—¿Por qué Finian no lo dijo?
—Porque no es idiota, supongo.
Gareth miró a Frank dos segundos y asintió.
Porque así era como funcionaba el mundo. Frank decía algo y todos siempre estaban de acuerdo. Fácil. Fenrir estuvo a nada de echarse a reír mientras pensaba sobre eso, pero se frenó. Más o menos. Empezó a toser de una forma horrorosa y tuvo que detenerse para asegurarse de poder respirar.
Cuando dejó caer la mochila a sus pies, Frank le dio una mirada desesperada.
—¿Qué estupidez haces, Fenrir?
Trató de hacerle señas, pero no estaba seguro de que él mismo pudiera haber entendido la mitad de lo que quería decir. Por suerte, Gareth reaccionó a tiempo y le dio algunos golpes en la espalda hasta que Fenrir pudo estarse en píe.
El color volvió a Frank cuando miró a su hermano respirar de nuevo.
Los ojos de Fenrir estaban llorosos y se tallaba la garganta como si quisiera sacarse algo que no estaba ahí.
—¿Cómo sucedió eso? —preguntó Frank.
Fenrir rió por fin.
—¡Te juro que no lo sé!
—¡Serás!
—Dios, sólo a ti te pasan estas cosas. —Gareth lo veía con los ojos bien abiertos—. ¿Por qué siempre te pasan estas cosas?
—Sería un titular —dijo Frank, poniendo las manos como si enmarcara las palabras—. Tío torpe se atraganta con su propia saliva. Espero que se olviden de poner el apellido.
Gareth soltó una carcajada.
—Eres tan sentimental...
—No intento ser sentimental —explicó Frank—. Tengo hambre y si Fenrir no tiene planeado morirse por el camino, mejor que nos demos prisa.
—Entonces vamos —dijo Fenrir.
Llevó la mochila de vuelta a su hombro y los siguió, todavía pensando en cómo su mundo funcionaba.
Por suerte para el estómago de Frank, sólo tuvieron que caminar dos cuadras más antes de llegar a casa.
Ahí fue cuando el mundo comenzó a cambiar.
Los dos, Frank y Fenrir, reconocieron el auto que estaba en el jardín, estacionado sobre césped y las violetas que su madre había plantado el verano anterior.
Eso, las violetas, tenían que haber sido la segunda señal de alarma.
Frank se volvió hacia su hermano y abrió la boca para decir algo, pero no consiguió pronunciar una palabra.
—¿Qué pasa?
Gareth miraba de uno al otro sin detenerse, tratando de estudiar sus reacciones lo mejor que podía.
—Te lo explico el lunes —consiguió decir Frank.
Antes de que Gareth pudiera hablar, los dos corrieron hacia la puerta más rápido de lo que habían hecho en toda su vida.
Frank resbaló antes de alcanzar el tapete de la entrada y tuvo que sujetarse tan fuerte como pudo del marco de la puerta, justo cuando esta se abría frente a él.
Fenrir se detuvo en seco.
Uno.
Dos.
Tres segundos.
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Panorame
Teen FictionFrank y Fenrir son gemelos, aunque su relación va bastante mal. Cuando sus padres deciden que la familia debe mudarse, toda su vida se queda atrás. En una nueva ciudad y una nueva escuela, tendrán que depender el uno del otro si quieren sobrelleva...