Prólogo.

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 Creo que nunca se pusieron a pensar en las consecuencias que podría causar todo aquello en mí. Supongo que la felicidad que los invadía cada vez que estaban juntos no les dio ni siquiera un minuto para pensar en la chica que dejaban atrás. No creo que se hallan puesto a pensar en esta estúpida que lloraba por cada mirada que ellos dos se daban. Tal vez su amor, era más fuerte que el amor que sentían por mí. ¿Sentían ese amor por mi? ¿O solo yo lo quería seguir creyendo que existía para calmar el dolor que me comía por dentro?

—   Para con eso Styles, no respiro. —

 La voz venia del living, y llegaba a mis oídos acompañada de sus estúpidas risas que hacían que mi corazón se estrujara. ¿Cómo había pasado esto? ¿En qué momento empecé a querer estar en lugar de mi hermano? Si, en el momento en que deje de ser yo la receptora de las cosquillas del ojiverde. En el momento en el que mi hermano era el que se dormía entre sus fuertes y protectores brazos. En ese preciso momento, cuando vi que sus labios besaban los de Louis y no los míos.

—   Aléjate de mí con esas traviesas manos. —

 La voz se hizo presente en la cocina, e hizo que fuera presente de como el chico de rulos corría a mi hermano. Creo que nunca hubiesen pensado que yo estaría ahí, disfrutando de la deliciosa manzana que se volvió amarga cuando sus risas me sacaron de mis pensamientos. Claro que no lo pensaron, la burbuja en la que vivían no los dejaba pensar en algo más que no fuera su relación.

 Los ojos de Louis se encontraron con los míos, me vieron de arriba abajo, admirando el pijama de primavera que llevaba ese día. Trato de calmar su respiración, y se paralizo enfrente de mí. 

—   Sabes que no puedes escaparte de mí, Lou. —

 Al verme apoyada contra la mesada, despeinada, en pijamas, sin ganas de seguir mi vida, Harry solo pudo llamarse al silencio. Su cuerpo choco con el de Louis, ya que venía corriendo para completar su momento de cosquillas romántico. Los mire, fijamente.

 Mire a Louis. Louis William Tomlinson, mi hermano mayor, veintiún años, ojos celeste, estatura promedio. Gracioso, buen chico, buen estudiante, buen amigo, buen hijo, ¿buen hermano? El chico perfecto que podría tener cualquier chica que se le cruzara por la mente. ¿Era necesario que me quitara a mi novio?

 Mire a Harry. Harry Edward Styles. Diecinueve años, ojos verdes, más alto que yo, casi una cabeza más alto que yo. Fuerte, musculoso pero no al extremo, una buena figura física. Una sonrisa que iluminaba los días más oscuros, acompañada de hermosos hoyuelos. Su cabello sedoso, rulos, hermosos rulos. Simpático, amable, amistoso, divertido, compañero, perfecto.

 —   Louis, ayúdame aquí quieres. —

 La voz de mamá hizo que mi hermano salga de la cocina, dirigiéndose al patio trasero. Dejándome sola con él.

 Lo mire a los ojos, esos ojos que me volvieron loca muchos años, igual que ahora. Lo mire y una pequeña película empezó a reproducirse en mi cabeza, de él, y mía, de nosotros.

 Recordé las bromas de nuestras madres diciendo que terminaríamos juntos, solo teníamos diez años y pensábamos que estaban locas. Recordé la forma en la que su sonrisa me empezó a volver loca a los doce, recordé sus miradas disimuladas que aun así yo descubría. Recordé nuestro primer beso, trece y catorce años, era todo tan magnifico. Recordé cuando todo empezó a ponerse feo en casa, cuando los problemas entre mis padres hacían que me encontrara llorando cada vez que venía a casa. Recordé esa noche en la que mis padres dijeron que se divorciarían, esa lluviosa y oscura noche en la que corrí por la calle hasta el parque, y me senté en ese banco, preguntándome porque esto estaba pasándome. Recordé verlo acercase debajo de esa lluvia y abrazarme, recordé como seco mis lágrimas. Lo recordé diciéndome que todo iba a pasar, lo recordé besándome para calmar mi llanto, lo recordé quedándose conmigo esa tarde.

 Recordé su llamado esa mañana de sábado, diciendo que quería verme en el parque esa misma tarde. Nos recordé sentados en la banca, nuestra banca, riendo. Recordé como miro mis ojos y me propuso ser su novia. Recordé cuando se lo contamos a nuestros amigos, recordé la felicidad de nuestras madres al saber que salíamos.

 Recordé ese fin de semana en su casa de Holmes Chapel. Recordé como me hizo suya ese día, como nos hicimos uno, como tuvimos nuestra primera vez juntos.

 Recordé cada beso, cada abrazo, cada película, cada caricia, cada canción, cada momento de nuestra maravillosa relación que más de uno envidiaba. Recordé su suave piel desnuda, y los lunares de su espalda. Recordé como acariciaba mi pelo cuando nos acostábamos en mi cama, a pasar el tiempo. Recordé nuestras charlas, nuestras risas, nuestros planes.

 Recordé nuestras primeras vacaciones juntos en París, nuestro beso en la Torre Eiffel. Recordé como todo era perfecto, si lo tenía a mi lado. Recordé todos sus “te amo”, todas sus dulces palabras, recordé lo maravilloso que era que fuera mi novio.

 Recordé como besaba a Louis esa noche de Julio, cuando tuve que volver de la casa de Charlotte porque tenía que salir con su madre. Recordé esa escena y mi corazón se volvió pequeño. Los recordé abrazados, besándose. Me quede ahí, en silencio, observando como todo se acababa para mí. Se besaron hasta que sus pulmones se lo permitieron, entonces se dieron cuenta que yo estaba allí, apoyada en la puerta de nuestro living, llorando en silencio. Ninguno de los supo que decir al principio, pero luego dijeron todo, con la excusa de ser honestos, para romperme como a una promesa. Recordé todo tan bien, desgraciadamente recordaba todo tan bien.

 Las lágrimas corrían por mi mejillas y yo ni siquiera me había dado cuenta que estas caían. Lo vi acercarse y tratar de parar mi llanto, pero no tuvo el valor de completar su acción. Supongo que la culpa lo llenaba. Supongo que se dio cuenta que yo lloraba por todo aquello. Supongo que se dio cuenta que odiaba todo lo que había hecho conmigo, pero también se dio cuenta que lo seguía amando. Y lo seguía haciendo, y no podía negarlo.

Era el amor de mi vida, y me lo habían quitado, mi hermano para ser más específicos. No me molestaba que fuera homosexual, pero odiaba la idea que a ninguno de los dos le hubiese pensando en mí. Ni mi hermano, ni mi novio. Los odiaba, pero no podía dejar de amarlos.

Breakeven {Harry Styles}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora