De nuevo el sol se apoderaba de los cielos, expulsando a la noche de sus dominios, como era costumbre, siempre había ocurrido y siempre ocurriría así. En aquellos momentos los jóvenes y adultos madrugaban para una nueva jornada, unos estudiando y otros ganándose el pan. La rutina humana era tranquila la mayoría de las veces, pero lo mejor de la rutina es que aunque creyeras que sería igual, siempre habría algo nuevo, y eso tú no lo sabrás jamás. Por eso mismo me acerco a los humanos, por conocer algo nuevo que nunca me haya esperado, creo que primero debería de presentarme...
Fractus es el nombre que mi padre, nuestro padre, vuestro padre, decidió darme. Del latín viene siendo "fractura", cosa que creo que me viene al dedillo, pues soy el único que ignora los sucesos de mi familia y el que más apartado esta de ellos. Hoy era de esos días en los que yo también debía de madrugar, pues venía siendo mi primer día en el instituto como alumno transferido. Claramente jamás he estado en un instituto, pero se dice que las mejores historias de un adolescente empiezan ahí, y suelen haber momentos que te marcan la vida. No, no, no me malentiendan, a mí nada me va a cambiar, o eso es lo que espero, mi visión está limitada, así que... ¿quién sabe?
Vivo solo en un apartamento situado en la zona central de la ciudad, que, cuyo nombre, ignoro totalmente... ¿acaso importa? Soy alguien que puede moverse a todos sitios sin problemas, así que el lugar en el que esté no importa demasiado. Para ir al instituto, que estaba cerca, tuve que prepararme tal y como las normas del centro obligaban, ya sabéis, un uniforme que, más que uniforme, parecía un esmoquin, a ver, tampoco lo era, pero vaya, apretaba. Y era demasiado serio como para ser un uniforme. El caso, me situé frente al espejo y comprobé mi saludable rostro. Unos ojos que variaban un poco las tonalidades de color y recordaban al de un dragón, en mis pupilas flotaban algunas partículas de colores, los cerré y mi color quedó fijo, siendo este de un tono violáceo. Comprobé mi pelo, el color no iba con los ojos, era algo rubio y no me apetecía dar mala impresión, así que en un suspiro decidí que sería algo más negro, y así fue, un color negro que pegaba a la perfección con mis ojos color violeta. Ahora el peinado, este era algo alocado y largo, pero me gustaba, parecía estar forzado a permanecer de tal forma pero no había hecho nada para que estuviera así, ese desorden hacía que fuera algo atractivo, creo, no sé, igualmente mi cuerpo y apariencia estaba hecha para ser genética y subjetivamente perfecta... algo molesto a veces. Nada que un cambio sencillo de imagen no solucionara.
Pero a quién quiero engañar, soy un poco narcisista, y algo egocéntrico, pero era una faceta mía que no podía evitar, pues mi condición era así, estaba acostumbrado a estar en lo más alto. Ah, ya, pero eso era antes. Ahora soy un humano más, ¿no? Tendría que esforzarme un poco, bien es cierto que los considero muy inferiores (y vaya que lo son) respecto a la pirámide del universo.
¿Pero a quién le importa? No es el caso, el caso es que, arrastrando los pies, me dirigí hacia la salida del apartamento, mirando la hora antes de abandonar el alojamiento y bajar las escaleras, pasando por al lado de la vecina, a la cual ni me digné a mirar, ignorando su saludo. Fui cabizbajo y con las manos en los bolsillos rumbo a mi instituto, alguna que otra vez se me escapaba un bostezo, intentaba estar lo más cerca posible de la fisiología y mentalidad humana, ya sabéis, cansancio, hambre, sentimentalismo... esas cosas que los hacen débiles. Me gustaba experimentar nuevas cosas. En mis bolsillos había también un teléfono móvil conectado a unos auriculares, por lo que pude ver, era indispensable en esta realidad, no sé, mucha gente lo usaba. En ellos sonaba una canción de ese género llamado rock, no sé si es por mi contraparte, pero vaya que me atraía. Ese ruido me recordaba a esas abrasantes llanuras donde tengo "jugado" con mis hermanastras... ah, viejas batallas de hace mucho tiempo, algo divertido, je je... Sí, sonreí como un tonto, nadie me había visto, las calles estaban algo vacías pues era temprano, pero aún así me importaba poco que alguien viera a un tonto feliz. Y más a alguien como yo. Si me percataba de mi alrededor, podía notar otras presencias, otros estudiantes, sí, todos salían de la comodidad de sus sábanas para continuar un horario adolescente en un sitio que no les gustaba nada, pero oye, yo no lo veía así. El instituto podría ser un lugar bastante entretenido, solo había que saber moverse y relacionarse, cosa de la cual estoy ya curtido. Si supierais en cada sitio que he estado...
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El Trono del Universo
Science FictionEn épocas anteriores, los humanos creían que aquel que se sentaba en un trono era un enviado de Dios... ¿pero qué ocurre cuando es Dios el que está sentado en el trono? Pues que hay disputas por su control entre sus propios hijos. Entidades cósmicas...