Harry se desvió. Las peleas no fueron el problema en la relación. No, el problema era que Harry estaba cocinando. Bueno, no su cocina, per se, sino la falta de apreciación de Severus.

Poco después de mudarse por su cuenta (una vez que terminó su escolarización y ese desagradable Señor Oscuro fue despachado, obviamente), Harry descubrió que tenía una habilidad especial para cocinar. Le encantó. Le encantó encontrar nuevas recetas y hacer una comida deliciosa. Había pasado innumerables horas al lado de Molly aprendiendo pequeños trucos y desarrollando recetas propias.

Cuando Severus se mudó, por primera vez, Harry había pasado muchas tardes probando diferentes recetas, tratando de descubrir qué alimentos le gustaban más a Severus. Sabía que cuando iban a Antonio's, Severus siempre pedía la ternera, cuando cenaban en St. John's disfrutaba con la médula ósea asada, y Harry sabía exactamente qué tipo de panini ordenaría Severus cuando pasaran la tarde en el Mercado. Harry sabía todo esto, había salido con el hombre por cinco malditos años y había comido innumerables veces con él.

Pero aún así, desde el día en que Severus se mudó, Harry preparo una buena cena e intentó obtener la opinión de Severus sobre su comida. Intentó era la palabra clave, porque no importaba lo que Harry cocinara, no importaba cuánto esfuerzo le hubiera puesto, la respuesta de Severus era siempre la misma. "Está bien, Harry. Maravilloso como siempre". A veces, incluso Harry se preguntaba si el famoso Maestro de Pociones incluso probó la comida que Harry cocinaba. Justo la semana pasada, Harry había agregado un poco de pimienta al Sheperd's Pie solo para ver si Snape lo notaría. La única reacción fue una copa de vino extra. Fue bastante frustrante.

Harry se dirigió a la puerta del laboratorio, preguntándose qué haría si los esfuerzos de esta noche pasaban desapercibidos. Fue casi suficiente para hacerlo tirar la toalla. Abrió la puerta y asomó la cabeza para evaluar la situación. Severus, luciendo bastante yummy con pantalones muggles y las camisetas delgadas que solía usar mientras trabajaba en el laboratorio, se paró sobre su mesa de trabajo cortando algo que parecía una raíz. Harry bajó cautelosamente las escaleras, evitando el cuarto escalón que chirrió, y esperó a que Severus dejara caer el cuchillo. Ojos negros lo miraron, y esa media sonrisa torcida, ahora familiar, tiró de los delgados labios.