𝑞𝑢𝑎𝑡𝑟𝑒

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Era tarde, tardisímo.
Jeon corría de un lugar a otro desesperado buscando hasta por debajo de las piedras, si no encontraba rápido su varita no llegaría a tiempo a su tren, —¡MAMAAAAAAAAA! ¿DONDE ESTA MI VARITA?—Cariño, está guardada en el baúl de tus juguetes.
Iba a preguntar qué diablos hacía ahí su varita, pero decidió que sería una pérdida de tiempo así que decidió solo ir por ella y salir de ahí mismo.

Al llegar a la estación de tren, listo para entrar a la plataforma 9 3/4 recordó cómo fue la primera vez que entró ahí, como cerraba sus ojitos por qué creía que se pegaría con el frío pavimento, y al igual que la primera vez cerró los ojos y entró. Al entrar ahí yacían miles de lechuzas, gatos, sapos, de distintos colores y razas, libros de colores, que hablaban, libros que parecían monstruos que mordían, varitas de todos tamaños, maletas y muchos chicos y chicas emocionados, adoraba la magia. Su madre era muy linda, su padre también de alguien tenía el mal genio ya que sus padres le heredaron ciertas características suyas, como el cabello negro, el carácter y ciertas habilidades. El señor Jeon estaba totalmente orgulloso de su hijo, todo indicaba que Jungkook sería un buen slytherin, toda su familia tanto de su esposa como la de el habían estado en esa casa por generaciones, así que siempre que podía presumía a todo lo que daba a su hijo.

— Bien cielo, no lo olvides te enviaremos cartas cada mes, y por favor evita practicar mas hechizos que no conoces, sabes a lo que me refiero. —¡Y como olvidarlo! el año pasado en la sala común de slytherin, practicaba hechizos con sus mejores amigos min y park, estaban practicando el poder cambiar el color de la piel a colores como azul, rojo incluso amarillo, planeaban hacer algo contra los gryffindor, pero al lanzar el hechizo algo salió mal, y jeon terminó con la piel de muchos colores, que a lo lejos parecía una piñata andante.Severus siendo jefe de la casa los castigo, y su castigo fue ayudar a los elfos en los desayunos por las mañanas, durante todo un mes, como olvidarlo.— Si, si claro, ¡hasta luego! —necesitaba irse de ahí, pues su padre no sabía, y si lo hacía no quería ni pensar que pasaría.

Al subir al tren, camino por los pasillos de este, sintiendo como las miradas se le clavaban y es que el era muy popular, era el alumno estrella de su generación y siendo deportista, traía babeando a muchas chicas. Al llegar al quinto vagón, divisó a min y park, sonriendo por fin, entró, dejó sus pertenencias y se sentó aliviado— ¿Qué tal Min? —preguntó sonriente— bufó el mayor—Que puedo decir Jeon, al parecer mis padres me ven la cara de elfo doméstico, ¿Las tuyas?— Jeon se confundió al escuchar eso, la familia de Yoongi era de las más ricas junto con la Jeon y la Park, por eso el porqué de su amistad. Sus padres eran amigos en el colegio, eso siguió hasta su edad adulta, cuando se casaron y tuvieron hijos cada uno los reunían, así que el pequeñito Jimin, Yoongi y Park fueron amigos desde mucho, pero el mayor de todos era precisamente Min. —Estudio, estudio, estudio. De vez en cuando visitas al ministerio de magia,
¿Qué tal tu Park?—los dos pelinegros notaron cierta tristeza en el rubio, siempre hacía bromas estupidas, pero ahora solo asentía, raro pensaron, sin embargo no se involucraron mucho, después al llegar al castillo averiguarían qué pasaba.

𝑎𝑚𝑜𝑟𝑡𝑒𝑛𝑡𝑖𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora