Hay un momento en la vida de cualquier persona en el que siente algo especial por alguien. Amor. No tiene que ser amor romántico, querer a un amigo hasta que sientes que harías todo por esa persona, eso es amor. Y el amor es ciego, lo que significa que no entiende de raza, género o cánones de belleza.
Eleonora Vásquez era una joven que no sobresalía a pesar de su nombre. Ojos marrones no demasiado grandes o brillantes, que no tenían comparación con los hermosos ojos grandes de las demás chicas. De todas maneras, nuestra Nora no se preocupaba por su aburrido aspecto, no le importaba camuflarse en la multitud, más bien porque estaba enamorada de su normalidad. Se quería a si misma más que a nadie, y así se sentía bien.
Sus amigas le decían que debía pensar un poco más en su aspecto, que sería muy saludable para ella bajar unos kilos, además de que atraería a los chicos. Sin embargo, Nora sabía que los chicos volaban y que la única que siempre estaría ahí sería ella misma.
Eleonora vivía en el parque, no literalmente, su casa era un pequeño adosado azul en una urbanización de adosados coloridos. A lo que me refiero es que pasaba en el parque la mayor parte de su tiempo libre, ella quería ser artista y le gustaba pintar a la gente que pasaba por su lado. Tenía un cuaderno lleno de gente muy variopinta, su dibujo favorito era el de una señora mayor que vestía con un estilo urbano, para ser justos, la bomber le quedaba genial.
Pero un día de estos pasó una chica. No sobresalía en absoluto, tenía un aspecto aburrido. Sin embargo, algo llamó la atención de Nora, posiblemente era el hecho de que, en todo el tiempo que llevaba dibujando, nunca había dibujado a alguien aburrido. La chica en cuestión se sentó en un banco cercano al suyo.
Empezó a dibujar su aburrida cara, ojos ni muy grandes ni muy pequeños, de un aburrido color marrón oscuro; unos labios ni muy carnosos ni muy finos, pero sin duda hermosos; por último, su aburrido pelo largo y lacio, de un monótono color rubio. Levantó entonces la vista y, como si fuera Eros, sus ojos coincidieron, y sonrieron.
Una aburrida sonrisa.
