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Vivimos en un mundo rodeado de magia. Todos los monstruos que aparecen en nuestros sueños y pesadillas existen. Los hombres lobos, los vampiros, las hadas, los elfos..., todos ellos existen y conviven con nosotros, ocultos en la clandestinidad. Además, todos ellos están gobernados por los dioses, principalmente por Ramky, dios de la Muerte, y Rocbo, dios de la Luz, reyes de los dioses de todas las mitologías (Zeus, Marte, Thor, Osiris, Uriel, Amaterasu...).

Pero no todo son rositas. Hace 5350 años Hefesto tuvo un hijo con una dragona y nació un ser conocido como Luface, el rey de los Dragones, que tras el asesinato de su madre a manos de un hijo de Marte, le declaró la guerra a los dioses formando un ejército de hijos suyos.

Para defenderse de él, Ramky y Rocbo, con ayuda de sus lugartenientes Peter y Bob, decidieron permitir que determinados mortales con la fuerza suficiente pudiesen aprender su magia y servir de defensa de los dioses contra los hijos de Luface. Los guerreros de Ramky, los llamados kitsus, eran capaces de utilizar magia de sombras, canalizar magia de los dioses, magia demoniaca y podían controlar los elementos, menos la tierra, que había sido prohibida por Ramky tras un incidente con Gaia, diosa de la tierra. Solamente tenían una debilidad, su magia divina y demoniaca dependía de un libro llamado Lepso Alpha. En cambio, los guerreros de Rocbo, los naras, podían crear armas de luz, canalizar magia de los ángeles y ciertos dioses y podían controlar los elementos menos la tierra, por la misma razón que los kitsus. Además, de vez en cuando, el resto de dioses tenía algún hijo, los et magicae, cuya única debilidad, además de ser mortales, era que si algún dios, hechicero o cualquier ser conocía su verdadero nombre una vez cumplidos los dieciocho podía ser controlado por facilidad.

Pues es en este mundo donde se desarrolla la historia, la historia del fin de un enfrentamiento milenario entre kitsus y naras.

John se despertó al mediodía. No solía dormir tanto, pero había estado toda la noche entrenando combate con bestias del reino de Ramky, el dios de la muerte. Sí, John era un kitsu, pero no un kitsu cualquiera. Era el hijo del mismísimo dios de la muerte, lo que le concedía un poder superior al de un kitsu cualquiera. Se desnudó y entró en la ducha, dejando que el agua caliente recorriese lentamente su piel, relajando uno a uno todos sus músculos. Se miró su propio cuerpo y se llevó la mano lentamente a una larga cicatriz que recorría del hombro derecho al ombligo, lo que provocó que, de golpe, un recuerdo le viniese a la mente. Estaba en el inframundo con su mejor amigo Arthur y una chica que él conocía de sobra. A ella sí que hacía tiempo que no la veía. Frente a ellos estaban una chica de pelo rubio y curvas de ensueño, en resumen, la chica perfecta, y otra chica de cuerpo igual de perfecto y con las orejas repletas de pendientes, aunque contrastaba enormemente con su compañera en el negro de su cabello. Se llamaban Helena y Martha y eran una kitsu y una nara muy pesadas, que le hacían la vida imposible a la compañera de John y Arthur desde que esta había ido al inframundo para aprender la magia kitsu. La mente de John intentaba salir de ese recuerdo pero no podía. Lo conocía de sobra, a pesar de que había intentando incontables veces olvidarlo. Entonces sucedió, Martha y Helena comenzaron a atacar a la chica después de inmovilizar a John y Arthur. John comenzó a volverse loco cuando lo vio y realizó sin saberlo un hechizo de su padre le había prohibido incontables veces, el Dark Boost, lo que provocó que su cuerpo se llenase de energía y perdiese el control. La chica intentó detenerlo pero él la golpeó y la mató al instante. Entonces el recuerdo cesó y John se encontró a si mismo sentado en el plato de la ducha, llorando con ambas manos en el rostro.

_ ¡No! Otra vez no_ gritó hacia el cielo devastado.

Ese había sido el peor momento de su vida, un momento que lo había marcado de por vida y que, a pesar de que sabía que no lo había olvidado, su padre le había prometido que ese recuerdo estaría una buena temporada sin torturarlo, y por alguna razón dicho recuerdo había vuelto. Sabía lo que iba a hacer. Después de un paseo para tranquilizarse iba a llamar a su padre con el cuenco mágico que había en el sótano, a ver si podía aclarar sus dudas. Se terminó de lavar el pelo, salió y se puso la ropa que se solía poner: unos vaqueros negros, una camisa de manga corta negra semiabierta y unas botas del mismo color. Brillando en su pecho estaba un colgante con el símbolo que había usado su padre durante la guerra contra Rocbo, que consistía en una calavera plateada con tres catanas cruzándose. Cogió el móvil y sus auriculares y salió a la calle en dirección a la librería de su barrio, donde había oído que había llegado el nuevo libro de Cazadores de Sombras, libro que quería comprar. La tienda se llamaba Dream Book, y su dueña era una mujer de unos ochenta años llamada Maggie, mujer de la que John se hacía cargo y cuidaba de vez en cuando debido a que hacía tiempo que su familia se había marchado de Los Ángeles, dejando que se cuidase por sí misma. John se puso los auriculares y comenzó a escuchar la canción "I still haven't found what I'm looking for", de U2, una de sus canciones favoritas. El camino a la tienda era largo, pero el escuchar música lo volvía mucho más ameno, le permitía sentirse como en otro mundo, como si su cuerpo estuviese en las calle de Los Ángeles pero su mente circulase por otro lado, por los Campos Elíseos, la Maat... Estuviese como estuviese, el escuchar música lo relajaba y le hacía olvidar por un momento todos sus problemas, pensar que la vida era tranquila, algo prácticamente imposible para un kitsu. Si observabas el aspecto físico de John y conocías en mundo en que de verdad vivimos, no dudarías en identificarlo como el hijo del dios de la muerte. Tenía en pelo largo recogido en una larga coleta negra y tenía un ojo de color azul y otro verde, propio de todos los kitsus una vez adquirido el poder del Lepso Alpha. En su cuerpo musculado y con cicatrices, en el brazo derecho, tenía tatuada la palabra ASCE, con la S tachada y la C con un punto en el medio, en vertical, propia de Ace, el personaje de One Piece que tanto adoraba John. En su muñeca izquierda tenía una pequeña cruz negra cuyo significado databa de cinco años atrás, cuando se separó de Arthur, su mejor y único verdadero amigo. No tardó en llegar a la librería de Maggie, así que se quitó los cascos y entró dedicándole su mejor sonrisa a la dueña.

Kitsus y Naras: Guerra de SangreWhere stories live. Discover now