INTRODUCCION

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Harry y Taylor habían sido inseparables desde el jardín de infantes. Se hicieron amigos cuando tenían 3 años. Luego, esa amistad se transformó en algo más. Poco a poco se habían ido enamorando.

Pasaban juntos prácticamente todo el día. De niños, sólo se separaban a la hora de dormir.

Con el tiempo, ese amor se fue afianzando y todos en el pueblo de Holmes Chapel sabían que ellos algún día se casarían y tendrían hermosos bebes con los rizos de su padre y los ojos azules de su madre.

Su primer beso fue cuando estaban en la primaria, a la tierna edad de 11 años. Quisieron probar que se sentía besar a alguien como en las películas que Taylor amaba mirar, y que Harry también amaba, solo porque Taylor lo hacía.

Ese primer beso marcó sus vidas. Ese primer beso, sólo les hizo darse cuenta de que se querían mucho más que como amigos. Ni Taylor ni Harry querían compartir ese contacto tan íntimo con nadie que no fuera el otro.

Y así fueron transcurriendo los primeros años de su adolescencia. Todas sus primeras veces. La primera vez que Taylor se emborrachó y Harry cuidó de ella hasta que volviera a estar sobria y así poder llevarla de regreso a su casa. La primera vez que Harry robó el auto de su mamá para ir a buscar a su novia e ir a un lago cercano y tener una cita como en las mejores películas románticas. La primera vez que hicieron el amor y sintieron sus cuerpos fundirse en uno solo, creyendo que mientras estuvieran juntos, eran completamente invencibles.

Asistieron juntos a su baile de graduación y antes de que terminase, se escaparon de la multitud y juraron que siempre estarían juntos, pase lo que pase. Su amor era inmensamente poderoso e indestructible.

Incluso habían planeado ir a la misma universidad. No soportaban estar lejos el uno del otro. Pero había un plan B. Si la universidad no funcionaba y no era lo que ellos esperaban, recorrerían el mundo y vivirían de las fotografías que tomaba Harry, en las que la mayoría, la modelo era Taylor.

Taylor tenía una piel perfecta, como de muñeca de porcelana, un cuerpo esbelto y con curvas, sus ojos eran tan azules como el cielo en una tarde de verano y su cabello era dorado como el sol. Ya había trabajado algunas veces de modelo haciendo publicidades pequeñas para tiendas locales y también había participado de algunos desfiles, la mayoría, caritativos. Era un alma pura y sincera. No tenía muchas amigas, solo dos, Kathy y Rebecca. Ninguna de las otras chicas del pueblo la querían. Decían que era falsa, que era un lobo disfrazado con piel de cordero.

Harry, en cambio, tenía los ojos color verde, y su mirada era tan intensa que si prestabas atención, incluso podías llegar a ver su alma. Su cabello era castaño y con rizos. Era el cabello más suave que alguien haya visto jamás. Su sonrisa era la más sincera de todas las sonrisas del mundo. Y al sonreír, se formaban en sus mejillas unos pequeños hoyuelos que lo hacían aún más adorable. Siempre fue un alma soñadora, bohemio, enamorado de la vida y de Taylor. Para él, Taylor era su vida. Su sueño era captar a través de la lente de su cámara, lo que sus ojos veían, cómo sus ojos lo veían, pero nunca quedaba realmente satisfecho con los resultados, así que desistió de su pasión.

Harry no tenía ni idea de cómo sus planes iban a cambiar tan drásticamente en un tiempo tan corto. No tuvo tiempo ni siquiera de ver lo que estaba por suceder.

 No tuvo tiempo ni siquiera de ver lo que estaba por suceder

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