Capítulo 1.

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Annie.

Venga, papá, deja que vaya. Ya está todo comprado y planeado —Amanda sigue insistiendo. Yo suspiro y su padre, desespera.

Lo miro de soslayo, veo como cierra los ojos y se pellizca el puente de la nariz, está perdiendo la poca paciencia que tiene. Yo me mantengo al margen, acariciando a Meredith.

—¿Cómo tengo que decirte que no, Amanda? Crees que porque se te da un poco de libertad, puedes hacer lo que te da la gana.

—¡Nunca salgo! —grita alzando los brazos. Blake la mira con advertencia, a lo que ella se encoge, pero no se aminala—. Nunca puedo salir sólo porque tú estás metido en ese trabajo y yo no tengo culpa.

—Ese jodido tono de voz —reprende y yo ya no puedo seguir callada.

Esto acabará con Blake muy cabreado y Amanda castigada,. Desde que Amanda cumplió los trece años, está más rebelde que nunca. Entiendo que ella quiera salir con las amiguitas alguna tarde, pero es que cada salida que hace, es una discusión. Y la verdad estamos cansados de eso. Amanda no quiere entender que ahí fuera siempre habrá alguien acechando para hacerle daño. Sin embargo, tampoco la culpo, es una niña y está entrando a la adolescencia, pero nos trae de cabeza a los dos.

Suspirando, le pongo una mano en el hombro a Blake, intentando calmarlo.

—Entiende que no puedes ir el fin de semana completo a un lugar tan lejos de aquí —digo, de lo más calmada —. Siempre que pides permiso, te dejamos ir, pero esta vez no.

—Pero, Annie, van a estar los padres de Amelie.

—Sabes los riesgos que corres aunque haya adultos a vuestro cargo. No nos podemos arriesgar a que te pase algo y no sólo a ti, sino a ellos también. No nos podemos arriesgar—ella me mira mal y bufa.

Yo suspiro. 

—Dile a tus amigas que vengan aquí a casa —sugiere Blake. Mi cabeza gira inmediatamente hacia él.

No puede ser, creo que es demasiado inteligente como para decir tal tontería.

Ella lo mira enarcando una ceja :—¿En serio, papá? Somos diez y es claro que aquí no hay ni sitio ni camas suficientes.

Obviamente, ella lleva razón.

Él se encoge de hombros, poniendo cara de gatito abandonado. No me río porque es una situación seria, sino bien sabe Dios que iba a romper en carcajadas. ¡Ay, Dios mío!

Después de un rato debatiendo, se llega a la conclusión de que Blake alquilará una casa lo suficiente grande para el fin de semana, en la cual, nosotros seremos los encargados de cuidar de ellas.

Finalmente, después de hacer las tareas de la casa de mi padre, regreso al taller. Jamás había pensado que la mecánica me gustaría tanto y me ayudase a recuperarme emocionalmente, porque he de decir que el salir de la cárcel no fue nada fácil.

Sí, me casé y tuve todo lo que había deseado. Sin embargo, caí en la agonía de la depresión durante tres meses, los cuales fueron realmente espantosos tanto para mí como para mi familia.

Mientras ayudo a mi padre, hablamos de temas aleatorios. Sé de antemano que él agradece que pase tanto tiempo junto a él, pues ya se hace cada vez más mayor y aunque le digo que es hora que se jubile, se niega en rotundo. Dice que él no se irá siendo un vago y que si no trabaja se aburrirá. Cada día se vuelve más cabezota, por lo que Yoa y yo, ya no le decimos absolutamente nada. No queremos discutir más con él ni con Blake, que lo apoya en, absolutamente, todo.

Alrededor de las siete de la tarde me marcho al gimnasio para ver a Blake e irnos juntos a casa.

Pasamos como una hora en la oficina tomando unas cervezas con Dylan y bromeando sobre su nuevo ligue y nos despedimos de él.

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⏰ Última actualización: Nov 19, 2017 ⏰

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