La nariz pide la palabra
Como voy hacer protagonista de esta historia, quiero hacer válido mi derecho a reclamar todo cuanto se diga de mí en este relato. Yo nací y crecí (bueno, es verdad, crecí bastante) con Alessandra Rizzo, sin embargo considero que mi propietaria ha sido injusta conmigo desde todos los puntos de vista. Le di la cantidad de aire necesario para alimentar sus pulmones, ventilar su cerebro y renovar sus células.
Yo le di olores de cotufas en el cine, de mar en la playa, de verde en la montaña, de lluvia en su casa cuando se queda como boba mirando por la ventana disfrutando sólo de ese olor de lluvia que obtiene gracias a mí. Yo le di suficientes mocos en el preescolar como para que los mezclara con tranquilidad con la plastilina y pudiera degustar viendo comiquitas.
Su mamá además tiene razón yo tengo mucho que ver con su inteligencia, porque en vez de estarse mirando veinticuatro horas al día en el espejo como la nariz chiquita de Eleonora, ella distribuye mejor su tiempo.
Gracias a mí lee, gracias a mí piensa y gracias a mí imagina. Así que sigo salvando mi responsabilidad ante todo lo que sea capaz de hacer Alessandra Rizzo por culpa de mí, su nariz.
Señor juez soy inocente.
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No abrir hasta el año 3000
Teen FictionAlessandra Rizzo tiene 11 años, pero no lo parece, es bajita, tiene el pecho plano y una enorme nariz. Entra en un colegio nuevo donde estudia La Nena, una vecina que se burla de ella. Alessandra, inteligente e imaginativa, en un mundo que combina l...